Calle Federico Echevarría

Desde siempre hemos conocido esta calle rotulada en homenaje al industrial y político liberal bilbaíno, don Federico Echevarría Rotaeche. Linda en su inicio con un lateral de la estación del ferrocarril de vía estrecha, de cuyo consejo de administración formó parte cuando se constituyó la Compañía del Ferrocarril Hullero de La Robla a Balmaseda, un 26 de abril del lejano año de 1890. Fue su propietario primero el industrial e ingeniero de minas don Mariano Zuaznavar, si bien y a título meramente anecdótico diremos que la ampliación de la vía. entre León y Matallana no se abriría al tráfico hasta junio de 1923.
Pero antes de seguir hablando de nuestro personaje, ubicaremos la calle. Comienza en la Avenida del Padre Isla, para concluir tras un mediano trazado en la dedicada a don Alvaro López Núñez. Es bastante transitada, pues sirve para acortar camino entre las dos grandes avenidas. Se inicia en pronunciado ascenso y fuerte curva, terminando su segunda mitad en forma recta. Como decíamos anteriormente, el principio de su acera derecha es la larga pared que separa un amplio desnivel con la antigua Estación de FEVE y actualmente habilitado como centro cultural, ubicándose su primera casa por este lado muy avanzada la calle, casi en el comienzo de la calle Rafael María de Labra. Pasada ésta, encontramos una hermosa casa de ladrillo, con amplia galería acristalada en su chaflán y un jardín delantero cuyo conjunto ha cumplido los 75 años de vida desde que lo levantara don Isidoro Sáinz-Ezquerra.
Casas con reminiscencias de este Barrio del Canario, que debe parte de su empuje a la cercana y emblemática estación. Por cierto, contrastan radicalmente con la renovada Plaza de Odón Alonso, situada enfrente y originada como espacio de tránsito y separación entre los modernos edificios que la conforman.
Como decíamos al principio, don Federico Echevarría Rotaeche, apellido este último por el que se le identifica y diferencia del pintor contemporáneo y también bilbaíno, Federico Echevarría Uribe, comenzó en su tierra trabajando en la fabricación de clavos de hierro, hasta fundar en 1878 la empresa Echevarría, S.A., dedicada a la elaboración de aceros finos y especiales. Diecisiete años más tarde firmaría un importante acuerdo comercial con el ingeniero Frederick Siemens para la utilización de sus hornos de acero.
Perteneciente al Patronato de la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao, se había iniciado en la extracción y exportación de mineral de hierro, para pasar más tarde a sectores metalúrgicos y siderúrgicos, e incluso tomando parte en explotaciones papeleras, navieras o industrias eléctricas. En 1888 formó sociedad con los señores de Goitia, dando lugar a la sociedad anónima «La Iberia», una de las primeras y más importantes empresas siderúrgicas de aquellos años. Estamos hablando, naturalmente, de aquella febril época en que el norte del país, tras los conflictos carlistas, entra en una vorágine industrial que, con distintos y polémicos altibajos, ha perdurado casi hasta hoy. «La Iberia», junto con «La Vizcaya», de la cual era uno de los mayores accionistas, se fusionarían en 1901 con Altos Hornos de Bilbao, dando lugar a la que sería entonces mayor empresa del país, Altos Hornos de Vizcaya. Don Federico Echevarría participaría en el consejo de administración de dicha sociedad, perteneciendo asimismo en esa época a los consejos de otras siete grandes empresas, entre ellas la del ferrocarril de La Robla. El poderío económico que mantenía le permitió entrar en el mundo de la política en el grupo liberal. Será elegido diputado por Vizcaya en un amplio abanico que va desde el año 1899 al de 1918, participando como senador por la misma provincia en 1916.
Terminaremos nuestro breve comentario haciendo alusión a otro bilbaíno, casi de idéntico nombre y apellidos: don Federico de Ugalde y Echevarría. Un arquitecto que vino a nuestra ciudad en el primer cuarto de siglo y que levantó algunas destacadas construcciones, siendo la más conocida porque también es la que mejor conservada ha llegado hasta nuestros días, la llamada casa «Roldan», situada en la céntrica Plaza de Santo Domingo.

Fuente: Diario de León