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Calle Isaac Peral

Aunque la historia nos enseña que los nombres de Isaac Peral y Cartagena van asociados, en nuestra capital no ocurre así. Por una parte tenemos la calle Cartagena, ubicada en el barrio de San Claudio y por otro la que homenajea al teniente de navío don Isaac Peral, que se localiza en el barrio de La Vega. Tiene su comienzo en la larga Avenida del doctor Fleming, para concluir como se dice en el límite, es decir los prados. Es una arteria característica de esta barriada de La Vega, con calzada ancha y despejada. Está ocupada por viviendas de dos y tres alturas, combinando las casas del primitivo entorno con los edificios más modernos y que presuponen, con el correr del tiempo y el inevitable progreso, una mayor prestancia y presencia urbana en un futuro que se antoja cercano. Su mediano trazado es recto, aunque un a vez que nos adentramos en ella es mejor no volver la vista atrás, pues la vía parece entonces quedar cerrada por las ruinas de la que fue en otro tiempo Azucarera Santa Elvira S.A. Ocupando un amplio solar en el lado izquierdo de la Avenida del Doctor Fleming, su estado de abandono resulta lamentable. Esperemos que esta situación no dure mucho mas y por fin veamos el inicio del tan anunciado palacio de congresos en este lugar.
Centrándonos en nuestro personaje, este ilustre militar y científico nacía en Cartagena en 1851. Dotado de una extraordinaria inteligencia, se graduó como oficial de marina y fue destinado, en 1872, al cañonero «Dardo». Corrían tiempos revueltos en las colonias de Ultramar, así que la Armada tuvo que intervenir en aquellos sangrientos conflictos. Peral tomó parte en el desembarco de Nuevitas, Cuba, sirviendo luego en el apostadero de Filipinas. El año 1882 era nombrado profesor de física matemática en la escuela de ampliación de estudios marinos. Es entonces cuando concibe y realiza los cálculos pertinentes para la navegación submarina. Y es que a nuestro país le cabe el gran honor de ser dos españoles, Monturiol y Peral, los que logren los primeros grandes avances en este campo. Aunque la idea de navegar bajo las aguas es muy antigua, lo cierto es que fue Narciso Monturiol quien botaría el «Ictíneo» en 1859, una primera nave de propulsión humana. El primer submarino digno de llevar ese nombre fue el proyectado por Isaac Peral. La idea se expuso públicamente en 1885 y mereció la aprobación del ministro de Marina, vicealmirante Pezuela. El gobierno le concedió una subvención en 1887 para construir una nave sumergible, así que Peral puso manos a la obra. El submarino tenía una forma similar a un cigarro puro, construido en acero, de 22 metros de eslora y 2,87 de manga. La quilla fue colocada en el arsenal de La Carraca (Cádiz), el primero de enero de 1888, siendo botado en el mes de septiembre. Las pruebas oficiales comenzaron en marzo de 1889 y se presentó ante la opinión pública el 7 de junio de ese mismo año. A pesar de algunos defectos y pequeñas averías, el submarino de Isaac Peral funcionó a la perfección. Tanto en las maniobras de inmersión, navegando durante una hora a 10 metros de profundidad, como en la salida a la superficie y los rumbos de derrota marcados. Incluso la reina regente María Cristina felicitó al inventor de aquel magnífico ingenio, bautizado por el pueblo como «El Peral». Y es en este momento de la historia, feliz en todos los sentidos, cuando hace su aparición en la escena las envidias e intrigas. Mientras unos consideran al marino como una auténtica gloria nacional, cuyo submarino convertiría de nuevo a España en una potencia mundial, el propio ministro de Marina, en forma inconcebible, emitió un informe desfavorable a la continuación de las pruebas, al tiempo que se retiraban todas las subvenciones y ayudas al estupefacto Peral. Gran parte de la prensa aplaudió a rabiar esta insólita y descabellada postura, que aún en nuestros días resulta incomprensible. El inventor, muy molesto, se retiró de la Marina e incluso marchó al extranjero. El día 23 de mayo de 1895 fallecía en Berlín, a donde había ido para ser operado de un tumor en la cabeza. Una vez muerto, el país reconoció a título postumo, con tributos y laureles a su memoria, el enorme talento de Peral.

Fuente: Diario de León

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