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Calle de Bilbao

Cuando en la década de los cuarenta se bautizó esta calle Bilbao, en realidad se daba nombre a las cuatro casas instaladas y que, con el paso del tiempo, darían forma a una arteria situada en paralelo aunque en un plano superior a las vías de vía estrecha que desde el corazón de nuestra ciudad llegaba hasta la ría bilbaína, al «gran Bilbao» liberal, industrial y marinero. Y así es la calle Bilbao hoy en día, dibujada en descenso en sus inicios y ligeramente curvada, transcurriendo su mediano trazado en sentido paralelo al tren. Comienza en la bulliciosa avenida de Alvaro López Núñez, no teniendo salida en su parte final. Un irregular muro delimita el paso a las vías del ferrocarril por su lado izquierdo, salpicado a trechos por algunos árboles de mediano tamaño. Lo que en principio se podía considerar como un simple ramal urbano sin mayores connotaciones sociales, ha devenido en nuestros días hasta constituirse como una calle «con todas las de la ley». De aquel viejo rincón remozado del creciente León de antaño, hoy sobresalen unos cuantos edificios de cierto empaque y vistosa construcción, insertados en una panorámica común a todo este emergente entorno.
Allá por el año 1910 lo que ahora conocemos por el Espolón eran una amplia campera conformada por las conocidas Eras del Moro y todos los lugares ocupados hoy por la estación del ferrocarril de vía estrecha de León a Bilbao, además de las calles que constituyen en nuestros días el barrio del Canario en que nos encontramos. Dentro de esta considerable extensión se celebraban las tradicionales ferias de ganado, acudiendo tratantes que daban colorido a tan lúdicas convocatorias, dispuestas entre puestos de churros, chocolate y aguardiente, baratijas y toda clase de aperos. Y decimos barrio del Canario a este núcleo de calles que se extiende hasta prácticamente la parte trasera de la iglesia de San Juan y San Pedro de Renueva, cuyo nombre aún subsiste aunque se vaya diluyendo con el paso del tiempo. Una denominación nacida en recuerdo del inolvidable «Tío Canario», uno de los primeros pobladores de esta barriada, aparte de auténtico precursor, un siglo atrás, de las que son ahora entidades inmobiliarias. Lamentablemente, su nombre se va olvidando sin que la ciudad le haya rendido un merecido homenaje.
Llegados a 1921 se iniciaron las obras del ferrocarril que terminará con la feria, buscando ésta otros lugares más propicios para su ubicación. La línea se había abierto en el siglo anterior para transportar el carbón de Palencia y León hasta el puerto de Bilbao a través del popular «Hullero», decidiendo hacer un ramal a la capital leonesa para incluir a pasajeros. Tuvo momentos de máximo esplendor hasta que en diciembre de 1991, por motivos de seguridad y debido a la bajada tanto en el consumo de carbón como en el número de pasajeros, se cerró al tráfico desde Matallana de Torio hasta la de Bercedo de Montija, según resolución del Ministerio de Obras Públicas y Transportes. Dado que el tren era el único medio de comunicación para muchos de los pueblos, poco a poco se fueron firmando convenios y acuerdos que hicieron reabrirse la línea en varios tramos. Así, en noviembre de 1993 se procedió a la reapertura del tramo de Matallana a Cistierna y en noviembre del año siguiente el de Cistierna a Guardo. Desde esta última localidad los trenes sólo pueden transportar mercancías, a falta de una infraestructura para viajeros. En octubre de 1998 el pleno del Senado aprobaría por unanimidad el llevar a cabo las gestiones encaminadas para incluir esta histórica línea dentro del itinerario del tren turístico «El Transcantábrico». Y así es como desde el año 2003 la línea esta abierta de nuevo en su totalidad para el tráfico de viajeros entre León y Bilbao.

Fuente: Diaro de León

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