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Calle Valencia de Don Juan

Hasta el día 14 de febrero de 1951, cuando la corporación presidida por el alcalde don Alfredo Alvarez Cadórniga decidió el cambio de nombre, la calle denominada como Valencia de Don Juan era la que actualmente conocemos como San Agustín. El motivo no fue otro que el de homenajear el cincuenta aniversario del establecimiento en León de la comunidad de Padres Agustinos, además de que la acera derecha de dicha arteria estaba entonces ocupada casi en su totalidad por el que fuera colegio y patio de Nuestra Madre del Buen Consejo.
Pero no quiso nuestra ciudad perder dicho término en su callejero y así mantuvo la denominación en el populoso Barrio de San Mames, aunque hubo ocasiones en que se la conociera simplemente como «Coyanza». Parte la vía de la conocida Avenida de Nocedo, para en mediano y recto trazado finalizar en la Avenida San Juan de Sahagún. En su inicio presenta algunos edificios de dos y tres alturas, con la impronta característica de esta barriada que día a día va a más, tanto en su población como en el ajetreo comercial que se detecta en el conjunto.
Hacia su mitad aparece, a modo de «aldabonazo» urbano, un edificio de viviendas de las más altas del entorno, lo que independientemente de la total ruptura estética, constituye una clara referencia de la transformación que se viene completando en la arteria. Además del evidente contraste que supone algún solar sin edificar, hacia el final se halla uno de los complejos alimentarios con mayor implantación y prestigio en la capital leonesa, donde antaño estuvieran los almacenes de la Editorial Everest..
Es mucho y bueno lo que se ha escrito y se escribe sobre Valencia de Don Juan, así que nos limitaremos a relatarles algunos pequeños datos que sirvan para recordar a esta entrañable ciudad. Sí, decimos ciudad porque fue un 9 de septiembre de 1950, hace casi seis décadas, cuando el entonces gobernador civil recibió un comunicado del Ministerio de Gobernación por el que se concedía a la villa leonesa de Valencia de Don Juan el título de ciudad, por su pasado y presente históricos.
No es casualidad, que, tal como dijimos, la calle que recibiera antaño el nombre de Valencia de Don Juan, tuviera relación con los padres Agustinos. Y es que la antigua y entrañable «Coyanza», pudo celebrar en mayo del año 1984 el centenario de la presencia agustiniana en la villa. Así queda constancia en el gran edificio que cobija el Colegio de los PP. Agustinos, entregados desde aquel lejano año de 1884 al servicio de la ciudad y su comarca.

Con ocasión de aquel centenario se celebraron diversos actos festivos, debidamente anunciados por las campanas del Colegio el día 10 de dicho mes. Durante las siguientes fechas se sucedieron los eventos conmemorativos, siendo descubierta una placa recordatoria por la corporación municipal. El día grande del Centenario, el 20 de mayo, hubo una misa concelebrada por agustinos de toda España, que contó con la presencia de diversos religiosos llegados especialmente desde el extranjero. También se inauguró una importante exposición misional, cerrándose los actos con un memorable concierto del Orfeón Valdeorrés.
Más reciente en el tiempo es la cesión, por el Patronato que dirige la «Fundación Instituto Valencia de don Juan», del siempre presente castillo militar, uno de los más significativos a nivel europeo, y que desde el mes de junio del año 1999 ha llegado a manos del ayuntamiento, comprometiéndose éste a su mantenimiento y restauración.
El acuerdo fue sellado en Madrid el 18 de noviembre, pasando la fortaleza que fuera de don Martín Vázquez de Acuña, construida en los últimos años del siglo XIV y primeros del XV, a ser gestionada por la corporación municipal. También se ha solicitado su declaración como Bien de Interés Cultural, con objeto de que la Junta de Castilla y León pueda intervenir en su consolidación y mantenimiento.
La pequeña pero mágica ciudad de Valencia de Don Juan va labrando día a día su propio y esperanzador futuro, relacionado en buena parte con el importante contingente turístico que recala cada verano en una villa amable y hospitalaria. No en vano está protegida por su Patrona la Virgen del Castillo Viejo, que preside la iglesia de Nuestra Señora y a cuya advocación profesan los coyantinos enorme devoción, además de atribuir a la Señora infinidad de milagros. Y ello sin olvidarnos de ese río Esla de aguas desunidas, a cuya vera se asienta el castillo inspirador de tanta poesía y leyenda.


Fuente: Diario de León

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