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Calle Ramón Calabozo

De nuevo en el obrero y atareado barrio de La Vega, apenas a un paso del conflictivo y casi inmemorial paso a nivel que trae de cabeza al tráfico leonés desde hace un siglo, se ubica esta calle que perpetúa el recuerdo del sacerdote don Ramón Calabozo. La vía, pequeña y curvada, tiene su inicio en la ajetreada avenida del Doctor Fleming, eje urbano y vital de todo este entorno, para concluir en la calle Gómez de Salazar. Su trazado discurre en ligero descenso y, tal como decimos, dibuja una pronunciada curva a la izquierda. En cuanto al caserío, que no sobrepasa las tres alturas, presenta una serie de edificios que, en líneas generales, se corresponde con la antigüedad y tradición de la calle. Hacia el final aparecen viviendas de corte más moderno aunque de altura limitada, guardando la simetría urbanística que mantiene esta calle de corte humilde pero imbuida de fuertes raíces sociales en la barriada. En el mes de marzo de 1963 y ocupando la alcaldía don José Martínez Llamazares, nuestra calle protagonista recibió el nombre de Susarón, como el hermoso pico que vigila el pantano del Porma, dentro del término municipal de Puebla de Lillo. O, alternativamente, en recuerdo de la famosa novela de temática costumbrista que escribiera don José María Goy, también con calle propia en la ciudad, en el primer cuarto del pasado siglo XX. Pero en junio del año 1969, estando al frente de la alcaldía don Manuel Arroyo Quiñones, a petición de los familiares y debido a determinadas circunstancias personales que intervinieron en la apertura de la calle, se propuso el cambio de Susarón por el de Ramón Calabozo. Los ediles aprobaron la variación, imponiendo la denominación de Susarón a otra vía bien distante en el mapa capitalino leonés, asentada en el lejano barrio de La Inmaculada.
Ramón María Calabozo Medina, pues así era su nombre completo, vino al mundo en la parroquia de San Marcelo el 3 de marzo de 1844, hijo de Bernardo y Gertrudis. Después de obtener el grado de Bachiller en el instituto de la ciudad, cursaría estudios religiosos en el Seminario de San Froilán, recibiendo el presbiterado a título de suficiencia el 5 de agosto de 1877. Un reconocimiento profesional y personal que le fue concedido,curiosamente, en la localidad italiana de Civita-Vechia, lo que muestra la vocación internacional y viajera que mostró don Ramón Calabozo durante su trayectoria vital. Porque muchos años después, en el mes de octubre de 1912, la ciudad leonesa le recibió con grandes muestras de alegría, al regreso de su viaje por Europa con motivo del Congreso Eucarístico celebrado en la ciudada de Viena. El primer destino de Ramón Calabozo como ecónomo fue en el pueblecito de Valcavadillo, donde permanecería durante unos cuantos meses de 1878. El día 7 de junio de aquel mismo año sería trasladado, como capellán, al leonés Hospital de San Antonio, cargo que ostentó hasta el día 2 de julio de 1886. Por aquellas mismas fechas fue nombrado mayordomo del mismo centro hospitalario, permaneciendo en el puesto hasta el mes de junio de 1891. Para entonces ya era beneficiado de la Real Colegiata de San Isidoro, distinción que mantuvo hasta el mismo día de su fallecimiento, el 27 de noviembre de 1923. Asimismo y durante distintas etapas, fue capellán en el convento de las Recoletas, confesor del Seminario de San Froilán y, a partir del 18 de abril de 1914, confesor extraordinario de las Hermanitas de Ancianos Desamparados. Las necrológicas aparecidas tras su muerte hablan bien a las claras sobre el aprecio general del que gozaba don Ramón Calabozo entre la ciudadanía: «Sacerdote de vida ejemplar que se dedicó siempre, y con laudable constancia, al bien de las almas; era querido de todos los que le trataron, y su muerte será sentida, no sólo de sus amigos, sino de todos aquellos que fuimos sus hijos espirituales».
¿Cuál es el motivo de que se impusiera su nombre a una calle del barrio leonés de La Vega, tan lejana en principio a su círculo habitual? En este sentido, el Cronista Oficial de la ciudad, don Luis Pastrana, nos ha facilitado la pista definitiva, al indicarnos que en este lugar existían unas viviendas que fueron propiedad de nuestro personaje protagonista.

Fuente: Diario de León

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