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Mitos y leyendas

Cadenas de oro en el Torio

Cadenas de oro en el Torio

Por todos estos pagos existieron quintas agrícolas de los jerifaltes romanos de la Legión VII.
Se tiene noticia de una gran villa romana del año 216 en tiempos de Caracalla.
Tras la batalla de Polvoraria a orillas del Órbigo por tierras de Benavente en el año 876, Alfonso III el Magno da un edicto de repoblación y van surgiendo los monasterios de Sahagún, Escalada, Eslonza, Tábara, Moreruela y los cenobios del Torio como San Cosme y San Damián en Canaleja, San Julián y Santa Basilisa en Ruiforco.
Dos personajes importantes, Machanena y Runforco, son los encargados de la fundación de estas villas de Manzaneda y Ruiforco.
Los monjes de San Julián y Santa Basilisa de Ruiforco establecen sus molinos y sus senras en tierras de labranza.
Sin embargo el año 931 surgen las desavenencias entre el poblamiento de Manzaneda y los monjes de San Julián de Ruiforco. Los monjes expansionan los terrenos por ruptela o rotura de tierras para cultivo y los vecinos aseguran que son suyas por presura o habérselas apropiado por ser tierras yermas. El rey Alfonso IV el Monje falla el pleito a favor de los monjes.
No podía imaginar Alfonso IV el Monje que su hermano el rey Ramiro II, cuando él saliera del monasterio de Sahagún y pretendiera empuñar otra vez la vara real le iba a condenar a la deorbitación y ciego iba a pasar el resto de su vida confinado en este monasterio de San Julián y Santa Basilisa de Ruiforco.
El tímpano románico que se halla sobre una ventana de la iglesia de Ruiforco, así como otro tímpano románico que se encontraba sobre la puerta del cementerio de Matueca se cree que pertenecían a este monasterio de San Julián de Ruiforco.

Aún se puede conjeturar donde se ubicaría este monasterio y según las apreciaciones del gran medievalista don Justiniano Rodríguez estaría emplazado encima de la carretera, subida la cuesta entre Ruiforco y Manzaneda, a medio camino, en un pequeño valle con una alameda.
En los aires populares queda flotando la leyenda de un túnel subterráneo desde el convento de San Julián de Ruiforco hasta Garrafe, por debajo del río Torio. Para guiarse por el túnel por su oscuridad corre a lo largo del muro del pasadizo una cadena de oro.

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