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Calle Cervantes

Calle Cervantes

Calle Cervantes placa
La calle, ahora peatonal, que partiendo de la del Generalísimo o Ancha llega hasta la Plaza de Torres de Omaña, llamada antes de los Cuatro Cantones y Correo, recibe el nombre de la mayor gloria literaria que ha dado este país: Cervantes. La anterior denominación de Correo se debe a que hacia el año 1923 aún se ubicaba en esta calle la Administración de Correos, hasta que poco tiempo después paso al nuevo edificio construido por don Manuel de Cárdenas en la Plaza de la Regla.
Cervantes es una calle que ha recuperado vitalidad con la peatonalización y la reordenación del viejo León.
Un nombre Correo, que nos evoca los tiempos de las postas, de pliegos cerrados portadores de órdenes y noticias. Fue en la época de los Reyes Católicos cuando se organizó de forma regular este servicio, que seria de gran trascendencia en los siglos posteriores, aunque en la actualidad va perdiendo importancia con el progresivo desarrollo de las nuevas tecnologías.
También, a finales de los años cuarenta, el obispo don Luis Almarcha destinará la casa número diez de esta vía a Centro de Acción Católica, con unas oficinas para Emigración. Buena falta hacía ese toque de caridad cristiana procurado por el doctor Almarcha, pues lamentablemente la calle Cervantes es famosa por dos crímenes aquí ocurridos, y que en su momento conmovieron las tranquila vida ciudadana. El primero fue de tipo pasional, y en él se vio involucrada como víctima la sirvienta María Fernández Pastor, mientras que su agresor era el soldado Severino Colinas. Este triste suceso ocurrió en 1907 y. desde luego, supuso motivo de horrorizados comentarios en todos los círculos leoneses. El otro crimen, de carácter político, se saldó con la muerte en 1923 de don Fernando González Regueral, el entonces gobernador civil de Vizcaya. Fue un frío asesinato que causó enorme conmoción en toda España.
Así, por azar del devenir histórico local, se aproximan, de cierta manera, la cultura con el crimen. Estando la cultura representada, cómo no, por Miguel de Cervantes Saavedra, nacido en Alcalá de Henares en 1547, y muerto en Madrid el 23 de abril de 1616. Cuarto hijo del médico cirujano Rodrigo de Cervantes, un practicante o barbero de la época, para 1566 la familia ya estaba establecida en Madrid, donde el joven Miguel debutó como escritor con un soneto dedicado a la recién nacida infanta Catalina, segunda hija de Felipe II. Pero estos tempranos inicios poéticos se vieron truncados de raíz, pues a finales de 1569 Cervantes vivía en Roma, empleado como camarero del cardenal Acquaviva. El motivo de su partida estuvo relacionado, al parecer, con una pelea protagonizada por el futuro escritor y en la que resultó herido el maestro de obras Antonio de Sigura.
Cansado de los ambientes pontificios, don Miguel de Cervantes abrazó la carrera militar, en la que buscó refugio a tanto desasosiego personal. Y encuadrado en el Tercio Viejo de la Armada, combatía en la gloriosa refriega de Lepanto, «la más alta ocasión que vieron los siglos». A causa de las heridas recibidas en la batalla le quedó inutilizada la mano izquierda, por lo que desde entonces se le conocería como -el manco de Lepanto-. Después de diversas campañas. Miguel de Cervantes embarcaba en Nápoles, junto a su hermano Rodrigo, de vuelta a España. Pero una tempestad dispersa la flotilla y la galera El Sol, donde viajaban los Cervantes, es apresada por piratas berberiscos. Los cautivos son conducidos a Argel, donde pasaría en cautiverio más de cinco años, hasta que finalmente, una vez satisfecho el rescate por los hermanos trinitarios, el año 1580 llegaba a su añorada España.
Instalado de nuevo en Madrid, Cervantes se dedica de lleno a las letras. Así, publica La Galatea, El trato de Argel y La Numancia. A los treinta y ocho años de edad contrae matrimonio con doña Catalina Salazar y en 1587 aparece afincado en Sevilla, donde ejerce el cargo de comisario real de abastos para la Armada Invencible. Un trabajo que le causa multitud de problemas, entre ellos algún período de cárcel no demasiado largo, pero que le deja tiempo para redactar su genial obra El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, aparecida en Madrid a principios de 1605.
Sin entrar a valorar El Quijote, sin duda la obra cumbre de la literatura española, merece la pena resaltar algunos pasajes del libro que hacen referencia a León. El capítulo XXXIX, por ejemplo, comienza así: -En un lugar de las montañas de León tuvo principio mi linaje…». También se habla de Bernardo del Carpió o de Suero de Quiñones, además de que son varias las ocasiones en que se cita a León o los leoneses.
Es preciso tener en cuenta que el apellido Cervantes aparece en León varios siglos atrás, como es el caso del teólogo Gaspar de Cervantes.
En definitiva, ¿pasó alguna vez Cervantes por León o tuvo familiares en la ciudad? Por ahora son especulaciones que hacen aún más interesante al autor de El Quijote, un libro que alguien definió con una frase redonda: su lectura hacer reír a los mozos, pensar a los hombres y llorar a los viejos.
Calle Cervantes

Fuente: Diario de León


2 respuestas a «Calle Cervantes»

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