Una de las tradiciones mas arraigadas en León en la época de la Semana Santa son las chapas. Este juego siempre fue perseguido tanto por la justicia como por la moral católica que no consentía que en los días de procesiones la gente se dedicase al juego. A pesar de las continuas prohibiciones sobre el juego habidas a lo largo de la historia esta tradición sigue viva año tras año por nuestras tierras.
Pero, ¿ qué son las chapas y en que consiste este juego ?.
Para jugar se organiza un corro, es decir, un círculo de personas que hacen sus apuestas depositando el dinero en el suelo.
Los elementos del juego son dos monedas de cobre «de 10 céntimos» de la época de Alfonso XIII o duros de plata, llamados amadeos o alfonsinos, en las cuales, en una de sus caras, figuran pintadas unas cruces (lises).Una figura a destacar es el baratero, persona encargada de animar las apuestas, llevar el orden y pago de las mismas, recibiendo a cambio un porcentaje del dinero apostado.

Los apostantes se reúnen en el corro, estando el baratero en el centro. Las apuestas se hacen a caras o a lises.

El baratero, cuando se cierran las apuestas, coloca las chapas lis con lis y dice en voz alta a qué va (si a caras o a lises), a continuación se lanzan al aire, lo más vertical y horizontalmente posible comenzando con el primer lanzamiento. Nada puede rozar ni impedir la parábola de las monedas, si no se invalida la tirada. Si al caer al suelo, salen caras, ganan los que hayan apostado a caras, si salen lises, los que hayan apostado a lises. Si caen cara y lis, no gana nadie y se repite la jugada.

Si la parte que muestran las monedas es a favor de la opción apostada por el baratero, este recoge su dinero mas idéntica cantidad del resto del corro apostante. Si la que pierde es la opción dicha por el baratero quienes apostaron en su contra se reparten el dinero en la proporción que cada uno lo hubiera hecho.

Puede ocurrir que, estando las monedas en el aire, algún apostante quiera anular la tirada, entonces dice «barajo» y el baratero anula la apuesta de este jugador.
El jugador que inicia la jugada, si acierta en su apuesta, sigue lanzando las chapas hasta que falle, pasando, entonces, el turno a otro apostante de signo distinto.
No hay límite de dinero ni de tiempo.Se hablan de posturas mínimas (apuestas) de muchos euros en algunos corros, e incluso circulan leyendas de apuestas, en sus tiempos, de tierras y casas, e incluso hasta la mujer, apostados a las chapas.
A pesar de ser un juego prohibido por la ley, las autoridades siempre hicieron la vista gorda al tratarse de un juego con gran arraigo social. Actualmente, esta practica esta mas o menos legalizada y así lo acordó la Junta de Castilla de Castilla y León en la Ley del Juego de julio del año 1998.
En cuanto a los orígenes de esta tradición algunos historiadores indican como origen, los juegos utilizados por los soldados romanos para jugarse la túnica de Cristo. Otros en cambio hacen referencia a las monedas y a la traición de Judas.