La veleta gafe de la Catedral de León
A la llamada ”veleta «gafe» le cayó un rayo y dos veces se desplomó de la Torre Sur. Es la veleta que coronaba la llamada Torre del Reloj. Tras una reciente restauración, que básicamente consistió en limpiarla, permanece, al igual que otros tesoros, ‘aparcada’ en el claustro, que en los últimos años, junto a la capilla del Conde de Rebolledo, se ha convertido en trastero del templo. El administrador de la Catedral, admite que no saben qué hacer con ella; mientras, algunos historiadores rescatan la idea de crear un museo que explique la construcción del edificio gótico, con elementos constructivos actualmente desubicados, como la propia veleta o pináculos, gárgolas y restos de vidrieras.
Ahora la veleta, que tiene forma de cruz y podría ser del siglo XVII, sólo señala el Sur desde un lateral del claustro. En 1911, en el breve tiempo que Manuel Cárdenas fue arquitecto de la Catedral, cuando Torbado puso su cargo a disposición del ministerio, un vendaval hizo peligrar la veleta, que mide cuatro metros. Cárdenas ascendió a la torre y, al ver su estado, ordenó desmontarla. Ya en tierra, cuando los herreros de la Catedral, los maestros Magaz y Blanco, estaban haciendo un patrón para reconstruirla y hacer una nueva, descubrieron su secreto. La bola de arranque guardaba un pergamino, con una plegaria al arcángel San Miguel, para que librara a la torre de rayos y centellas, al tiempo que rogaba para que no se posaran en ella animales voladores. La nueva veleta se colocó con la misma plegaria; mientras que la vieja, «Fue a parar como antigualla al Museo Catedralicio».
El día que un incendio arrasaba la ciudad de Santander, en 1941, un vendaval tiraba la veleta de la Catedral de León y obligaba a reemplazarla. En 1965 un fuerte viento hacía nuevamente que se precipitara sobre el atrio, sin causar heridos. Meses después se colocó un aparatoso andamiaje para sustituirla. En 1983, durante los arreglos de la Torre Sur, sufrió otra restauración.
A partir de los años 40 la veleta fue objetivo de los escaladores, que por entonces causaban furor. En octubre de 1958 el asturiano Ramón Diez, conocido como ‘El águila aérea’, trepaba hasta la veleta con una cuerda atada a la cintura.
Según algunas crónicas, a la veleta le cayó un rayo en 1715 durante una rogativa ante la falta de lluvia en el campo leonés. Empezó a arder, pero, sucedió un ‘milagro’: una gran lluvia sofocó el fuego.
Fuente:
Diario de León
Fotografías:
Miguel Veny