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Calle el Cid

Calle el Cid

Calle larga y bastante desigual en su trazado, pero repleta de historia en sus variopintos monumentos y establecimientos de legendaria memoria. Lamentablemente, hoy en día se presenta muy desfigurada a causa de los caprichos del hombre y las transformaciones urbanas sufridas. Desde su inicio en la calle Ancha, antes Generalísimo, hasta la conclusión en la plaza de San Isidoro, rezuma tradición y clasicismo por todos los lados, a pesar de que hayan desaparecido algunos de los edificios que la dieron prestancia y vida. Ostentó antaño los nombres de Santisidro y Recoletas, hasta recibir el del Cid porque cuenta la leyenda que tuvo un palacio y vivió en esta calle el mítico guerrero. No obstante, hemos de reconocer que también pudiera llamarse del Jardín Romántico, del Cuartel, de Ángel Barja, de la Audiencia, de Guzmán el Bueno, etc, etc, porque está llena de recuerdos relacionados con distintos personajes de nuestra historia pasada y presente.
Nos encontramos, como decimos, en una de las vías más típicas del viejo León. Nada más iniciarse lo haremos por un trayecto peatonalizado, si bien se sufre el susto de algún vehículo que interrumpe y sobresalta a los peatones, en la que generalmente es una calle relajada y tranquila.

