Categorías
Edificios

Sociedad Leonesa de Productos Químicos

Sociedad Leonesa de Productos Químicos

El punto de arranque de la historia de la industria química y farmacéutica leonesa lo encontramos en el año 1827, cuando Gregorio Felipe Merino estableció su oficina de farmacia en la entonces calle Nueva, hoy Mariano Domínguez Berrueta.

Este madrileño emprendedor hizo de su almacén-tienda de droguería y farmacia un lugar de referencia indiscutible para el suministro no sólo de la provincia, sino de otros enclaves de la geografía nacional, hasta el punto de que en 1855 se unió a su hijo Dámaso Merino para fundar la sociedad G.F. Merino e Hijo.
Dámaso fue el real impulsor de la fábrica de productos químicos que, levantada en 1864 en el barrio de San Lorenzo, detrás de la Catedral, fundó una industria sin precedentes en la provincia.

Sociedad Leonesa de Productos Quimicos postal

La firma G.F. Merino e Hijo presentó a la Exposición Regional Leonesa de 1876 una amplia variedad de productos procedentes de su fábrica, hasta el punto que la propuesta elevada a la cita con el progreso de las artes y las industrias leonesas fue suficiente para la edición de un catálogo independiente del oficial, del que se editó con motivo de la exposición.
La industria química y farmacéutica leonesa fue merecedora de una Medalla de Oro. Su catálogo contenía varios cientos de productos diferenciados entre los químicos, los farmacéuticos, aplicados a las artes, especialidades propias, así como una colección de flores y plantas medicinales.
La firma acudió también a la Exposición Farmacéutica Nacional que se celebró en 1882.

Sociedad Leonesa de Productos Quimicos folleto

Su hijo, Fernando Merino, también farmacéutico, heredó la pasión política y empresarial de su padre y la ejerció con mayor dedicación aún, hasta el punto de que a finales de 1898 da paso a una nueva sociedad, Plaza, Sanz y Cía., con otros tres socios: Mariano Sanz Hernández, Sabino Plaza Hernández y Justino Velasco Fernández. Un año más tarde tan sólo dos eran los socios y la sociedad paso a denominarse Plaza y Velasco.

Sociedad Leonesa de Productos Quimicos Plaza y Velasco

Con un capital social de 335.550 pesetas y como objeto la fabricación compraventa y elaboración de productos químicos y farmacéuticos, la sociedad Plaza y Velasco inicia una andadura que finalizará en 1903 cuando se convierte en sociedad anónima bajo la denominación Sociedad Leonesa de Productos Químicos.

Esta nueva sociedad contaría con un capital de un millón y medio de pesetas en acciones de mil pesetas y doscientas mil en obligaciones nominales de mil pesetas. Dichas obligaciones fueron emitidas con objeto de implantar la fabricación de agua oxigenada electrolítica.

Sociedad Leonesa de Productos Quimicos acciones

El primer Consejo de Administración de la Sociedad Leonesa de Productos Químicos estaba formada por Fernando Merino Villarino, director gerente; Joaquin Santamaría, vicepresidente; Sabino Plaza, secretario; y Manuel Diz y Leopoldo Cortinas como vocales.

La Sociedad se dedicaba a la fabricación de varias especialidades farmaceuticas entre las cuales se encontraban las pastillas pectorales Merino, el Pneamógeno (antibacilar), el Hematol (reconstituyente), etc. y de productos químicos como el eter, cloroformo, alcohol, perborato, sales perioxidadas, extractos de plantas, etc.
La Sociedad Leonesa de Productos Químicos registró entre 1907 y su desaparición diez patentes.

Sociedad Leonesa de Productos Quimicos pastillas pectorales Sociedad Leonesa de Productos Quimicos publicidad

 

 

 

 

 

 

 

 

El ocaso de esta industria química y farmacéutica leonesa llega en los años 20 del pasado siglo. Fernando Merino, conde consorte de Sagasta, dedicado en cuerpo y alma a su carrera política y pasando más tiempo en Madrid que en León, asiste en 1925, cuatro años antes de acabar con su vida, al cierre de la fábrica de San Lorenzo.
Terminaba así la producción de una industria cuyo edificio fue finalmente derribado en los años 70.

La Fábrica

El conjunto de la fábrica estaba formado por varias naves repartidas en una parcela de perímetro irregular de unos cinco mil metros cuadrados, con dos chimeneas de diferente tamaño.

