De vuelta otra vez a ese pasado común que es el mejor patrimonio de los leoneses, debemos decir que nuestros antepasados sentían auténtica devoción por el padre Gonzalo Tapia, tanta que se le tenía por santo. Misionero y evangelizador en tierras mejicanas, murió en el ejercicio de su sagrado ministerio a la edad de Cristo; es decir, a los treinta y tres años, un 11 de julio del año 1594.Paralela a la gran avenida de Mariano Andrés, la calle se inicia en un amplio aparcamiento, que mira a dicha arteria. Es recta y de mediana longitud, concluyendo en la calle Pizarro. Se trata de una vía de curiosa disposición urbana, pues sólo tiene edificado su lado derecho, conformado por un gran bloque de viviendas de aspecto moderno y respetable altura. Su parte izquierda, por el contrario, está constituida en su totalidad por el lateral de un ajardinado espacio de reciente apertura y cuidado aspecto.
A pesar de no ocupar demasiados metros y disponer de un par de juegos infantiles, el jardín desprende una imagen bucólica e ideal para el descanso y la reflexión. Rebasado el parque, y seguimos hablando de su mano izquierda, surge el lateral de la calle 19 de Octubre, también constituida en este tramo por una sola acera. ¿El porqué dos aceras paralelas con nombres diferentes…? Es un misterio urbano que, sinceramente, al día de hoy no hemos podido resolver.
Revisando documentos en el Archivo Municipal sí hemos encontrado como allá por marzo de 1980, siendo alcalde don Juan Morano Masa, fue aprobada la propuesta de la Comisión de Gobierno y Régimen Interior para que se diera el nombre de Gonzalo de Tapia a la vía existente entre las calles de Marqués de Fontiyuelo y Pizarro. Algo a lo que se opuso una junta de vecinos, alegando en un escrito que tal denominación no era la más adecuada. Sin embargo, la propuesta de la Comisión fue aprobada por unanimidad, pues entre otras razones ya llevaba algunos años un rótulo callejero con dicha denominación.
Venido al mundo en el entorno amparado espiritualmente por la parroquia de Santa Marina, constan en documentos antiguos que el niño Gonzalo de Tapia y Pando fue bautizado el 24 de marzo de 1561, hijo de Pedro y María. Mucho debió de aprender del popular don Suero Alonso, el entonces rector de Santa Marina la Real, pues una incipiente vocación religiosa le llevaría a ingresar en el Colegio de la Compañía de Jesús, llamado entonces de San Miguel y los Santos Ángeles.
Este centro educativo, fundado en 1571 por el obispo don Juan de San Millán, pasaría a ser parroquia de Santa Marina en 1770, cuando nuestro protagonista hacía tiempo que estaba incluido en los anales de los mártires cristianos. Tras acabar sus estudios en León, Gonzalo de Tapia cumpliría los deseos de su juventud al viajar como misionero al Nuevo Mundo, en concreto a Méjico.
Según los cronistas de la época, el apostolado del padre Gonzalo en México fue tan infatigable como fecundo. Recorrió enormes territorios curando a los enfermos y predicando el Evangelio, hasta asentarse en Sinaloa, donde fundaría una misión. Aunque, desgraciadamente, pronto se ganaría la inquina de las tribus indias, que veían al sacerdote como enemigo mortal de sus ritos, ceremonias y tradiciones. Azuzados los nativos por un «brujo»llamado Novacara, Gonzalo de Tapia era asesinado el día 11 de julio de 1594 en el término de Teloyopa. Y de una forma horrible, pues después de propinarle un mazazo en la cabeza le remataron a golpes de hacha, para luego cortarle la cabeza y el brazo izquierdo. Tiempo más tarde su cráneo llegaría a León, encontrando acomodo en la iglesia de San Miguel hasta la expulsión de los jesuitas en 1767, cuando fue trasladado a Carrión de los Condes.
Un lienzo donde se le representa está incluido en el patrimonio monumental de la iglesia de Santa María la Real. En él aparece la figura de aquel joven masacrado en 1594, al que se considera primer mártir de la fe cristiana en los territorios del Nuevo Mundo.
Fuente: Diario de León