La Fuente Sublantina

La fuente llamada sublantina o de Sub Lancia o Sublantia del siglo XVIII, que fue el primer manantial de aguas ferruginosas declarado de utilidad pública en España, se encuentra actualmente desmontada y abandonada al aire libre en las dependencias que la Diputación tiene en el complejo de San Cayetano.

Este manantial, por sus excelentes propiedades, aun aparecía en las guias de bañistas de 1896, pero lo curioso del caso es que, como la propia Lancia y sus suburbios industriales conocidos como Sublancia, los restos romanos y judíos de Puente Castro o el mismisimo León, parece que esta fuente hunde sus raíces, mas allá de la época de su redescubrimiento allá por el año 1821, antes incluso de la ocupación romana sobre la peninsula iberica y, como la ciudad que le presta su nombre, parece estar íntimamente ligada a nuestro pasado Astur.
Esta fuente Sublantina, así llamada por haberse descubierto cerca de los vestigios de la antigua Sublancia, se encontraba en el paraje del Tremedal, en el actual Polígono de la Lastra. Antonio Chalanzón nos la describe en su libro «Historia natural, análisis y virtudes del agua mineral ferruginosa de la fuente Sublantina» de la siguiente manera: Se halla en la margen derecha del Torio al SE de León y a la distancia de un cuarto de legua de esta ciudad: al SO del Puente del Castro que dista de la fuente unas 600 varas, y 400 al E de la Casa del Parque. Había pasado desapercibida, hasta que el Coronel D. Luis de Sosa la descubrió, guiado por la nata irisacea que se ve en distintos puntos de su inmediación en la orilla del Torio. El caudal de esta fuente es tan copioso que habiéndose medido con la posible exactitud,y repetidas veces, se halla que arroja ciento quince cuartillos de agua cada minuto, poco mas o menos, osea unos cinco mil cántaros en veinte y cuatro horas. La fuente, en el corto trecho que media desde su origen al rio, corre sobre cascajo y cantos rodados que tiñe de color ocráceo, y en los sitios en que se detiene alguna agua sobre el terreno, forma un sedimento amarillo de miel, abultado y de aspecto gelatinosos, con una nata superficial color de cuello de pichón.

Este manantial tiene una historia curiosa. El erudito leonés Nicolás Benavides Moro rescataba en 1958 un número de la Gaceta de Madrid de 1821 que recogía cómo había sido descubierta nada más y nada menos que por el mismísimo coronel Luis de Sosa Tovar, ilustre Vidanés que abanderó la rebelión Leonesa al frente de los Voluntarios de León contra los franceses. De Sosa recomendaba a los representantes leoneses que esta fuente debía mejorarse y adecuarse para su disfrute por parte de toda la ciudad.
Posteriormente el licenciado farmacéutico Antonio Chalanzón, miembro de número de la Sociedad Económica de León, quien la investigó y constató los beneficios que en diferentes enfermedades conseguían sus aguas, siendo declarada de utilidad pública medicinal. Tras su edificación con buena piedra escuadrada y tipología romana, su rastro se fue perdiendo, poco a poco, en el tiempo, hasta que reapareció ante los ojos del investigador Antonio Barreñada en 2006, desmontada pero con sus piezas en un aceptable buen estado.

En el momento de urbanizar esta zona de la capital leonesa que hasta hace poco eran prados y tierras de labor, se pensó en recuperarla para decorar algún rincón o espacio público del, hoy, nuevo barrio leonés, o del cercano barrio de Puente Castro, pero al parecer y sorprendentemente estas posibilidades se desestimaron.
Esta fuente a pesar de ser incluida en la Modificación del Plan General de Ordenación Urbana de León 7/2010, dentro del Catálogo de Bienes y Elementos Protegidos, en el que se incluye una nueva ficha en el apartado correspondiente a elementos singulares, grado de protección 5 (el máximo), nada se ha hecho por su conservación.
Años después, en el solar de San Cayetano en el que se encuentran, el abandono de los sillares correspondientes a la famosa y catalogada de utilidad publica «Fuente Sublantina» aparecen mezclados entre sí y con otros cascotes, así como progresivamente cubiertas de zarzas y malas hierbas.

En el lugar donde se encontraba nos hallamos hoy con una calle sin salida detrás del Colegio Sagrado Corazón que nos recuerda su nombre, y una pequeña fuente ornamental a unos pocos metros como queriendo hacer un pequeño homenaje, triste final para una fuente con tantos siglos de historia.

^{Fuente:
Diario de León
Antonio Chalanzón
Ayuntamiento de León}