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Calle San Raimundo de Peñafort

Calle San Raimundo de Peñafort

En el mes de noviembre del año 1989 se acordó elevar al Pleno del Ayuntamiento, presidido entonces por Luis Diego Polo, la propuesta de rotulación de varias calles de la ciudad, otorgando el nombre de San Raimundo de Peñafort a la calle que comenzando por el Paseo del Ingeniero Sáenz de Miera, concluye en la vía que recuerda al monarca Sancho el Gordo. Iniciamos así nuestro comentario para precisar desde el primer momento su exacta ubicación en el plano callejero, puesto que desde aquella lejana fecha carece de las correspondientes placas que ayuden a identificarla debidamente.
La verdad es que se trata de una mínima calle, corta y recta, situada entre el actual Parque de Bomberos y los nuevos Juzgados, pero a pesar de su impronta burocrática y casi desconocida para el pueblo leonés, también tiene su corazoncito y merece lucir el nombre que antaño se le adjudicó. Es, por tanto, moderna y suficientemente ancha, aunque carece de viviendas, concluyendo en una suave pendiente que mira a la actual Estación de ADIF, en lo que antes fueron talleres y depósito de maquinaria de los ferrocarriles.
El benemérito Cuerpo de bomberos, así reconocido por su decisiva vocación de servicio público, por su enorme riesgo profesional y heroico comportamiento, se debe a la iniciativa del ilustrado Carlos III, el mejor alcalde que nunca ha tenido Madrid, quien allá por el siglo XVIII dictó la primera ordenanza para la lucha contra el fuego. Creado en nuestra ciudad por la Mutua de Seguros en 1834, pionera asociación de los bomberos capitalinos, sería el alcalde don Mariano Andrés Lescún quien municipalizó el servicio y lo instaló en la calle Julio del Campo, hasta su traslado hace poco más de dos décadas a este nuevo y despejado emplazamiento. Por su parte, el edificio que es sede de los Juzgados leoneses fue inaugurado el día 9 de febrero de 1991 sobre una parcela de algo más de 8.000 metros cuadrados, en un acto presidido por el entonces ministro de Justicia, Enrique Múgica, y al que asistieron abogados, jueces y algunos políticos locales. Un edificio que comenzaría a funcionar cinco años después de haberse iniciado las obras. Así quedaba definitivamente descongestionado el viejo local de la calle del Cid, para sedes de la Audiencia Provincial y la Fiscalía.

A despecho del correr de los tiempos y los ya citados traslados, todavía pervive en el recuerdo del colectivo de abogados locales aquella Academia de San Raimundo de Peñafort, dependiente de la Facultad de Derecho de la capital asturiana. Pese a haber desaparecido en 1972, fue semillero donde aprendieron el oficio de la abogacía muchos profesionales que aún despuntan en León.
Tan entrañable Academia lleva idéntico nombre que nuestro personaje protagonista, San Raimundo de Peñafort. Nacido hacia el año 1175 en el castillo familiar, sito cerca de Barcelona, estudiaría Humanidades para luego graduarse en Derecho por la Universidad de Bolonia, donde ejerció como profesor tiempo después. De regreso a España, ocuparía el puesto de canónigo en la catedral de Barcelona, ingresando en 1222 en la Orden de Predicadores.
Su deslumbrante inteligencia le haría destacar como teólogo y canonista, provocando que el Papa Gregorio IX le mandara llamar a Roma. Allí editaría el corpus canónico de las Decretales pontificias, además de publicar escritos con tanto valor pastoral como la Summa casuum para la formación de los presbíteros al ministerio. En 1238 fue elegido segundo sucesor de Santo Domingo, dentro del capítulo General de la Orden, cargo que ostentó durante dos años.
Instalado nuevamente en Barcelona tras su estancia en la «Ciudad Eterna», San Raimundo se introdujo en los círculos hebreos y musulmanes con el afán de lograr su conversión. Asimismo, sin descuidar su vocación de amparar a los más desfavorecidos de la sociedad, fue penitenciario del Papa Gregorio IX y confesor de Jaime el Conquistador. Fallecido en 1275, San Raimundo sería el primer canonizado en la basílica vaticana, acto celebrado bajo la presidencia de Clemente VIII el 29 de abril de 1601.

Calle Raimundo de Peñafort

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