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Calle San Pedro

Los arrabales que fueron surgiendo adosados al sector nordeste de la vieja muralla, bautizados como San Lorenzo y San Pedro de los Huertos, eran en otro tiempo de carácter rural y, por tanto, opuestos a los artesanales de los dos cercanos correspondientes a San Salvador del Nido y Santa Ana. Es en estos primeros donde más y mejor se ha conservado el viejo caserío, desapareciendo con mayor rapidez en los últimos años y desfigurando en gran medida este entorno con la llegada de nuevas construcciones. Hasta la década de los años cincuenta, la calle que hoy traemos a nuestras páginas y su inmediata de José María Fernández, eran caminos por los que acercarse al próximo monte de La Candamia. Incluso desde San Pedro se podía acceder a La Serna y las huertas que ofrecían sus productos agrícolas. Pero en poco más de diez años, mientras que el llamado barrio de El Ejido se ha convertido en un importante núcleo de población, el de San Pedro y su vecino de San Salvador se fueron quedando como barriadas más bien pobres y de impronta tradicional.
Como habrán podido adivinar, la calle de hoy da nombre a este antiguo barrio de San Pedro, hoy prácticamente absorbido por sus aledaños de El Ejido y San Lorenzo. Empieza en la Plaza de Puerta Obispo, apenas a unos metros del primer templo capitalino y de esas lamentablemente semiocultas termas romanas cuya visita pública se propuso hace algunos años. Según distintas informaciones, la clase política local ha asegurado su inmediata apertura al público. Antaño, la que ahora conocemos con el nombre de Avenida del Alcalde Miguel Castaño, tuvo también el nombre de avenida de San Pedro en uno de sus tramos, e incluso en la actualidad tenemos en la ciudad una calle de San Pedro del Castro que, lógicamente, se encuentra en las inmediaciones de Puente Castro. Justo antes de cruzar el río, pues es la última vía de la mencionada avenida por su lado derecho. La calle que hoy nos ocupa, San Pedro, tiene su inicio en esa Catedral imbuida de tremenda raigambre leonesa. Después de un largo y variado trayecto, concluye en la calle de La Serna. Al igual que todo este entorno catedralicio, abarrotado de visitantes y turistas en los últimos tiempos, es peatonal en su comienzo. Luego discurre en sentido descendente en su primer tramo, por cierto enriquecido con algunas de esas «joyitas» arquitectónicas que siempre salen al paso mientras caminamos por el viejo León. Un buen ejemplo son las viviendas iniciales de su mano izquierda, al igual que la primera casa a la derecha. Al poco de iniciar nuestra andadura encontramos la populosa y vitalista Avenida de José María Fernández, punto donde pierde su característica peatonal y del que surge un callejón a su lado izquierdo que cobija dos pequeñas casas pertenecientes a nuestra calle, y la también mínima iglesia de San Pedro de los Huertos, carismático templo del que más tarde les hablaremos. Un poco más allá un pilón de incierta datación, custodiado por dos farolas y algunos árboles, da paso al tramo más largo de la arteria, ya abierto por completo al tráfico de vehículos. La calle, a simple vista, es de anchura un tanto irregular. Tras dejar atrás unos edificios de aspecto algo caduco y poco prometedor, urbanísticamente hablando, la vía se ensancha y entra en una nueva dinámica, con viviendas modernas y funcionales que complementan a su modo el variado espíritu de esta travesía que lleva el nombre de San Pedro. En general son edificios de tres alturas, algo más altos hacia su final, en el entronque ciertamente conflictivo que supone el flujo de tráfico que configuran los límites de las calles San Juan, Miguel Zaera y La Serna.
