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Calle Antonio Gaudí

La calle dedicada a un personaje tan emblemático como Antonio Gaudí se halla en el barrio de Cantamilanos. Sí, después de pasado el barrio de San Esteban y los siempre presentes y semiabandonados depósitos de agua de la Avenida de Asturias. Efectivamente, por allí se ubican una serie de calles que también forman parte de nuestro León. Surgidas como pequeños islotes de viviendas unifamiliares, con el tiempo fueron dando forma a algunas calles, integradas en una pequeña infraestructura urbana. Su inicio se halla cerrado, mientras que el final es libre. A ver cómo nos explicamos: en su comienzo encuentra la parte trasera de las casas que miran a la calle Ponjos, siendo su conclusión en pleno campo. Es recta, pequeña y en pronunciado ascenso, creándose un cierto desnivel hacia el lado derecho. En conjunto está compuesta por un caserío de viviendas tradicionales, de una y dos alturas, entre las que se mezcla alguna casa de nueva construcción. En ocasiones resulta conveniente alejarse del núcleo de la ciudad y entrar en otras calles lejanas del centro, vías que por su tradición y renombre se encuentran igualmente incluidas en el catálogo urbano de nuestra capital. Y ésta, nacida como Segunda Travesía de Cantamilanos, recibió el nombre de un personaje de suma trascendencia para la provincia leonesa.
Venido al mundo en Reus el año 1850, Antonio Gaudí estudió en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Barcelona, iniciando la carrera de arquitectura en 1873. Tras graduarse el año 1878, abriría su propio estudio en la Ciudad Condal, diseñando unas llamativas farolas para la carismática Plaza Real, auténtico cogollo urbano barcelonés. A pesar de su temperamento solitario e inconformista, el joven Gaudí contaría con el apoyo económico de la naciente burguesía industrial para sentar las bases del modernismo catalán en materia arquitectónica.
En su primera obra importante, la Casa Vicens, realizada entre 1883 y 1885, ya se aprecian las peculiaridades que Gaudí repetiría una y otra vez en sus proyectos, especialmente esos característicos azulejos multicolores de evidentes raíces islámicas. Luego llegarían las famosas Casas Milá I Camps y Batlló, uno de los edificios más típicos de la hermosa capital mediterránea.Aunque quizá su obra por antonomasia en Barcelona sea el parque Güell, realizado para el mecenas don Eusebio Güell. Entre 1884 y 1887 diseñaría los pabellones, el edificio de la portería y las caballerizas, completando el espectacular palacio, de trazas medievales, en 1889. Buen amigo del obispo Grau, por entonces a la cabeza de la sede episcopal astorgana, el talento de Antonio Gaudí llegaría a León allá por las postrimerías del siglo XIX. Tras ser arrasada por el fuego la antigua residencia eclesiástica de Astorga, el arquitecto de Reus iniciaba en 1887 la construcción del mágico palacio episcopal que aún podemos admirar. También se instalaría en León durante largas temporadas, hospedado en la vivienda que tenía en nuestra ciudad el industrial catalán don Cayetano Sentí, para supervisar las obras de la famosa Casa de Botines, edificio con aire de cuento de hadas que acoge en nuestros días las oficinas de una importante institución financiera. Precisamente frente al monumental edificio fue instalada, el 25 de mayo de 1998, una escultura fundida en bronce, debida al asturiano José Luis Fernández, que representa a Gaudí sentando en un banco, acompañado por una paloma. De vuelta a su tierra tras la creativa etapa en León, el arquitecto se embarcó en el faraónico proyecto de la Sagrada Familia de Barcelona, que le ocuparía hasta el final de sus días. La muerte del arquitecto de Reus llegaba fatídicamente en 1926, al ser atropellado por un tranvía en la propia capital catalana. Así desapareció un artista genial cuyo lema, aplicado siempre en sus múltiples obras, fue: «No copiemos las formas, busquemos el espíritu».


Fuente: Diario de León

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