Categorías
Calles

Calle La Hoz

¿Curioso nombre, verdad? Una calle leonesa dedicada a la «hoz», ese instrumento utilizado principalmente por los campesinos para segar, cortar las hierbas y mieses, con un mango de madera en el que se asegura una hoja acerada y de forma curva. Con respecto a la vía en sí, hace siglos se la conocía como la Cava de los Descalzos, pero fue el pueblo llano quien comenzó a llamarla calle «de la hoz» a causa de su dibujo o estructura, similar a dicha a la homómima herramienta campera. Incrustada en el antiguo barrio de Santa Marina, uno de los más tradicionales de la capital leonesa y en otro tiempo auténtico laberinto de callejas y siempre enclave de rancio sabor leonés, conjuga en su dilatada historia lo típico y lo señorial. Así convivieron las grandes familias capitalinas, como los Osorios, Llamazares, Tapias, Guzmanes o Flórez, con el pueblo llano, siempre honrado y servicial, dentro de una de las barriadas más castizas y costumbristas de la ciudad.
¡Qué satisfacción sentimos los entusiastas de las anécdotas referidas al viejo León, cuando toca repasar una calle como la que hoy nos ocupa! Y no es para menos, con esta calle instalada en un entorno pleno de reminiscencias y vestigios históricos. Porque nos encontramos en el recinto urbano de la ciudad del pasado, repleta de curvas, esquinas y encrucijadas, de grandezas caducas envueltas en el halo de la leyenda.
La calle de La Hoz tiene su inicio en la calle Serranos, revitalizándose con la sabia nueva y juvenil procedente del inmediato Colegio Público Ponce de León, uno de cuyos laterales se enfrenta con el inicio de la vía. Luego de un pequeño trazado recto y peatonal, que conserva parte de su caserío tradicional enriquecido con balcones de depurada forja, remata su iconoclasta y muy peculiar dibujo aprovechando los vericuetos urbanos de la Plaza de Puerta Castillo, enfrente del antiguo castillo de la ciudad, antaño cárcel del pueblo. Pues bien, en esta calle plena de reminiscencias románticas, tuvo lugar uno de aquellos terribles duelos a los que tan aficionados fueron los caballeros leoneses del pasado y que se recuerdan en nuestros días.
Corría la tarde del 17 de julio de 1660, precisamente víspera de la fiesta del barrio, cuando el ruido del entrechocar de las espadas conmocionó a todos los vecinos de Santa Marina. Los dos hombres que se enfrentaron en la entonces llamada Cava de los Descalzos eran don Antonio Rubín de Celis, hijo de los señores del valle del Duerna, y don Francisco Luis Flórez Osorio y Guzmán, Vizconde de Quintanilla. Ambos pertenecían a familias de la más selecta nobleza leonesa, avecindadas en la misma barriada, y muchas eran las cuestiones que mantenían pendientes. Además de las rivalidades políticas tan habituales en la época, los dos estaban enamorados de la hermosa doña María Ramírez de Quesada, una dama de destacadas prendas personales. Quiso la fatalidad que aquella tarde se encontrasen frente a frente, saliendo a relucir las espadas con un resultado funesto. Don Antonio Rubín cayó muerto de una terrible estocada que le atravesó el corazón, mientras que el Vizconde de Quintanilla, malherido en el pecho y la cabeza, pudo escapar y acogerse al refugio sagrado de la cercana Basílica de San Isidoro. Los canónigos isidorianos ampararon al fugitivo, negándose a entregarle tanto a sus perseguidores como a la justicia real. El suceso provocaría un motín en León, invadiendo la turba el templo con regidores y alguaciles en cabeza de la manifestación. No obstante, a pesar de enfrentar a los servidores de San Isidoro, los agentes de la justicia no lograron encontrar al huido. Las autoridades eclesiásticas censuraron la actitud de los munícipes y del resentido pueblo de León, hasta que pasado un tiempo prudencial renacería la paz y concordia entre dos partes condenadas a entenderse. Al parecer, según cuentan las viejas crónicas, don Francisco Luis Flórez Osorio y Guzmán, el aguerrido Vizconde de Quintanilla, lograría restablecerse de sus heridas. Por su parte, la protagonista indirecta de la pelea en la actual calle La Hoz, doña María, ingresaría al poco en el convento de las Carbajalas.

Fuente: Diario de León

4 respuestas a «Calle La Hoz»

Eh! En esa calle he vivido yo, me contaron historias algo menos emocionantes que las que relatas,algo más contemporáneas…
Un abrazo

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.