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Casa Arce

Casa Arce

La llamada popularmente «Casa del Coño», por su empaque y representatividad, es un paradigma de los modelos residenciales y las formas estilísticas de la arquitectura española en la década de los cuarenta del siglo XX. En una época autárquica, sostenida ideológicamente por un extremado nacionalismo xenófobo, se manifiesta un rechazo tajante de las formas racionalistas que se asimilan con el bando republicano o se califican de nefasta influencia extranjerizante. Los arquitectos que, independientemente de su ideología, habían cultivado en su gran mayoría los estilemas de la arquitectura moderna, se ven en la necesidad de adaptarse a los nuevos cánones en una súbita metamorfosis no exenta en muchos casos de evidente oportunismo. Como en otras esferas intelectuales, es la España imperial del siglo XVI la referencia mítica que se pretende como modelo del nuevo Estado. El clasicismo neo-herreriano se convertirá tácitamente en el estilo oficial y las cubiertas de pizarra, los afilados chapiteles, las severas fachadas de huecos seriados, etc proliferarán en edificios públicos y privados.
No debió ser Francisco Javier Sanz uno de los arquitectos a los que incomodara este viraje. Nacido en 1892, concluyó los estudios en 1918 antes de que se difundieran en España las propuestas de las vanguardias europeas. Educado en el academicismo, toda su obra rezuma una potencia que conecta muy favorablemente con los «revivals» neoimperiales. Como revela el apodo popular, el edificio es un hito urbano estratégicamente ubicado: en uno de los chaflanes más emblemáticos del Ensanche, remate del tramo meridional del frente fluvial, en la Glorieta que sirve de conexión entre la trama del Ensanche y el vado del río, hacia la Estación del ferrocarril. Esta situación tan destacada le convierte en portada del área central de la cuidad que ha de soportar la contemplación desde innumerables y lejanos puntos de vista. La planta se ordena mediante pórticos paralelos a fachada que definen dos crujías, más una tercera en el chaflán. La exterior es una tira continua de estancias habitables e indiferenciadas de superficie muy similar (entre 15 y 21 m2). La interior agrupa todas las dependencias definidas funcionalmente: «Cada una de las viviendas, además de las habitaciones de recibo y dormitorios tiene los siguientes servicios: Cocina, cuarto de plancha, office, baño, cuarto de aseo de servicio, despensas y escalera de servicio…»
Este modelo de vivienda corresponde a la segregación espacial propia del modus vivendi de la burguesía de la época que comparte la casa con servidores en régimen de internado: la zona noble, volcada hacia la calle, para los propietarios y el servicio y las tareas domésticas, al interior. Esta purificación de la crujía externa, de la que se expulsan todas aquellas funciones que precisan de huecos específicos, permite utilizar la seriación de elementos repetidos como recurso principal para la composición de la fachada. Sobre el fondo isótropo que dibuja la retícula de vanos, se superpone la clásica división tripartita (zócalo, entablamento y cornisa) y un tratamiento en volumen y acabados que le confiere verticalidad. El zócalo incluye la planta comercial y un nivel superior de usos terciarios que se manifiesta con un tipo de hueco diferente, con carpintería de guillotina. La franja de coronación superior, coincidente con el último piso, mantiene el lenguaje general. Su definición se obtiene con una simple imposta corrida y el retorno de la totalidad de la fachada al plano principal, eliminando los voladizos. El volumen, rotundo y compacto, con 27 m. de altura de cornisa, se remata con una potente cubierta de pizarra, que no figura representada en los planos, descompuesta en varios volúmenes que acentúan la axialidad de cada una de las tres fachadas. El sistema constructivo es el habitual en Sanz, cerramientos perimetrales de carga y pórtico intermedio de hormigón armado. Las fachadas son de «… ladrillo de mesa al descubierto y con impostas, cornisas y jambas de piedra artificial». La cubierta es amansardada con faldones de pizarra. Comparando el Proyecto con la realidad final se detectan bastantes cambios: los acabados se invierten, el ladrillo pasa a la zona del enfoscado y viceversa; se levanta una planta suplementaria que escalona la silueta del edificio y triplica los ejes de simetría; se eliminan los huecos abalconados y la ventana termal en la cornisa del chaflán; se modifican las carpinterías de los huecos de la planta principal, adscrita al zócalo, perdiendo parte del grado de distinción con el resto. No obstante, estas modificaciones que ciertamente implican un aumento del volumen construido, no pasan de ser simples correcciones de diseño que en general pueden calificarse como favorables para la coherencia y potencia arquitectónica del resultado final.


Fuente: Colegio de Arquitectos

2 respuestas a «Casa Arce»

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