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Foro u Oferta – Las Cabezadas

Foro u Oferta – Las Cabezadas

Los reyes Don Fernando I y Doña Sancha enviarion al obispo legionense Alvito a tierras moras por los restos de Santa Justa, no encontrados y en su lugar se trajeron los de San Isidoro. El obispo Alvito murio en la empresa y fue el obispo de Astorga, San Ordoño, el encargado de traer el cuerpo de San Isidoro y el de San Alvito. Los restos de San Isidoro se colocaron en la ntigua iglesia de San Juan y San Pelayo, que desde tales fechas de 1063 se llamó ya de San Isidoro.
Corria el año 1158 con una primavera seca en demasía, con una pertinaz sequía que impedía a los labradores de «pancoger» arar sus campos. Hacía un año que el joven rey leonés Don Fernando II, de veintidós años, había estrenado su corona como consecuencia de la muerte de su padre, el gran Emperador de las Españas Don Alfonso VII.
San Isidoro fue siempre un refugio espiritual de los leoneses, que llegaban ante su sepulcro lo mismo a implorar mercedes que a dirimir pleitos, al igual que más tarde ante el Locus Apellationis de la catedral. No es extraño que las gentes imploraran sacar los restos del Santo hispalense para hacer rogativas pidiendo la lluvia benefactora.
Así se hizo y se llevaron en procesión y rogativa por el camino de romeros jacobeos a Trobajo del Camino. Allá subieron por la cuesta que hoy llaman el Mirador de la Cruz, donde quedan los restos de un malherido crucero, tan sólo ya en su basamento pero que todo él, basa, fuste y cruz era similar al coetáneo del crucero barroco que hay delante de San Marcos y que el Ayuntamiento restauró hace unos años. Vino el milagro, el agua cayó en abundancia y remedió las necesidades del pueblo.
En el Códice 94 de la Colegiata se cita la devoción de los pueblos a «San Isidro del Monte». Después del siglo XV desde San Isidro del Monte iban a la Virgen del Camino, «siendo admirable el concurso y devoción de este día por juntarse en concertadas procesiones los lugares del Bernesga, Sobarriba, Valdoncinos y Páramos. El obispo actual, Don Bartholomé Santos de Isoba (1634-1649), ha mandado que no se hagan procesiones de más de media legua, y así cesa esta memoria con desconsuelo de los devotos del Santo Patrono». Los Ayuntamientos seguían visitando la ermita en nombre de los vecinos, hasta que en el siglo XIX se arruinó la ermita. Posteriormente se hizo esta ofrenda en el santuario de la Virgen del Camino. El día de la fiesta había romería en el lugar de la antigua ermita, donde quedaban los cimientos junto al Camino Francés, entre Trobajo y La Virgen.
Don Fernando y Doña Sancha acordaron que se erigiera esta ermita románica de San Isidro del Monte y que en ella se celebraran las honras a San Isidro ofrendando o forando en cada año unas luminarias, de cera para alumbrar al Santísimo en la basílica isidoriana, permanentemente expuesto y que sirvieran de recuerdo de devoción a San Isidoro, como así sucedió hasta el siglo XV que pasó a ofrendarse el Voto en el santuario de la Virgen del Camino.
San Isidoro cumplió con milagro, el agua cayó en abundancia, su cuerpo adquirió tanto peso que no lo pudieron portar hombres y se dejó portar de niños y se interpretó de que no volverían a sacarse sus restos de la basílica.
La arruinada ermita de san Isidro del Monte se hallaba en el altozano de la carretera que sube al cementerio de Trabajo, precisamente donde en la actualidad se ha construido una casa, que en su edificación hace ochenta años halló cimientos y baldosas del piso de esta antigua ermita de San Isidro del Monte.
Cabezadas
Foro u Oferta en San Isidoro.- El Corregimiento de León, «en forma de Ciudad», además de cumplir con los Ayuntamientos del Voto, oferta a San Isidoro en el domingo siguiente a Pascua un cirio y dos hachas de cera, de arroba bien cumplida, como manda la tradición. Tres rayas blancas se hallan pintadas en el suelo de la plaza. Ante la primera raya se detiene el Corregimiento y hace una profunda inclinción o «cabezada» correspondiendo a la simultánea salutación que le hace el Cabildo, que se halla plantado en el borde del atrio de la basílica. El Cabildo se acompaña de la Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro, que tiene honores de capitán general, todos con sus capas blancas, su cruz bordada y sus medallones; todo un cortejo sin parangón de elegancia. El pendón que tremolan procede ya de la batalla de Baeza. El abad de la basílica avanza hacia la Corporación Municipal, saluda al Corregidor Mayor y luego a todos los miembros del Corregimiento, toma del brazo al Alcalde o Corregidor Mayor y avanzan todos, canónigos y concejales hacia la iglesia intercambiándose saludos y parabienes. La fiesta ya se ha preparado en fechas anteriores con mutuas visitas del Cabildo al Ayuntamiento y viceversa y ya saben de antemano quienes son los oradores que van a litigar el histórico pleito. Todo el grupo y el pueblo llano entran en el claustro ávidos de la diatriba que se va a suscitar. En el claustro se colocan Cabildo y Corregimiento frente a frente y cerrando el corro la Cofradía del Pendón y llenando los vanos del claustro el pueblo llano. Comienza el síndico del Corregimiento como delegado de la Ciudad invocando la atención de la fiesta para guardar la tradición y desgranando los motivos históricos que fundamentan hallarse allí para cumplir la promesa, la oferta, cada año. El síndico dice que lo hace por propia voluntad, sin FORO, como OFERTA y el Cabildo, por boca de su síndico-canónigo contesta que nones, que no lo acepta como oferta, que se acepta como FORO, como obligación multisecular.
No se ponen de acuerdo; se lanzan pullas, a veces muy irónicas y chispeantes, hasta amenazan con el bastón de mando; «pega, pero escucha», ha llegado a decir el abad. El pueblo ríe las frases irónicas y tras dos o tres discursos enjundiosos por ambas partes termina la fiesta en paz; pero levantando acta de cada parte de recibir, unos como FORO y de entregar los otros como OFERTA.
Tras el acto se celebra la misa. El abad suele ofrecer la liturgia en rito mozárabe, que para eso está autorizado a usar este rito isidoriano, mozárabe, hispánico, visigótico, en las solemnidades que a juicio del abad sea conveniente su uso.
Concluida la misa las Corporaciones del Cabildo y Corregimiento rezan juntos ante la urna de San Isidoro y salen juntos para despedirse.
El Cabildo espera en el atrio y el Corregimiento se va lentamente, pero al llegar a cada una de las tres rayas blancas pintadas en el suelo de la plaza, se vuelve tres veces y se inclinan profundamente, como también lo hace el Cabildo en señal de mutua cortesía. El pueblo llama a este saludo «Las Cabezadas». Al finalizar el acto ambas Corporaciones reciben el aplauso cariñoso del pueblo. El Corregimiento se retira a su Casa de la Poridad entre los acordes del himno de León, satisfechos de haber cumplido con la tradición del pueblo.
Esta Oferta o este Foro, originario en Trobajo del Camino, es también un derecho o un deber del Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo y deberían ponerse en inteligencia las dos Corporaciones para ofertar o forar juntos el cirio y las hachas de cera al Santo en la basílica; así quedaría completa la tradición, con la obligación de que el Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo levantara una ermita en los altos de Trobajo con advocación a San Isidro o San Isidoro del Monte.
Las Cabezadas en Leon

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