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Calle Alfonso VI

Calle Alfonso VI

Calle Alfonso VI placa

Cuatro son las calles que nuestra ciudad dedica a reyes con nombre de Alfonso, si bien no podemos olvidar otras dos, y que corresponden al Rey Emperador y Rey Monje respectivamente. O lo que es lo mismo: Alfonso VII y Alfonso IV.
El VI, del que hoy les vamos a hablar, le fue dado a una vía del Barrio de San Mames y fue el último Alfonso en otorgarse. La situaremos mejor diciendo que es la quinta por la derecha de la larga Avenida de Nocedo, donde empieza, concluyendo en la calle dedicada a San Juan de Sahagún. De mediano y recto trazado, combina primitivas casas con otras modernas, de dos y tres alturas. Es menor la acera de los impares, pues llegando al cruce con la calle que homenajea a San Juan de Dios, se interrumpen las viviendas y aparece un solar convertido en espacio verde, con fuente y bancos, que sirve de pulmón a esta ajetreada zona.

Calle Alfonso VI
A la muerte de su padre Fernando I en 1065, el coronado como Alfonso VI, que a causa de sus muchas hazañas se ganaría el sobrenombre de «el Bravo», heredaba los reinos de León y de Asturias. El hijo primogénito Sancho había recibido en tan generoso reparto el reino de Castilla, pero no contento con su suerte, el año 1067 invadiría a sangre y fuego los territorios asignados a su hermano, el monarca leonés.
El día 19 de julio de 1068 se entabló una batalla decisiva en Llantada, a orillas del río Pisuerga. Ante el imprevisto ataque don Alfonso no tuvo tiempo material para adiestrar a sus tropas, así que el ejército de León se retiró a nuestra ciudad.
La derrota no resultó catastrófica y la situación se mantuvo más o menos igual durante un tiempo, hasta que el año 1071 se repetía el choque entre los dos hermanos.
En esta ocasión la escaramuza se trabó en la localidad de Golpejar, venciendo los hombres de don Alfonso.
Sin embargo, los leoneses no persiguieron a los enemigos y a la noche, cuando descansaban en sus tiendas, fueron atacados por sorpresa y los castellanos consiguieron dar la vuelta a la situación.
El rey buscó refugio en la iglesia de Santa María de Carrión, pero sin respetar lo sagrado del recinto fue tomado prisionero y llevado al castillo de Burgos. Gracias a Dios, los ruegos de su hermana doña Urraca ablandaron a Sancho, quien accedió a liberar al detenido con la condición de que hiciera vida monacal en el monasterio de Sahagún.
Al poco, el rey leonés lograba huir a la corte del rey moro de Toledo, donde se limitó a aguardar los acontecimientos.

No satisfechas sus ambiciones, el monarca castellano haría incursiones a los territorios del resto de sus hermanos, decidido a reunir bajo su corona todos los reinos que gobernó Fernando I. Al intentar arrebatar Zamora a doña Urraca, un soldado llamado Bellido Dolfos lograba salir de la plaza y, mediante engaños, logró matar al ambicioso y usurpador Sancho. Asesinato que tuvo lugar el 7 de octubre de 1072.
Don Alfonso regresó a sus dominios e incluso recibió la corona de Castilla, aunque antes tuvo que jurar públicamente, en la burgalesa iglesia de Santa Gadea, que nada había tenido que ver en la traicionera muerte de su hermano. Juramento, por cierto, que le fue tomado por el mítico Cid Campeador.
A partir de entonces, convertido en «el soberano de hombres de las dos religiones», como le llaman repetidas veces los historiadores musulmanes, los éxitos de las armas cristianas no tendrían límites. Los hombres de don Alfonso tomarían a los árabes Toledo, Talavera, Salamanca, Guadalajara, Cuenca e incluso Madrid.
El rey Alfonso se casaría en cinco ocasiones: con Inés de Aquitania, fallecida en 1078; Constancia de Borgoña, que corrió idéntica suerte en 1093; Berta, en 1100; Isabel, en 1108; y finalmente Beatriz, que sobreviviría a su esposo. Otra faceta interesante de su reinado fue la cantidad de novedades que entonces se introdujeron. Se adaptaría la escritura carolingia, el rito romano unificaría a la iglesia europea y aumentaría en forma sorprendente la seguridad pública en bienes y personas. Finalmente, tras una larga y provechosa vida, Alfonso VI moría durante el verano de 1109. Su entierro tuvo lugar el 12 de agosto, en la iglesia de los santos Facundo y Primitivo, de Sahagún de Campos, donde por cierto también descansan los restos de sus cuatro primeras esposas.

Calle Alfonso VI en León

Fuente: Diario de León

 

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