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Calle Posadera Aldonza

Calle Posadera Aldonza

Calle Posadera Aldonza placaAl comienzo de la década de los setenta se rotulaba, con el nombre de Posadera Aldonza, una pequeña vía conocida hasta entonces como «Once Travesía de Nocedo» y que extendía su precario trazado entre los cada vez más populosos e importantes barrios de San Mames y La Palomera. Se titulaba así una calle de nuevo cuño que, partiendo de la avenida de Nocedo, concluía en lo que entonces eran extensos prados. Y así permaneció durante años, hasta que allá por el año 2000 experimentó un cambio radical.
Se trata de una arteria moderna, recta y suficientemente ancha, quizá con bastante tráfico de vehículos, no rematada al completo y que termina en un descampado en vías de edificación que antecede al Instituto de Bachillerato Ordoño II, ya en la avenida de San Juan de Sahagún. En su último tramo antes de llegar a la citada avenida nos encontramos con a su derecha con la delegación en León de ASPAYM que ofrece a las personas con discapacidad de la provincia una serie de programas, con el objetivo de promover la autonomía, igualdad y mejora en su calidad de vida. En el lado izquierdo un gran solar espera desde hace años que este Ayuntamiento se decida de una vez por todas a construir el nuevo Conservatorio para la ciudad.

Su nombre ya evoca por sí mismo la imagen de posadas y caminos, ventas y mesones, buhoneros y tratantes, mercaderes y picaros, en el ambiente de chalaneo y aventura que era común entre la bautizada como «gente del bronce». Aunque, desde luego, no se encuentra nada de esto en la citada calle, al menos en cuanto a su caserío, limitándose las resonancias de otros tiempos al rótulo que la corona.
Es fácil pensar que su nombre hace alusión a ese personaje, en este caso un tanto menor, de la más genial literatura hispana de todos los tiempos. Pero el conocimiento de la divertida historia local y sus curiosidades nos lleva, a descubrir las grandezas que el pueblo llano ha conservado a lo largo de los siglos. Porque, ¿qué les parece si nos remontamos unos cuantos años antes de El Quijote, para situarnos aproximadamente en el año 1330? Y es que así se escriben los episodios, anécdotas y sucedidos que han conformado la historia grande y pequeña de nuestro querido León.

En los alrededores de la calle Corta… Sí, no se asusten nuestros lectores, pues tenemos una vía con dicho nombre desde tiempo inmemorial, mirando a la Plaza de don Gutierre y a la calle del mismo nombre, conocida como «el Barranco«. Allí existió el Mesón de Aldonza, en pleno Barrio Húmedo, no lejos de donde estamos. Al frente del establecimiento se encontraba la Posadera Aldonza, una buena moza que, según decía Máximo Cayón Waldaliso, «no sabemos si soltera, casa o viuda, o quizás algo más».
A Aldonza le ayudaban en sus menesteres dos personas de plena confianza. Nuña, otra moza de armas tomar y tan picara como su ama; y Jinés Vargas, alias «el Bargueño», mozo de mulas que debía ser un pájaro de cuenta, además de buen amante. Parece ser que el mesón era grande, con amplios aposentos, corrales y caballerizas, reuniéndose en el recinto un buen número de cristianos, judíos y moriscos, que jugaban sus dineros en el tablero de dados de Abraham «el Barchilón», un gran jugador, prestamista y trapisondista, que se dedicaba a vaciar con presteza los bolsillos de los incautos apostantes.
Además de mesonera, Aldonza era confidente de «los justicias», que era como se decía entonces. Y así ocurrió que en cierta ocasión un grupo de personas esperaba en una sala reservada la llegada de un caballero de noble alcurnia, cuyo nombre era Alvar Osorio. Allí estaban conspiradores como Ramiro Núñez de Lara, Juan Ruiz, Pedro Bernardo y el clérigo Martín Alonso, entre otros. Al compás de una buena cena y mientras Aldonza les servía, pudo escuchar que se estaba tramando nada menos que destronar al rey Alfonso XI.
Con gran discreción y a través de un pasadizo secreto que comunicaba con el palacio de don Gutierre de Villasinta, leal servidor del monarca, informó de cuanto había escuchado. A los pocos días corrió la sangre por las calles de la ciudad, pero la revuelta fue sofocada por el propio pueblo leonés, fiel a don Alfonso XI.

Calle Posadera AldonzaFuente: Diario de León

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