Hablaremos de la «pequeña» iglesia de San Pedro de los Huertos, dada la enorme importancia que siempre ha tenido y sigue teniendo este conocido templo cuyo nombre latino era el de «Sanctum Petrum de Hortis». Se trata de una entrañable iglesia arrabalera, mínima y dulce, que deja a su paso la espléndida esbeltez del ábside catedralicio. Con respecto a su denominación, hace clara alusión a los fértiles y productivos prados que circundaban estos alrededores hasta no hace demasiado tiempo. También se conoce, por antiguos documentos, que con anterioridad hubo sobre su solar un monasterio dedicado a los apóstoles Pedro y Pablo, de los llamados «dúplices» por acoger religiosos de los dos sexos. Parece ser que sus orígenes se remontan al siglo VI, e incluso el propio Sampiro la describe en su Cronicón como sede episcopal de la iglesia leonesa a principios del siglo X, sufriendo en esa época los ataques de Almanzor y teniendo que ser reconstruida en diversas ocasiones. La actual iglesia es del siglo XVII, de tapial y afortunadamente restaurada, tanto su fachada como el tejado, en el año 1997, reabriéndose al culto el día 22 de mayo del pasado 1998. En su interior cuenta con un retablo de dicho siglo, representando cuatro pasajes de la vida de San Pedro, y en el vestíbulo se ha instalado una lápida del año 1504, encontrada en el templo hacia la segunda mitad de la pasada centuria. Esta típica iglesita, afincada en la antigua barriada de labradores, lleva el mismo nombre de la calle, recordando al primer Papa que ha tenido la iglesia católica. Hablamos, naturalmente, de San Pedro, nacido en Betsaida (Galilea), localidad próxima a Cafarnaúm y ubicada al norte del lago Tiberiades. Bautizado con el nombre semita de Simón, cambiado posteriormente por el griego de Pedro, «el padre de la Iglesia» era hijo de Juan y hermano de Andrés, quien también fue apóstol de Jesucristo. Los dos hermanos eran seguidores de las doctrinas de San Juan Bautista, hasta que en su camino se cruzó la resplandeciente figura del Mesías. La trayectoria de Pedro junto a Jesucristo incluye episodios milagrosos, como la conversión del agua en vino en las bodas de Canaán y la mágica jornada de la pesca, cuando precisamente confesó al Señor que su oficio era el de pescador. En la región de Cesárea de Filipo el apóstol consiguió su investidura, después de afirmar su convicción en la naturaleza divina de Jesús, quien le respondió: «Bienaventurado tú… porque no es la carne ni la sangre quien este te ha revelado, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré yo mi Iglesia». Así cambió Cristo su nombre de Simón por el de Pedro o Kefa, «piedra» en arameo. Después de la ascensión a los cielos del Mesías, y en cumplimiento de su sagrada misión, Pedro se dedicaría a propagar los hechos y enseñanzas del Señor en las comunidades de Palestina y Antioquía. Así recorrió pueblos y caminos, difundiendo el Evangelio y realizando curaciones, convertido en apóstol vicario y luego mártir cristiano. Posteriormente se trasladaría a la propia ciudad de Roma, dispuesto a evangelizar a los gentiles, ya que en una visión el Señor le comunicó que abriría las puertas del cielo a todos ellos. Allí murió en el año 68, en tiempos de la persecución de Nerón. Fue crucificado cabeza abajo en la colina Vaticana, justo en el lugar donde ahora se eleva la Basílica de San Pedro. Primer Papa de la iglesia católica, su misión de «conservar santamente y explicar con fidelidad la revelación transmitida por los apóstoles» sigue vigente en nuestros días gracias a la proclamación del dogma de la infa-bilidad de los pontífices, en cuanto a la garantía de la verdad en cuestiones de fe. La comunidad cristiana dedica varias fiestas a recordar la obra de San Pedro: el 22 de febrero; la Solemnidad que se celebra el 29 de junio, con tremendo arraigo en León; y por último la Dedicación, que se conmemora el 18 de noviembre.


Fuente: Diario de León

Una respuesta a «Calle San Pedro»

Uf! quien la ha visto y quien la ve, aunque todavía resiste alguna de las antiguas casas, y la iglesia de San pedro, sigue cerrada? en un tiempo lejano fue, hasta la apertura de la parroquia de San Juan de Regla, la parroquia de los que viviamos en el Ejido,si es así creo que deberían recuperarla no crees?

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