Policarpo Mingote y Tarazona hace en su Guía del Viajero de León y su provincia de 1879 una pormenorizada descripción de la fábrica de Merino, que se reproduce a continuación

“El establecimiento consta de dos partes: componen la primera la farmacia, amplia, con su anaquelería de nogal tallado, formando 25 huecos a modos de arcos rebajados, con 32 columnas, representando cada una de ellas una planta medicinal que se eleva desde la base de los capitales y volutas, marcándose sus caracteres botánicos; el almacén de drogas, gran patio interior, cubierto de cristales con analaquerías y mostradores, donde se despacha al detalle y se arreglan las remesas; y el laboratorio, pequeño, donde se prepara lo más indispensable para el servicio de la farmacia y se analizan las sustancias que lo han de menester a la llegada de los géneros y antes de ser destinados al despacho o almacén correspondiente

La segunda, es decir la fábrica, se creó dadas las especiales condiciones de la localidad y su provincia, con el pensamiento de no ser más tiempo tributarios del extranjero en aquéllos artículos que constituyen el surtido general de todas las farmacias.

Sociedad Leonesa de Productos Quimicos en el barrio de San Lorenzo

Cinco edificios

El primero contiene nueve hornillos fijos donde se asientan otras tantas calderas de cobre, bañado en porcelana, destinadas a la preparación de sales, evaporaciones, cristalizaciones, etcétera y además un horno de fundición de metales con los alambiques colocados en sus extremos, el de cobre para varios usos, y el de hierro, para la obtención de cloroformo: una caldera de vapor da el necesario para la batería de diez calderos donde hierven, evaporan y se rematan los extractos blandos y secos, así como más de cincuenta hornillos portátiles sostienen retortas, cápsulas, sublimatorias, etcétera.

Las piedras de trociscar, el filtra-aceites calentando agua o vapor, a voluntad, el corta raíces, la máquina de taponar, variedad de morteros de mármol, hierro y metal, y algunos otros útiles, completan este taller en su parte baja: la alta está formada por la estufa de aire caliente. El segundo edificio se compone de dos galerías que ocupan una superficie de 400 metros: 110 cubetas de de madera sirven en él los lixiviadores de cenizas vegetales, cuyas aguas se evaporan en dos calderas, calentadas por hornillos separados, y a su lado están otras calderas de hierro fundido para la calcinación y remate desalino y carbonato plástico.

Completan esta sección, la chimenea central rodeada de diferentes calderas con destino a la confección de emplastos, aceites cocidos, barnices, etcétera y unos hornitos donde se colocan las cápsulas cuando deben producirse vapores nitrosos o perjudiciales; el gran cilindro dispuesto para recibir el hidrógeno en la preparación del hierro reducido y para la destilación de aceites pirogenados, ladrillo, cera, sucino, cuerno de ciervo, etcétera; y el depósito de agua que se llena por medio de un pulsómetro, colocado al lado de la máquina de vapor, y que hace su distribución a los demás talleres por tuberías subterráneas.

El tercer edificio se compone de tres naves. La central con armadura de hierro recubierta de cristales en su extensión, que es de 900 metros superficiales, contiene varios departamentos, como de cajas de cartón y empaquetados, de carpintería, con su máquina circular de sierra mecánica, de herrería para reparaciones, etcétera: una máquina de vapor imprime movimiento a las máquinas fijas del ala izquierda, entre ellas, un mortero de hierro fundido destinado a la extinción del mercurio; una máquina molino de pinturas, dos molinos de hierro destinados, uno a cortezas y raíces, y otra a semillas y granos oleaginosos, donde las almendras, la mostaza, etcétera son convertidas en pasta o polvo, según se destinen para usos de farmacia o para obtención de aceites; el aparato de concentración de líquidos en el vacío para fabricar extractos; la máquina de taladrar; la máquina de hacer píldoras; la prensa hidráulica, en la cual se obtienen todos los aceites por presión y especialmente los de almendras, avellanas, nueces y linaza, yema de huevo, laurel concreto y cacao. Contiene, además, dos grandes molinos, para nuez vómica el uno; dos tamices circulares mecánicos; su aparato destilador de gran escala, que recibe el vapor del generador por tubería de cobre; y otro aparato de rectificación, compuesto de una caldera cilíndrica con una serie de tubos y llaves, donde está el vapor, que se condensa de la manera ordinaria de un serpentín de estaño”.

“Al frente a la botica se halla un licenciado en Farmacia, auxiliado de tres dependientes. El personal de la fábrica se compone, además de un jefe, de treinta obreros bien retribuidos”, concluía la descripción de Mingote.

Fuente:
La Crónica de León

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.