Debemos decir que esta calle tan leonesa la hemos pisado todos en multitud de ocasiones, sin apenas darnos cuenta que transitamos por ella. Y es que, como muy bien dijo don Máximo Cayón Waldaliso, «es tan pequeña que cuando entras en ella ya parece que sales».
Tuvo con anterioridad los nombres de Padre Getino y Juan Antonio Nuevo, hasta que el 23 de noviembre de 1936 la Comisión Gestora del Ayuntamiento, de conformidad con la propuesta formulada por la Ponencia nombrada al efecto, decidió llamarla calle del Teatro, denominación que ha llegado hasta hoy.
Parte de la popular calle de la Rúa, para concluir poco antes de un par de escalones que permiten el acceso a la Plaza de San Marcelo. Peatonal y en descenso, mira de frente al hasta hace unos años consistorio leonés, siendo una de las vías más cortas pero a la vez más tradicionales del viejo e histórico León. Bien podemos apreciarlo en la solera de sus escasas y pequeñas viviendas, alguna engalanada con vistosas galerías acristaladas.En el costado sur del antiguo Ayuntamiento capitalino, edificio levantado en el siglo XVI por Juan de Ribero Rada, estuvo el Teatro Principal, derruido hace años para ampliar la Casa de Poridad, según proyecto de don Luis Menéndez Pidal. Aquel Teatro Principal que muchos leoneses aún recuerdan, el primer teatro que ha tenido la ciudad, se mandó construir por orden municipal en 1845, sobre el solar que ocupara otro antiguo «Patio de Comedias», con capacidad para mil personas y siendo las obras dirigidas por el arquitecto Manuel Velasco. Fue inaugurado el 25 de octubre de 1846 por el alcalde de la ciudad don Antonio Álvarez Reyero, llamando poderosamente la atención el que perteneciera a los conocidos como «techados y públicos», pues en general los teatros con techo solían ser privados. El patio de butacas lo constituían en principio bancos corridos de madera, con respaldo y brazos. Pero poco después, en 1860, se instalarían lujosas butacas tapizadas de terciopelo rojo, remplazadas en 1910 por asientos de madera que llevaban en el respaldo las iniciales T.P.
En el centro del segundo piso estaba el palco municipal, a donde acudía la corporación y otras autoridades locales, ocupando el señor corregidor el primer asiento y, luego, el resto de regidores por orden de antigüedad. También estaban las plateas frecuentadas por las clases sociales más poderosas, llevando braseros para calentarse que eran atendidos por sus criados. En la parte central del teatro había una gran araña que colgaba del techo, regalada a los franciscanos cuando la iluminación con bujías dio paso a la electricidad.
El día de la inauguración actuó la compañía de verso de Rafael Farro, poniendo en escena la obra «Doña Juana de Castilla», de Ventura G. Escobar. Los artistas cosecharon tal éxito que permanecerían aquí durante una larga temporada, marchando muy contentos después de haber llegado en unas condiciones económicas muy precarias.
Si bien es cierto que el Teatro Principal siempre estuvo sometido a sucesivas reformas, el 28 de marzo de 1946 terminó una de las mayores y más completas, convirtiéndolo en una instalación cómoda y moderna. Lo inauguraría con gran pompa la grandiosa Compañía Lírica Titular del Teatro Calderón de Madrid, representándose en sesión de tarde «Doña Francisquita», del maestro Vives, y en sesión de noche la obra del maestro Guerrero, «Los Gavilanes».
En diciembre del año 1960 se comunica por el arquitecto municipal, al alcalde don José Martínez Llamazares, que «el teatro tiene algunas grietas y en caso de incendio se correría un grave peligro por la cantidad de madera que tiene». Se acordaba proceder a su clausura lo antes posible, rescindiendo el contrato que hasta entonces mantenía el Ayuntamiento con la Empresa Leonesa de Espectáculos.
Así es como cerraría sus puertas el viejo teatro Principal, el primer día de abril del año 1961, justo después de que dos días antes le fuera dedicada una inolvidable despedida por parte de la Asociación de la Prensa Leonesa.