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Calle Virgen del Camino

La calle que homenajea a la Virgen del Camino, por fin tenemos una arteria en León con ese nombre, comienza en la calle Los Robles y termina en la que recuerda al que fuera diputado provincial Plácido Herrero de Prado. Justo enfrente del lateral del Instituto Ordoño II en La Palomera, hasta hace no mucho tiempo lejano y casi aislado en la campiña, pero hoy prácticamente integrado en el entramado urbano leonés.
Se trata de una arteria joven que conjuga dos criterios muy leoneses, fundiendo en su no demasiado largo trayecto la raigambre y venerada tradición que representa la Virgen del Camino, con el futuro que se adivina en el horizonte y las instalaciones educativas del citado Instituto, que culmina, detrás, en la emergente y vitalista Universidad de León. Es una calle muy moderna, que presenta ya en su principio una refrescante y deportiva zona, y para los más pequeños y frágiles, una zona verde aledaña, con bancos y juegos infantiles. Sus viviendas, con cinco alturas, ofrecen una imagen actual y confortable. Y como último dato, pasado el número cuatro, una calleja comunica con el área de juegos ya mencionada.

Vayamos por partes a la hora de recrear la bonita historia de la patrona de los leoneses. La localidad de La Virgen del Camino se encuentra apenas a seis kilómetros de la capital, siendo un lugar famoso y apreciado por dos motivos fundamentales. En primer lugar, el aeródromo militar en el que se han formado acreditados especialistas en mecánica aérea. Y, por supuesto, el Santuario erigido en el año 1962 sobre el solar en que estaba la vieja capilla, obra de arquitectura contemporánea realizada por el dominico padre Coello de Portugal.
Toda la parte escultórica del templo -altares, puertas y el friso de los apóstoles sobre la fachada principal- es obra del catalán Subirach. Aunque, por deseo expreso del patrocinador del proyecto, se conserva en el recinto el retablo barroco de la capilla primitiva.

Según cuenta la tradición, el día 2 de julio del año 1505, un pastor de Velilla de la Reina llamado Simón Gómez o Alvar Simón Fernández se encontraba apacentando su rebaño de ovejas, por la campera de la altiplanicie.
De improviso, tuvo lugar un prodigioso suceso. La Virgen se le apareció a aquel hombre sencillo y creyente, en el mismo lugar que antes ocupaba la ermita del Cristo del Humilladero, precisamente donde ahora se levanta el nuevo templo parroquial del pueblo de La Virgen del Camino, independiente del Santuario.
En ese momento, cuando el pastor se humillaba ante la presencia sobrenatural de la Señora, le fue manifestado que levantara una ermita o capilla para que los fieles del antiguo reino de León pudieran implorar favores a la Madre de Dios, que desde aquel instante tomaba la advocación de «Virgen del Camino», como su guía espiritual.
Se llamó así, la Virgen del Camino, por estar la ermita emplazada en la orilla del mítico y milenario Camino de Santiago, la vía más devocional y militante de Europa en pasados siglos y aún hoy en día.
Los peregrinos de la Ruta Jacobea, tras su paso por la ciudad de León, acostumbraban a rendir pleitesía a la Patrona de la región leonesa, en el templo que el pastor Simón comenzó a edificar gracias a las limosnas donadas por los fieles después de haber recibido el encargo de la propia Virgen.
Para el año 1513, el primitivo Santuario ya estaba edificado, nombrando el cabildo un capitular para hacerse cargo de la gestión eclesiástica de este monumento a la fe y la piedad del creyente pueblo de León. Desde entonces la Virgen del Camino, «que agora se apareció», ha sido eje y motivo de gran cantidad de historias, tradiciones, leyendas, costumbres y tipismos arraigadas en el pueblo leonés.

Fue el escultor leonés Bartolomé de Herreras, con calle propia en Puente Castro, quien realizó la imagen de la Señora, Reina y Madre del pueblo leonés, tal como reza el himno. La obra quedó rematada en 1514, siendo corregidor de la ciudad don Alonso Mudarra, y obispo legionense don Luis de Aragán, de origen napolitano y perteneciente a la familia real. Por su parte, el trono de plata en que se venera la imagen fue construido y labrado, en 1715, por el maestro Antonio de Vega.
El correr de los tiempos propició que la ermita fuera quedando pequeña y obsoleta, por lo que se hizo preciso la construcción de un nuevo Santuario. En este punto surge la figura de don Pablo Diez Fernández, el importante empresario nacido en el pueblo de Vegaquemada el 29 de abril de 1884. Emigrado a Méjico desde muy niño, don Pablo amasó una considerable fortuna gracias a su indomable carácter, espíritu de sacrificio, indesmayable tesón y laboriosidad en el trabajo.
Casado don doña María Rosario Guerrero en la castiza iglesia de San Martín, el matrimonio decidió patrocinar el nuevo Santuario de la Virgen del Camino, cuya primera piedra se bendijo el 3 de julio de 1955. Las obras comenzaron el 5 de noviembre del mismo año, siendo arquitecto el dominico Francisco Coello de Portugal, estando rematadas seis años más tarde.
Como forma de agradecimiento a tan noble gesto, el 5 de octubre de 1954 le fue concedida a don Pablo la medalla de oro provincial, entregándole los padres dominicos la Carta de Hermandad que ostentaron los Reyes Católicos, Isabel y Fernando.La inauguración oficial del Santuario, vivida como una gran fiesta leonesa, tuvo lugar el día 5 de septiembre de 1961.

Otro hito cumbre en la historia de León, celebrado treinta años antes, fue la coronación de la Virgen del Camino, acontecida el 19 de octubre de 1930. A tan magna solemnidad asistió Su Alteza Real el infante Don Jaime, segundo hijo de Alfonso XIII, que representó con brillantez a su augusto padre. Estaba acompañado por las primeras autoridades leonesas: don Juan Moscoso y Moscoso, gobernador militar; don Emilio Diez Moreu, gobernado civil; don José Fernández Sánchez-Chicarro, alcalde del Ayuntamiento; y el obispo de la diócesis, don José Álvarez Miranda.
La coronación se llevaría a cabo gracias a las gestiones personales realizadas por este querido obispo, como presidente de la Comisión Ejecutiva que se formó al efecto. A su lado y en representación del papa Pío XI estaba el cardenal Segura, arzobispo de Toledo y primado de España, quien ciñó la corona a la santa imagen.
Un momento grandioso, cuando miles de gargantas leonesas y de fuera de la provincia, henchidas de fe, cantaban el famoso himno, compuesto para la ocasión por Manuel Uriarte, maestro de la capilla catedralicia y autor de la música, siendo creador de la letra el agustino Gilberto Blanco. Simultáneamente los pendones de la tierra flameaban gozosos al viento, configurando un soberbio espectáculo.
La corona era una magnífica joya para cuya confección se donaron 52 brillantes, 724 rosas, 32 perlas finas, 56 rubíes orientales, 7 topacios, 502 zafiros australianos, además de platino y oro con un peso de 1.500 gramos. La construcción de esta soberbia joya, cuyo artífice fue el prestigioso joyero ovetense Sr. Granda, se realizó gracias a las limosnas y regalos de alhajas entregados por los devotos de la Virgen del Camino, alcanzando un precio final de 36.000 pesetas de la época. Así quedó coronada la que desde entonces, y gracias a sus muchos méritos piadosos, se tituló Patrona Excelsa de la Región Leonesa y Regidora Perpetua de la ciudad.


Fuente:Diario de León

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