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Calle Juan Torbado Franco

Esta pequeña calle que parte de la avenida de Antibióticos y concluye en la vía que recuerda al padre Aniceto Fernández, perteneciente a la demarcación de Armunia, se la otorgó el nombre de Juan Torbado Franco, leonés y doctor en arquitectura. Era hijo del que fuera destacado arquitecto don Juan Crisóstomo Torbado Flórez y, entre otros méritos, «autor de las iglesias de Renueva y Vegaquemada, la elevación de la iglesia de San Marcelo, la Facultad de Veterinaria y otras muchas construcciones de la provincia».
La calle es recta y como decimos pequeña, con aceras muy estrechas y un caserío apenas conformado por tres o cuatro viviendas. De corte relativamente moderno, este mínimo grupo de edificaciones no se corresponde, por supuesto, con las personales trazas nacidas del talento de nuestro personaje protagonista. Porque entre el legado de obras que nos dejó tan memorable arquitecto, cabe mencionar la iglesia de San Juan y San Pedro de Renueva. Su fachada está compuesta por los vestigios en piedra del que fuera monasterio de Eslonza, adquiridas por el influyente obispo don Luis Almarcha. De esta particular forma nacieron dos advocaciones: la de la vieja parroquia de San Juan; y la de San Pedro, a causa del monasterio. De muy similar carácter es la disposición de la Obra Hospitalaria de Regla, en donde Torbado incorporó a la fachada distintos elementos del palacio de los marqueses de Prado, traídos del pueblo de Renedo de Valdetuéjar. Entre sus múltiples proyectos podemos citar el que fuera Garaje Iban, al principio de la calle Burgo Nuevo; la Casa del Pueblo, en la Gran Vía de San Marcos; o una elegante vivienda unifamiliar que hubo en la Condesa.
Tampoco podemos olvidarnos de algún edificio erigido en la calle Santiesteban y Osorio o en el mismo Ordoño II, el mentido más castizo y distinguido de la ciudad, ampliando los planos que fueran iniciados por su padre. Pero quizá su mejor época, cuando el nombre de Juan Torbado Franco brilló con más fuerza en los ambientes leoneses, fue la etapa de fructífera colaboración que mantuvo con el también arquitecto Ramón Cañas del Río, prolongada desde los años 1933 hasta después de la Guerra Civil, en 1944, en pleno periodo de posguerra. En sus obras conjuntas, ambos profesionales rompieron con las rutinarias formas arquitectónicas empleadas en el pasado, desarrollando en los edificios realizados de forma común un efecto de carácter más expresivo y al mismo tiempo racionalista y funcional.
A modo de ejemplos más destacados, tenemos el edificio conocido como Almacenes Ridruejo, en Ordoño II; o la popular casa de Arrióla que mira a Guzmán el Bueno, haciendo esquina con la avenida de Roma y Ordoño II. Destacaron también por levantar edificios en los chaflanes de las calles, como el que se localiza entre la avenida de Roma y la calle Cardenal Lorenzana; entre las calles de Bernardo del Carpió y Santiesteban y Osorio; o en la misma avenida de Roma, Pilotos Regueral y otras muchas. Incluso trabajaron conjuntamente en la ampliación del que fuera Sanatorio Hurtado, ya desaparecido de su ubicación en la calle Lope de Vega, o en el entorno del que se conoce como Instituto de Higiene, en la avenida de la Independencia.
Casado con doña Eleonore Buenger Kraus, fallecida en el mes de agosto de 1998, se desconoce el paradero de muchos de los planos y trabajos realizados tanto por nuestro protagonista de hoy como por su padre Juan Crisóstomo Torbado, el encargado de la restauración de la catedral leonesa. Al parecer, gran parte de los mismos fueron donados por su viuda a la escuela de Arquitectura de Valladolid, al Ateneo y a una cofradía de pescadores de Alicante. Sea como fuere, nuestra ciudad tiene mucho que agradecer a esta dinastía de insignes arquitectos.


Fuente:Diario de León

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