Calle de Monseñor Turrado

Dado que hoy vamos a centrar esta sección sobre las calles leonesas en un personaje de tipología religiosa, no viene nada mal dejar sentado que la calle protagonista concluye justo enfrente de la actual entrada al Albergue del Peregrino del CHF. Así se resumen esas constantes de hospitalidad y cobijo que sin duda hubieran satisfecho a Monseñor Turrado, un hombre que dedicó toda su fructífera vida a buscar el bien para sus semejantes.
Pues bien, con esta pequeña pista ya podemos situar más o menos la calle que es.
Comienza en la avenida de Fernández Ladreda y, en un recto y no muy largo trazado, finaliza en la calle Campos Góticos. Y es, quizá, la arteria de toda esta zona que mayor relación guarda con el conocido cuartel de la Guardia Civil. No en vano su lateral derecho limita con el recinto militar, lo que nos dice bien a las claras la estrecha dependencia de la calle con relación al citado acuartelamiento. Por el contrario, su lado izquierdo está conformado por cuatro bloques de viviendas de similar aspecto y época de construcción, que no añaden nada relevante en el aspecto urbano a este entorno, cuya principal seña de identidad es la ruidosa y bulliciosa avenida inmediata.

Ya han transcurrido muchos años, concretamente hablamos de 1944, cuando siendo alcalde don José Aguado Smolinsqui fue aprobada la cesión al Estado de los terrenos donde se emplazaría un cuartel con destino a la Guardia Civil, en los solares denominados «del Parque». Una vez erigido el recinto para «los hombres del tricornio», sería durante el mandato de don José Martínez Llamazares cuando se aprobaban los nombres de diferentes calles que hasta ese momento carecían del mismo. Así, el 16 de marzo de 1963 se impuso la denominación de Monseñor Turrado a «la primera calle a la derecha del Cuartel de la Guardia Civil, con entrada por Fernández Ladreda y salida por la calle quinta».

Nacido en la localidad leonesa de Pinilla de la Valdería el señalado día de la Nochebuena de 1903, Ángel Moreno Turrado tomaría los hábitos religiosos en Bilbao a principios de la vitalista década de los años 20. Tras tomar el nombre de Gaspar de Pinilla, en junio de 1931 marchaba a tierras venezolanas para ponerse al frente de varias parroquias e internados indígenas.
Dispuesto a conocer personalmente el territorio misional y para organizar mejor su apostolado espiritual, Monseñor Turrado recorría cada año rancho por rancho, comprobando «in situ» las necesidades materiales de sus feligreses y administrando el sacramento de la confirmación. Asimismo, fundaría distintos centros misionales e internados para niños indígenas, atendidos por las religiosas misioneras de María Inmaculada.
Con el tiempo, la obra del infatigable y sacrificado sacerdote leonés se fue extendiendo por gran parte del territorio venezolano. En la zona de Perijá, en plena selva y con la intención de reducir a los bravos y peligrosos indios motilones, establecía la residencia de Casigua y el centro misional de Los Ángeles del Tukuko. Posteriormente llevaría a las religiosas españolas de Santa Ana a la ciudad de Machiques, para dirigir un colegio de segunda enseñanza. Tras una exitosa carrera como misionero que le valdría ser preconizado obispo titular de Assó y vicario apostólico de la misión de Machiques, donde erigió una magnífica catedral, en 1954 presentaba su dimisión y regresaba definitivamente a España.
Enfermo y lleno de achaques, Monseñor Turrado se instaló en Madrid, dedicando el resto de sus días al apostolado de la predicación y confesionario. Hasta su fallecimiento el 16 de noviembre de 1961 este religioso leonés, asiduo colaborador de la revista «Venezuela Misionera» y autor de dos libros etnográficos sobre los indígenas, sería un edificante ejemplo de caridad, humildad, trabajo y perseverancia.

^{Fuente: Diario de León}