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Calle San Juan de la Cruz

Hoy tenemos que hablar de un lejano mes de marzo del año 1963, cuando siendo alcalde José Martínez Llamazares se propuso dar nombres a una serie de calles que hasta entonces carecían del mismo. Así recibió la denominación de San Juan de la Cruz, la vía del barrio de San Claudio que, con entrada por la de Santa Nonia, salía a la plaza de los Doce Mártires. No, no crean que nos estamos equivocando. De esta forma consta en los libros de plenos del Archivo Municipal. Lo que ocurrió es que como en el barrio de San Lorenzo se ubicaría la parroquia que regentaban los P.P. Carmelitas desde el 22 de mayo de 1952, se aplicó este nombre a una de las calles de dicha barriada. La anterior recibiría, a partir del cambio, la denominación de Honorato García Luengo. Aclarados estos puntos, situaremos mejor nuestra calle de hoy en el contexto urbano actual. Comienza en la calle La Palomera, para concluir hasta hace unos años en la Presa, en alusión a la vieja presa de San Lorenzo. Actualmente se ha prolongado hasta concluir en la calle de Antonio Gonzalez de Lama. Hasta entonces había tenido los nombres de calle B de La Palomera o parcelación B de los Carmelitas. ¿Qué hemos vuelto a complicar su ubicación? Pues no se preocupen, que con estas líneas dedicadas por don Máximo Cayón Waldaliso hace una treintena de años a dicha vía, toda va a quedar mucho más claro: «El barrio de San Lorenzo, con su antiguo arrabal, con su típico encanto rústico, con su plaza pueblerina, con su poético crucero junto a la iglesia, con sus árboles románticos, con su conjunto de tejadillos y galerías y con su presa de regadíos huertanos, ha dado paso, por la fuerza de la vida y del progreso, a la actual estampa urbana, totalmente distinta de la que conocimos. En este rincón extramuros de la ciudad, una calle de moderno trazado se rotula así: Calle de San Juan de la Cruz». La citada calle nace en la rotulada como La Palomera, concluyendo en la de Antonio González de Lama. A pesar de que desde ella se puede ver el perfil de los cercanos cubos de la milenaria muralla, la arteria vive ajena al bullicio y mejora social que se intuye a escasos metros. Estamos en una vía conformada por edificios de anárquica altura y fechas de construcción, aunque todos ellos revestidos por la oscura patina del tiempo. Hasta el cruce con la calle Santa Teresa de Jesús su trazado es recto, realizando desde aquí un apreciable descenso que nos precipita a su conclusión. En ese punto deja por su lado derecho el lateral de la mencionada parroquia de San Lorenzo, inaugurada el sábado 19 de marzo del año 1966. Después y ya en su final, se remata con edificios nuevos y modernos, más acordes con los tiempos actuales.
El místico español Juan de Yepes y Álvarez nació en la localidad abulense de Fontiveros el año 1542, en el seno de una humilde familia. Tras estudiar con los carmelitas en Medina del Campo, en 1563 ingresaba en la orden, adoptando el nombre de Juan de San Matías. Tras redondear su formación en Salamanca, entablaría amistad con Santa Teresa de Jesús y a ella se uniría en la ardua tarea de reformar el Carmelo. Algo que le valió la enemistad de sus hermanos de hábito, que incluso le hicieron encarcelar en Toledo. Durante el tiempo que permaneció en prisión escribiría el «Cántico Espiritual», su auténtica obra maestra. El carmelita abulense fusiona en sus inspiradas páginas multitud de elementos religiosos con pasajes de la Biblia, generalmente del Cantar de los Cantares, con el objetivo último de describir el encuentro del alma con su amado. En definitiva, una gran obra que nos sirve para incluir a San Juan de la Cruz en la selecta nómina de los grandes poetas españoles. Al ser liberado gracias a la ayuda de Santa Teresa se instalaría en Andalucía, fundando distintos conventos en Baeza y Jaén. Hasta 1585 fue prior de la orden en Granada, siendo nombrado posteriormente procurador general. Entonces se trasladaba a Úbeda, lugar donde falleció en 1591. Tras ser enterrado en la catedral su cuerpo sería robado, encontrando al fin el merecido descanso eterno en la capital castellano-leonesa de Segovia. Allí reposa San Juan de la Cruz, una de las mayores figuras de la lírica castellana de todos los tiempos.


Fuente: Diario de León

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