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La Virgen de los Dados

La Virgen de los Dados

La Virgen de los Dados - detalle Corren los tiempos de fines del siglo XVI y principios del XVII, que comienzan a ser decadentes. El juego es otro de los síntomas. La juventud era disoluta y jugadora, no seguían ya los ejemplos de los honrados ciudadanos. Así comenzaban a andar las cosas, que ni los severos hombres que el Rey buscaba eran capaces de contener la marcha cuesta abajo. A pesar de victorias en Ostende y otras, el Rey y sus ministros y Capitanes de los Tercios veían menos claro el horizonte patrio. Los jóvenes mismos estaban contagiados. Un ejemplo era Rosendo Benavides, hijo de Fructuoso. Era un disoluto. Había contraído el vicio del juego. Jugaba dinero y hasta promesas. Lo peor era que Presento, su amigo del barrio de Santa Marina, andaba por las mismas. “Y de la misma edad que son, de las mismas mañas, y de parecidas posiciones y haberes, pues tu me dirás…” Este susurro lo sabían ya hasta los cubos de la muralla, los pórticos de la catedral y los zaguanes de San Martín y Palat de Rey. Las bodegas de la calle que entonces se llamaba La Bodega Vieja, y luego la calle Nueva, eran escondrijos de jugadores. Una noche que Fructuoso se dirigía hacía el barrio de Santa Marina, al pasar por la Plaza de Nuestra Señora de Regla, ya doblada un poco la esquina, Fructuoso tuvo un sobresalto. Le pareció oír revuelos y pasos de fuga por el lado norte de la catedral. Pensaba tirar por el lado del claustro de la catedral, entonces abierto, y seguir la calle de La Canóniga Vieja. Pero de repente torció más a su izquierda para ir a dar a San Pelayo. No creía en sobras ni consejas pero los imaginados pasos de fuga no dejaron de ponerle algún reparo. Los sobresaltos y contratiempos ellos solos se vienen, no hay porque ir a buscarlos. Luego lo comprendería todo. ¿Por qué Fructuoso Benavides pregunta a su esposa si el hijo había llegado a casa? Quizás por que faltaban ya pocos días para que Rosendo volviera a servir a su Majestad el Rey Felipe IV. Quizá también por eso, pero el motivo principal no debía de ser aquel. Para cuando el susurro fue grito, y la murmuración noticia, y los dichos, hechos, Rosendo y Presento habían marchado a Europa, mas allá de Francia. Porque fue un soldado el perdulario de aquella noche de 1633 en la taberna de la calle de la Bodega Vieja. Perdió ducados, doblones, nervios, dignidad y mas que la historia no dijo para evitar el bochorno del soldado y su familia. Soldado era el perdedor de aquella noche, como podía deducirse por toscos juramentos de voto a tal y voto a cual. Se enfureció, juró y perjuró el jugador desventurado. Era una noche clara del verano en curso, bajo el resplandor de la luna salió de la taberna, anduvo alguna calleja, paso la Plaza de Regla, y trasponiendo el lado norte de la catedral, arrojó los dados del infortunio contra la imagen de Nuestra Señora, que estaba sobre el parteluz de la portada norte. Los arrojó con tal rabia contra la imagen de Nuestra Señora y el Niño, que los dados rebotaron, viniendo a caer como una granizada contra el suelo. ¿Qué si fue ignominioso? Por Dios y por la Santa imagen de la Virgen y el Niño del parteluz de la puerta norte de la catedral!. No hay más que decir que alguno de los dados dio contra la cabecita del Niño y salieron lágrimas de la Virgen y sangre de la cabecita, pues algunos de los dados estaban manchados de sangre. Se aprovecho para guardar aquella sangre en un lienzo que se protegió con un relicario. En el siglo XVIII aun se guardaba esta sangre milagrosa, que recordaba el hecho del jugador malaventurado. ¿Volvieron Rosendo y Presento de la guerra?. Por fortuna volvieron. Y también por fortuna, el ufano capitán y humillado jugador volvió para arrepentirse. No mucho mas tarde de su vuelta de Flandes el antiguo soldado llamaba a las puertas del convento de San Francisco extramuros de León. Fue así como el capitán jugador profesó como hermano converso en el convento para corregir su vida desencaminada. De ello y de los dados se enteró todo el pueblo de León por lo que la gente dio en llamar desde entonces a la imagen de la parte norte de la catedral LA VIRGEN DE LOS DADOS.

La Virgen de los Dados

4 respuestas a «La Virgen de los Dados»

Me ha encantado encontrar esta pagina, con tantasn cosas curiosas. Yo entre porque desconocia el origen de la palabra Papalguinda y me ha sorprendido ver tanta informacion de nuestra tierrina. Seguid asi.

Me podeis echar una mano? Estudio historia del arte y necesito informacion del arbol de Jese, que seencuentra en el trascoro. Gracias

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