En su primer tramo, estrecho y ajardinado, comienza dejando a la derecha el que fue palacio del marqués de Villasinda o Villasinta, tan elegante como señorial, en cuyas dependencias se ubicaba desde comienzos de siglo un conocido establecimiento hotelero. El palacio se erigió en la centuria del XVI, perteneciendo entonces a don Alonso Pérez de Quiñones y Villasinta, y siendo su último dueño el marqués de Torneros. De piedra noble y blasonada, conserva de su antigua fábrica dos torreones y la fachada que da a nuestra calle, ya que el resto sufrió un tremendo incendio al inicio del siglo pasado y se cubrió posteriormente de ladrillo, reabriéndose en 1908. Desde aquí la calle es paso obligado de peregrinos compostelanos que se dirigen a San Isidoro, como lo es también de tránsito para comitivas festeras isidorianas o las tradicionales procesiones de la Semana Santa, que encuentran aquí un bello marco para sus manifestaciones estéticas y religiosas. Enfrente del palacio que ahora dejamos, el lateral de otro «palacio»: el de los Guzmanes, también llamado «Casa de los Guzmanes». Desde mayo de 1881 es sede de la Diputación Provincial leonesa y monumento nacional por decreto del 27 de mayo de 1963. Fue mandado construir por don Juan Quiñones y Guzmán, nacido en León y que en enero de 1559 alcanzaría la mitra episcopal de Calahorra, ordenando en dicho año levantar esta casona al arquitecto Gil de Hontañón. El conocido popularmente como Palacio de los Guzmanes sufrió una amplia reforma y ampliación en 1974, entre la que se encuentra la casi totalidad del lateral a nuestra vía. La idea partió del presidente de la Corporación don Antonio del Valle Menéndez, aunque sería su sucesor don Emiliano Alonso Sánchez-Lombas el ejecutor. De la obra se encargaría don Felipe Moreno Medrano, pudiéndose apreciar en sus piedras el «toque» artístico del reputado escultor Valentín Yugueros. Cuatro casas, adosadas al palacio, desaparecieron para siempre de nuestra querida ciudad. Avanzamos levemente y encontramos a mano derecha un espacio urbano en forma de pequeña plaza, donde aparecen los primeros árboles y algunos bancos. Y en la otra mano el que se conoce como «Jardín Romántico», hoy Jardín del Cid. El proyecto de construcción fue aprobado en marzo de 1971, siendo alcalde don Manuel Arroyo Quiñones. El propio don Manuel, acompañado por el embajador de Nicaragua don Justino Sansón Balladares, inauguró el parque un 28 de junio de 1972, junto con el busto medallón del gran poeta Rubén Darío que el diplomático regaló a la ciudad, actualmente irreconocible tras años de abandono y gamberrismo. Este jardín tan pequeño de tamaño, en proporción a otros de la capital, guarda en sus zonas verdes otras tallas que recuerdan a figuras locales en el ámbito musical: una de Ángel Barja, y otra de Felipe Magdaleno. También tiene en su parte inicial un pequeño flujo de agua, correspondiente a restos constructivos de época romana para el suministro de agua a la ciudad, encontrados en Puerta Castillo y que se completan con los hallados hace unos años en las inmediaciones de la carretera de Carbajal. En lo que ahora conocemos como Jardín Romántico se establecerían hacia finales de 1663 unas monjas procedentes de Valladolid, formando un convento de religiosas Agustinas Recoletas y ocupando la señorial mansión que fuera de don Ramiro Díaz de Laciana y Quiñones y su esposa doña María Pérez de Cepeda y Sotomayor. A raíz del movimiento revolucionario que destronó a la reina Isabel II y por mandato del gobernador de León Mariano Acevedo las religiosas fueron expulsadas de la capital. En 1870 el convento de las Recoletas pasaría al Ayuntamiento capitalino con el fin de ser utilizado para escuelas, aunque se destinó finalmente a asilo de pobres y menesterosos. Ya en 1894 sería adjudicado como cuartel al invicto Regimiento de Burgos, que se instaló en la ciudad a modo de guarnición estable. Al mando del coronel don Manuel Castellón Cortés, de grato recuerdo en León, haría su entrada en nuestras calles el día 13 de enero de 1894. Con el afortunado sobrenombre de «Regimiento del Sol», recompensado con una calle en la ciudad, había sido fundado por el rey Carlos II en 1694. Entre sus muchos galardones se contaba el haber escrito algunas de las páginas más gloriosas en la historia bélica española. En fechas relativamente recientes, el día 16 de febrero de 1970, se reunieron los representantes del ayuntamiento leonés y del Gobierno Militar, devolviendo la institución castrense el viejo cuartel que en el siglo XIX les fue donado. Posteriormente seria derruido para ubicar el actual jardín.
Unos pasos más allá en nuestro grato recorrido aparece otro pequeño rincón de características muy similares al anterior, significado por una moderna y sencilla farola que sirve de adorno sobre su pedestal. Un aditamento urbano instalado a raíz de la peatonalización de la calle. Algo más adelante, justo enfrente de la parte final del jardín, se halla el edificio que a principios de siglo levantara Manuel de Cárdenas, siguiendo los modelos neomudéjares que representa la arquitectura de ladrillo visto, en tonalidad rojiza. Aquí se ubicaron las Escuelas Municipales de la ciudad, conservándose dos cartelas que servían para diferenciar las aulas e instalaciones correspondientes a los «niños» y las «niñas».
En nuestros días y unida a las escuelas se halla la actual Audiencia Provincial, sacrificando para ello y en 1945 la que fue casona de la familia de los Ceas, ilustre y aristocrático linaje leonés del siglo XVI. Hacia 1894 la mansión se destinaba a Beneficencia Pública, luego a Escuela de Magisterio e incluso cuartel de la Guardia Civil. Quienes la conocieron comentan que su portada era sencilla, destacando el patio interior de esbeltas columnas y capiteles, y la escalera que llegaba a la planta superior con grandes salas de meritorio artesonado y paredes estucadas. Sobre el solar que ocupaba la casona había un palacio en el siglo XI perteneciente a la familia de los Guzmanes. La tradición sitúa en este lugar el nacimiento del héroe leonés Guzmán el Bueno, e incluso así lo certifica una placa que colocó nuestro Ayuntamiento hace unos años. Sobre su exacta ubicación existe mucha confusión, pues diferentes autores relacionan aquel palacio con el solar de las Escuelas Municipales. Asimismo cuenta la leyenda que el Cid vivió en estos lugares, y de ahí el nombre de la calle, en la casa que fue de don Pedro de Guzmán, frente a la actual Basílica. La narración añade que salió del palacio para casarse con doña Jimena, hija del conde de Oviedo don Diego Rodríguez y su mujer Cristina, además de sobrina del rey Alfonso VI, en la memorable fecha del 19 de julio del año 1074. Vivieron durante algún tiempo en la capital ovetense, regresando más tarde a León, ciudad donde nació su hija Sol. No por conocida resulta menos apasionante la vida de Rodrigo Díaz de Vivar, cuya fama legendaria ha llegado a interesar a la industria cinematográfica. Baste con recordar la espléndida película en la que el actor Charlton Heston encarnaba al guerrero castellano, nacido en las cercanías de Burgos. Armado caballero a los 16 años e integrado en la corte de Fernando I, sería nombrado Portaestandarte del infante Sancho cuando ascendió al trono. También sirvió al rey Alfonso VI, tras exigirle el juramento de no haber participado en el asesinato de su hermano Sancho II. Capitaneando un ejército de musulmanes, tributario de Alfonso, participaría en distintas campañas por tierras andaluzas, llegando incluso a sublevarse contra la autoridad real. El mayor éxito militar del Cid Campeador, prototipo del caballero castellano, fue la conquista de Valencia en el año 1094. Poco más tarde, en 1099, moría Rodrigo Díaz de Vivar.
Pero de vuelta a nuestra calle protagonista, en el edificio de la Audiencia Provincial estuvieron hasta 1992 los juzgados 1, 2 y 3, trasladados en ese año al nuevo complejo del Paseo Sáenz de Miera. Encajada en la fachada puede verse la hermosa portada que se conoce como Puerta de la Reina, construida a mediados del siglo XVIII para la que fuera Real Fábrica de Hilados. En dos medallones se representan las efigies del rey Fernando VI y su esposa doña Barbara de Braganza, flanqueados por las figuras del Comercio y las Bellas Artes.
Con esta evocación hemos completado una página más del gran libro de nuestra ciudad. Finaliza así una calle con muchos años de raigambre a sus espaldas y evocadora de tantos motivos y monumentos, algunos tristemente desaparecidos, que la dieron vida. Estamos en la plaza de la Basílica isidoriana, otra de las grandes joyas locales, y allí, junto al monumento que levantara José Luis Fernández en abril de 1999, despedimos con las tradicionales «cabezadas» nuestra visita a esta calle.

5 respuestas a «Calle el Cid»

Yo tenía entendido que la reina cuya imagen adorna la Puerta de La Reina es Doña Bárbara de Braganza. Un saludo.

Viví en la plaza del Cid durante siete años; recorri la calle muchas veces y oi ,tambien muchas veces, tocar y cantar aquello de BURGOS BURGOS 36. En la casa en la que viví hay hoy dia una placa que dice que en el solar de esa casa, en una casa, vivio doña Jimena, esposa del Cid. Siempre llamé calle del Cid a la calle que va desde San Isidoro a la calle Ancha. En ella habia variios bares: la viña H, el Laureano, la bodega y algunomás.

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