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Calle Conde Guillén

Calle Conde Guillén

Calle Conde Guillén placa

El año 987 la ciudad de León recibió la visita de un ilustre visitante. Se llamaba Mohamed ben Abdallah ben Ami Ahmer el Moaferi, aunque era conocido por el nombre de Almanzor el Victorioso. El problema es que el mítico Almanzor no venia en visita de cortesia ni como gesto de buena voluntad, sino que llegaba dispuesto a arrasar la ciudad.

Frente a él se aprestaron para la defensa los leoneses de la época, encabezados por el conde gallego Guillermo González Osorio, también llamado el Conde Guillen. Ante la ausencia del rey Bermudo II, que enfermo de gota se encontraba en Oviedo, adonde llevo para protegerlas de la morisca las alhajas de las iglesias, las reliquias de los santos y los restos mortales de los reyes leoneses, la ciudad fió su suerte a las disposiciones estratégicas y la valetía personal del Conde Guillen. En su homenaje, mil años después, León honra desde 1935 a su abnegado defensor con la calle que va desde la Avenida República Argentina hasta la Plaza de Fernando Merino. Un pasaje que antaño se llamó Travesía de don Cayo Fernández, como recuerdo de aquel hombre, don Cayo, que a finales del siglo XIX era propietario de la mayor parte del terreno situado entre Ordoño II y Burgo Nuevo. En estas tierras, donde se incluye la actual calle de Conde Guillen, el empresario construyó una serie de edificaciones de planta baja, unifamiliares, que han pervivido prácticamente hasta nuestros días. En la actualidad, todo este entorno caracterizado por edificaciones de finales de los años treinta y principios de los cuarenta resulta bulliciosos y muy comercial, un claro exponente del León más moderno y dinámico. Pero volvamos las vista atrás, a la época protagonizada por valientes caballeros como el Conde Guillen. Y también por el extraordinario Almanzor, sin duda, el más fabuloso de los caudillos árabes, como prueban los números referidos a sus años de gobierno. En los veintiséis años que el Victorioso manejó a su antojo el califato cordobés, sus tropas realizaron, al menos, cincuenta y dos incursiones por territorio cristiano. Como un auténtico jinete del Apocalipsis, el ejército árabe talaba los campos cristianos, saqueaba los poblados y con gran cantidad de ganado y numerosos cautivos regresaba, siempre invicto, a Córdoba.
Ya anteriormente, en el año 981. Almanzor había intentado tomar León. Una coalición formada por las tropas de León, Castilla y Navarra, se enfrentaron a los ejércitos árabes en la batalla de Rueda, al sudoeste de Simancas. Y, como era habitual, fueron derrotados por Almanzor. Aunque el tiempo de otoño no era propicio para que los moros continuasen las campañas en el Norte, prevaleció la opinión de atacar e intentar tomar León. Pero, ante su sorpresa, se encontraron con mucha mayor resistencia de la prevista. Incluso en algún momento, presa de la desesperación. Almanzor se echó a llorar frente a las fornidas murallas leonesas. Al parecer, según cuenta Pérez de Urbel en su Historia de España, las tropas musulmanas se desbandaron y Almanzor viendo con gran pesar este acto de cobardía, se quitó su mítico casco de oro y se sentó en el suelo, como diciendo a los fugitivos que le dejaran allí a merced del enemigo. El gesto produjo tal efecto sobre sus huestes que volviendo grupas, se lanzaron sobre los sitiados con tal ímpetu que hubieran tomado la ciudad sin problema alguno, a no ser por una milagrosa tormenta de agua y nieve que provocó la retirada de los invasores. Pero Almanzor no era hombre que olvidase las humillaciones. Así que seis años más tarde, en la primavera del 987, se encontraba de nuevo frente a las murallas de León al frente de su imbatible ejército sarraceno. Y en esta ocasión venía mejor preparado que nunca, pues contaba con distintos ingenios de guerra y máquinas de batir del tipo a las utilizadas en la antigüedad por los romanos. Mientras tanto. lodo León se puso en armas, dispuesto el pueblo a morir defendiendo la ciudad. Algo que lograron durante casi un año, mientras que el cerco dispuesto por Almanzor se iba estrechando sobre la plaza, continuamente martirizada a causa de los proyectiles enviados por los ingeniosos oficiales árabes. Finalmente, Almanzor lanzó el ataque definitivo. Fingiendo avanzar por la parte Oeste, lanzó la auténtica ofensiva por la zona Sur. Un lienzo de las murallas fue derruido y los primeros musulmanes comenzaban a entrar en León, pero entonces apareció el Conde Guillen dando voces de aliento a los desanimados defensores. Estaba herido y enfermo, después de las fatigas vividas en los últimos meses, pero se hizo ajustar la armadura y llevar en una silla de manos desde su cama hasta las castigadas murallas. Al verle aparecer, los defensores tomaron nuevos bríos y resistieron durante otros tres días. Pero ya estaba todo perdido; las defensas cedieron al fin, y el propio Almanzor fue el primero que entró en León llevando la bandera en una mano y el alfanje en la otra. Y con un terrible golpe de acero, el caudillo musulmán mató con sus propias manos al heroico Conde Guillen. A primera hora de la mañana siguiente, según refiere don Modesto Lafuente comenzó el saqueo y el degüello general del pueblo leonés. No se libraron de la muerte las mujeres, niños o ancianos, víctimas de la terrible venganza de Almanzor. Las bronceadas puertas de la muralla fueron derruidas y también se arrasaron gran parte de los macizos muros de la ciudad. Por primera vez en mucho tiempo, exactamente desde la época de Alfonso I el Católico, ondeaba el estandarte de Mahoma en León. Luego, la ciudad fue liberada del yugo sarraceno y las cosas volvieron a su cauce.

 

Calle Conde Guillén

Fuente: Diario de León


3 respuestas a «Calle Conde Guillén»

Gracias Alfredo, después de todo el verano sin publicar a ver si consigo sacar tiempo y volver a ponerme al día con el blog. Por cierto para otra gente también sera la calle del "Tizas" o mas antiguo "Ciranos"

Saludos, vivo en Barcelona. Mi abuelo tuvo en los años 50-60 un taller de zapatería y mi abuela un ultramarinos en el número 3, cerca del bar Tirol, creo.

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