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Calle Marcial Pincerna

Estamos en una calle con algo más de tres cuartos de siglo a sus espaldas y prácticamente desconocida para los leoneses. Y no sólo por el nombre, sino también por su ubicación. ¿A quién se le ocurrió bautizarla con semejante denominación? Debemos acudir a los Libros de Plenos del Archivo Municipal, para cuántas consultas sean precisas. Les podemos adelantar que con anterioridad fue la calle B y que algún tiempo después, la Comisión Gestora de nuestro Ayuntamiento, en sesión del 27 de noviembre de 1935, la dio el nombre de calle de las Cárcavas. ¿No les dice nada esta denominación? Estamos seguros que sí, que algún lector experto ya presume su localización en el callejero. Hoy nos hemos acercado hasta el barrio de San Esteban, en una pequeña calle, recta y de estrechas aceras, que partiendo de la que homenajea a don Benito Arias Montano, termina recibiendo a la singular Dama de Arintero. Debemos incidir una vez más en la marcada pendiente de este entorno, porque como no podía ser menos la vía va ascendiendo desde sus inicios hasta diseñar una inclinación que encuentra su cumbre en el tramo más moderno de la remozada calle Dama de Arintero. Es una calle tranquila, como decimos de mínimo trayecto y carente de referencias sociales. Su historia es la de la propia barriada, y su caserío apenas destaca por la pequeña estatura y años de antigüedad, con excepción de algunas viviendas más modernas que sustituyen a las primitivas y rematan su conclusión. Pero ya que «no hay dos sin tres», ¿saben dónde se encuentra una calle que lleva el nombre de don Julio Pérez Llamazares? Pues don Julio, al que sólo conocimos por sus escritos, a pesar de habernos dejado un 24 de diciembre de 1970, fue un sacerdote ejemplar muy conocido en León. ¡Ah!, se nos olvidaba ubicarles su arteria. Don Julio fue abad y prior de San Isidoro, y como de bien nacidos es ser agradecidos, el Ayuntamiento dedicó una calle a este entrañable cura de San Justo de las Regueras que vivió noventa y dos años. Bueno, más que una calle habría que hablar de unas «escaleras». Sí, su nombre lo llevan esas escalinatas tan cercanas a San Isidoro que conducen desde la plaza de dicho nombre a Ramón y Cajal. Cuántas veces habremos pasado por ellas, sin percatarnos casi de su existencia. Ahora ustedes se preguntarán qué relación podrá tener don Julio Pérez Llamazares con la calle que hoy presentamos y cuya denominación es la de Marcial Pincerna. Pues les aseguramos que ninguna, aunque gracias a las obras de don Julio y desde luego a los escritos de don Máximo Cayón Waldaliso, hoy podemos hablarles de dicho nombre. En una de las bóvedas del magnífico Panteón de los Reyes, en San Isidoro, existe una composición pictórica del siglo XI que representa a Cristo con los doce apóstoles en la llamada «última cena». Sorprendentemente, en ella aparecen otros dos personajes que por voluntad propia o fantasía personal del artista que realizó la obra, se han unido al festín en calidad de servidores: uno es Marcial y el otro su compañero en tales menesteres, conocido como Macía. Parece ser que ambos autorretratos corresponden a sendos sacerdotes, delicados artistas que también pintaban y que por supuesto son meros accesorios en la obra. Macía lleva en sus manos una fuente con un pez, símbolo de Cristo, mientras que Marcial ejerce de lo que antiguamente se denominaba «copero» o servidor de vino. Sinónimo de «copero» es «pincerna», es decir, el que antaño servía y daba de beber la copa a su señor. De ahí que al nombre de nuestro personaje del día se la añada el oficio desempeñado en tan ilustre y conocida cena: Marcial Pincerna.

Fuente: Diario de León

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