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Calle de los Descalzos

La antigua y típica barriada de Santa Marina, «barrio de la nobleza» como antaño decían, se caracteriza por ese laberinto de callejas con auténtico sabor leonés, impregnadas de castizas evocaciones y curiosidades históricas. Un claro ejemplo lo encontramos en la Cava de los Descalzos, de la que con más detenimiento les hablaremos otro día pues ahora se corresponde, por decisión del «sabio» pueblo llano, con la calle de la Hoz.
Hoy estamos en otra calle con mucha solera, sencilla y medio escondida, de corto trazado y estrecha en sus paredes y aceras. Pero al llegar la noche se llena de misteriosas sombras que, con sus cánticos y rezos, evocan a los frailes franciscanos descalzos que atendían el hospital de San Froilán, cuyo recuerdo evoca la vía.
¿Calle «Descalzos» o calle «de los Descalzos»? ¿Será de verdad muy difícil unificar criterios y dar una imagen de coherencia y profesionalidad que se repite en la práctica totalidad de las ciudades españolas? Nos estamos refiriendo a las dos placas que aparecen nada más iniciar la calle por la bulliciosa Plaza de San Isidoro, evidenciando un error en la rotulación callejera que se perpetúa y multiplica en muchas otras vías y barriadas de la capital. Consiste, como decimos, en esa inexplicable costumbre de rotular mal o de manera distinta las calles. Un asunto que se repite y encuentra su expresión, por ejemplo, en la calle del día. Tiene su comienzo en la Plaza de San Isidoro, entre la casona del vizconde de Quintanilla y la de los Velasco. Bueno; ésta última, como algún lector ya sabe, dejó paso al Colegio Belinchón, hoy Colegio Leonés. Se trató de conservar su portada y balconaje, pero fue llevado fuera de nuestra provincia el lucido escudo policromado de la familia, en cuyos cuarteles figuraban los Cabeza de Vaca, Reinoso, Velasco y Villagómez. La otra mansión, con entrada por la Plaza de San Isidoro, conocida como del vizconde de Quintanilla, aún conserva su estructura y sobre su balcón luce un hermoso escudo nobiliario que hace las delicias de todo aquel leonés amante de tanta piedra llena de historia. Un poco más adelante y en el solar que ocupa un moderno edificio, con vuelta hacia el Corral de San Guisan, estuvo la señorial mansión del marqués de San Isidro con magnífico escudo barroco, derribada en su totalidad después de sufrir un incendio. ¿Entienden ahora el porqué en otro tiempo la hoy calle Descalzos tuviera el nombre de Carrera del Conde? Si es que ya no se puede pedir más en tan corto trazado… Entre las linajudas familias, aquí vivieron la marquesa del Valle, don Eduardo Quiroga Pacheco, marqués de Linares y gran paladín de la primera traída de aguas a León; don Enrique Buitrón de Velasco, aquel marqués de Malespina que fue intendente general del Reino. Y muchos otros miembros de las más destacadas familias de la nobleza capitalina. Ciñéndonos a nuestra recoleta arteria, plena de esencia y raigambre, está jalonada por edificios de mediana altura. La calle transcurre hacia su final en la Plaza de Santo Martino, no sin antes dejar en su lado derecho una casa de dos plantas y balcón corrido que luce en su portada la fecha de 1926. Será en la castiza Plaza de Santo Martino, con sus diferentes nombres de la Veterinaria, de San Froilán e incluso de San Miguel, donde allá por los inicios del siglo XVII los frailes franciscanos descalzos, a iniciativa del leonés fray Claudio de los Mártires, levanten su convento según cédula expedida en Aranjuez por el rey Felipe III. En ella se otorgaba licencia al prior y canónigos de San Isidro el Real de León para que la comunidad de frailes pudiera atender las necesidades hospitalarias que los pobres y mendigos necesitaran en la «casa que llaman de San Froylán». No sólo eran épocas de distinguidas y nobles familias. También la peste y el hambre abundaban por doquier, surgiendo aquel Hospital de San Froilán de los Padres Descalzos sobre el solar que ocupara otro del mismo nombre, fundado en el siglo XI que quedó por su destacada labor al amparo y protección del rey.

Fuente: Diario de León

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