Calle Fernández Cadorniga

Se llamó de Cuchilleros, luego de los Quiñones, después de las Concepciones, y desde comienzos del siglo XX, con el nombre que hoy la titulamos y que homenajea a don Gabriel Fernández Cadórniga, el ilustre bañezano. Estamos, en el barrio del Mercado, en una vía que partiendo de la Plaza Don Gutierre concluyen en la calle La Rúa.
En su parte inicial, ocupando casi la mitad de la arteria por el lado izquierdo, se halla el solar que primeramente fue Escuela Normal de maestros en la ciudad, más tarde grupo escolar «Guzmán el Bueno», y actualmente reconvertido en Centro Público de Educación de Personas Adultas. El nombre de Guzmán el Bueno se impuso como reconocimiento por haber sido el titular de la calle, don Gabriel, quien tuvo la idea de levantar en nuestra capital la estatua del caballero leonés, a finales del XIX.
La calle es recta, en largo sentido descendente, con viviendas de distintas épocas y alturas, dejando entre los números 4 y 8 la llamada «Casa Torreada» o viejo palacio de los Quiñones. Desde aquí y hasta su final la vía se estrechaba, ensanchando y alineando el Ayuntamiento su trazado allá por los años cuarenta, tal cual hoy la vemos. También estuvieron en ella las paneras del Pósito, llevándose un detallado control del trigo que entraba y salía del mismo.
El paso del tiempo y el injusto abandono del hombre han desfigurado bastante esta señorial casa del siglo XVII, más parecida a una fortaleza que a una mansión de abolengo. Dos torres, al uso clásico, limitan su hermosa fachada de piedra, en la que destacan su frontón y puerta dintelada, además de los balcones de magníficos herrajes y unos escudos heráldicos. En sus cuarteles observamos cadenas, calderas, castillos y lobos, lo que indica bien a las claras las armas de los Osorio y los Barba, y por tanto el entronque con estas nobiliarias familias. Perteneció a don Ramiro de Laciana y Quiñones, de la rama de los Quiñones de Sena. Don Ramiro fue regidor perpetuo de la ciudad y procurador en Cortes, además de procurador general de la Orden de Santiago. Desarrolló una destacada labor en nuestro Ayuntamiento.

Don Gabriel Fernández Cadórniga nació el 13 de marzo de 1830 en La Bañeza. Iniciado en la actividad periodística como director de «El Español», órgano del partido moderado, pasaría posteriormente a las filas de la política, gozando de la amistad personal tanto de la reina Isabel II como de su hijo, el malogrado Alfonso XII.
Sería diputado por Astorga, Motril, Alcaraz y, por supuesto La Bañeza, además de senador en distintas legislaturas. Su brillantez y excelentes relaciones le facilitaron el salto a cargos de superior categoría. Así, a lo largo de su trayectoria, ocupó numerosos puestos de relieve en la Administración. Fue director general de la Administración Local, subsecretario en el ministerio de Gobernación y vocal del Real Consejo de Sanidad.
Muy bien considerado, Fernández Cadórniga sería nombrado gobernador civil en ciudades como Pamplona y Valencia. Y siendo ministro Romero Robledo, ocupó el cargo de director general de Prisiones. Fue entonces cuando el bañezano inauguraba, en 1884, la famosa cárcel Modelo, de Madrid. Toda esta labor fue recompensada con distintos méritos y galardones. Por ejemplo, la gran Cruz del Mérito Militar y el título de comendador de la Orden de Isabel la Católica.
Curiosamente en plena vejez, el año 1894, se casaba en Madrid con una sobrina suya. Poco después, el 4 de octubre de 1900 moría en la capital de España este Hijo Predilecto de la ciudad de La Bañeza, tal como había sido declarado por el Ayuntamiento tiempo atrás. Y decimos bien lo de ciudad, pues según señala el erudito don Conrado Blanco, La Bañeza alcanzó ese título, el 3 de enero de 1895, gracias a la iniciativa de don Gabriel Fernández Cadórniga.
A su muerte dejaba un legado de 75.000 pesetas para el Hospital bañezano, gesto que fue reconocido con la celebración de solemnes funerales en la iglesia de Santa María. Un buen homenaje para este preclaro hijo de La Bañeza.

Fuente: Diario de León