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El Pósito de León

El Pósito de León

Los pósitos eran instituciones municipales destinadas a almacenar cereales y a suministrar a los labradores las semillas necesarias para la sementera y procurarles subsistencia en los cuatro meses de escasez, de abril a la recolección; también recibían el nombre de  alhóndiga o alfolí. Podían ser de dos clases según su origen, por un lado estaban los pósitos municipales, fundados por los ayuntamientos, y por otro estaban los pósitos píos, que tenían un carácter más benéfico o caritativo.

Su origen data del siglo XVI, aunque algunos los remontan a la Edad Media, pero su generalización e importancia corresponde al siglo XVIII, época en la que era frecuente que desde ellos se realizaran operaciones de préstamo para la siembra y demás faenas agrícolas. Se crearon por medio de convenios entre vecinos o por fundaciones pías para precaverse contra las malas cosechas, el acaparamiento o los altos precios. En el año 1751 se crea la Superintendencia de Pósitos, dependiente de la Secretaría de Estado de Gracia y Justicia, que regulará y centralizará su uso. Posteriormente su administración cambiaría sucesivamente de dependencia y régimen administrativo. En 1792 dependían del Consejo de Castilla. En 1824 pasaron a la Secretaría de Estado de Hacienda. En 1877 pasaron a la administración de los Gobernadores Civiles. Finalmente, desde 1906 se transformaron en bancos de crédito agrícola, aunque dependiendo de organismos oficiales.
En general la gestión se llevaba directamente en cada pósito, y de forma bastante satisfactoria, aunque no faltaban quejas contra el favoritismo de ciertos mayordomos que repartían los créditos a su antojo, e incluso especulaban con sus fondos.

El préstamo tenía carácter social y no especulativo. Si se prestaba grano, había que devolverlo «con creces». Y si se prestaba dinero, el interés medio que se cobraba oscilaba entre el 3 y el 4 %, muy por debajo al del mercado abierto. Y no podía ser de otra forma, ya que quien acudía al pósito a pedir prestado lo hacía para paliar el hambre, o para poder sembrar. Así lo establecía la Real Cédula de 2 de Julio de 1792. Los beneficios obtenidos se invertían en acciones de interés público, como es el caso de obras públicas, el pago a maestros o médicos, etc.

Pósito Municipal de León

Llegado el siglo XIX, la existencia de los Pósitos está en entredicho. «Si los pósitos en su día fueron un adelanto moral y económico, hoy no corresponden a las necesidades de la agricultura», escribe Salustiano Posadilla en 1868 en la memoria que presenta a la Diputación de León sobre la fundación de un banco agrícola en la provincia.
«Los labradores prefieren los préstamos en dinero porque acuden al mercado más conveniente, eligen el grano que más les place y lo llevan sano y bien medido (…) lo que ansía a voz en cuello son bancos de crédito territorial, bancos agrícolas».

Posito Municipal de León

El pósito de León se encontraba adosado al exterior de la cerca medieval junto al postigo de la Ollería, junto al Palacio de los Guzmanes, entre el paseo del Rastro y la plazuela de San Marcelo.
Se trataba de un edificio rectangular de planta baja con paredes de adobe, dos grandes puertas que daban hacia el mercado de ganados y pequeñas ventanas para su ventilación, y que se extendía desde la actual calle de Ruiz de Salazar hasta casi la actual plaza de Santo Domingo.

Pósito Municipal de León

La demolición del pósito municipal se llevaría a cabo una vez iniciada la construcción, en 1922, del edificio Pallarés, hoy Museo de León.
En su recuerdo las dos calles que flaqueaban el edificio Pallarés recibieron el nombre de calle Pósito y calle Alhóndiga respectivamente. Una de ellas aún conserva dicho nombre, la otra en cambio lo perdería después de la Guerra Civil.

El Diario de León publicaba el cambio del nombre de la calle el 12 de junio de 1942: «La calle Pósito será en lo sucesivo calle de Pilotos Regueral en memoria a los dos aviadores del mismo nombre que dieron su vida por España».

Fuente:
León perdido
La Cronica el mundo

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