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Calle del Truchillas

Hoy nos encontramos bien cerca del río capitalino por excelencia: el Bernesga. No es de extrañar, por tanto, que estando tan próximos al río, hablemos lógicamente de agua. De ríos, pantanos o lagos, pues todo leonés conoce que una de las mayores riquezas de nuestra tierra es el líquido elemento. Aunque, por unas u otras razones, no hayamos sabido o no hayamos podido explotar un bien tan preciado en el complejo mundo en que vivimos.
Como podrán comprobar, el título de la vía, Truchillas, nos conduce inevitablemente hacia el agua. En primer lugar porque «truchilla» puede ser el diminutivo de trucha, una trucha pequeña, de esas que con tanta frecuencia aparecen en los medios locales al ser pescadas por furtivos sin escrúpulos. Y ello a pesar de las fuertes multas y sanciones que castigan semejantes actos, protagonizados por gentes desaprensivas.
Pero no van por ahí los tiros o las cañas, porque hoy vamos a hablar de un pueblo, de un río y sobre todo de un lago. Los tres llevan el mismo nombre y especialmente este último, situado en nuestra provincia, ha sido declarado Monumento Natural en 1990, como merecida recompensa a su biodiversidad y riqueza. Antes de centrarnos en el tema de la rotulación, comencemos por las particularidades urbanas de una arteria que se extiende desde la Avenida de San Ignacio de Loyola hasta el Paseo de Salamanca. Al inicio conserva un viejo rótulo, baqueteado por el paso de los años y las inclemencias meteorológicas, que al mostrar el título «del» nos evidencia bien a las claras su referencia al lago de dicho nombre. Recta y en suave descenso, los edificios con que comienza su lado derecho presentan una mezcolanza de alturas, que luego se normaliza esa elevación gracias a un bloque de estética uniforme.
En la acera de enfrente, por el contrario, su inicio es más compacto y moderno, justo hasta abrirse en la bautizada como Plaza Truchillas, ajardinada y de aspecto residencial. El mejor exponente de su habitabilidad y confort es el considerable edificio que, a modo de santo y seña del lugar, alcanza las nueve alturas. Nos acercamos al final y allí, a mano izquierda, dejamos un espacio verde y recreativo

Es hora, pues, de entrar a analizar ese término de Truchillas que, según dijimos anteriormente, se puede aplicar tanto a un pueblo como a un río, y en este caso a un lago. Si entramos en matices lingüísticos, incluso se puede hablar con toda propiedad de dos localidades distintas, aunque íntimamente relacionadas. El pueblo de Truchas, ubicado en la comarca de La Cabrera que se integra al sudoeste de la provincia leonesa, es capital del ayuntamiento del mismo nombre y se localiza en la confluencia de los ríos Eria y Truchillas.
La distancia que separa a León de Truchas es de 120 kilómetros, que se convierten en 5 más si queremos llegar al pueblo que lleva, literalmente, la denominación de Truchillas. Esta pequeña villa cabreiresa que supera los mil cien metros de altitud, se extiende a orillas del río de ese mismo nombre, a los pies de la majestuosa y espectacular sierra de La Cabrera.
El río de Truchillas nace en la propia Cabrera, a 1.640 metros de altitud, en la base del considerable alto del Peñón. Tras discurrir por la localidad que le da nombre, sigue en dirección noroeste durante un corto trecho de 14 kilómetros. En ese punto, una vez rebasado el pueblo capitalino de Truchas, se une al río Eria, conformando un caudal conjunto y pujante.
En cuanto al lago de Truchillas, situado en el municipio de Truchas y una altitud que rebasa los mil setecientos metros, fue declarado con la categoría de Monumento Natural por decreto de la Junta de Castilla y León n° 192, correspondiente al 11 de octubre de 1990. Esta disposición de las autoridades estaba encaminada a preservar su ecosistema natural y excepcionales valores paisajísticos. Dicho régimen de protección incluye, literalmente, una serie de prohibiciones y establece que las acciones que puedan producir en forma directa o indirecta desfiguraciones, deterioros o destrucciones en los valores naturales, necesitarán una autorización previa. Algo que nos parece lógico por ese interés común, que alcanza a todos los estamentos sociales, de preservar el patrimonio de la Naturaleza leonesa. Una catalogación que intenta preservar los extraordinarios valores panorámicos y el ecosistema del Truchillas.
Para situar mejor estos prodigios de la Naturaleza que honran y dignifican a la provincia leonesa, conviene echar mano del correspondiente mapa. Allí encontramos que el lago se halla a escasos metros de la provincia de Zamora y del macizo bautizado como Vizcondillo, con sus dos mil metros de altitud. Es cierto que resulta difícil transmitir al lector la orografía y particular fisonomía de una paraje idílico donde los haya, pero debemos pedirles un esfuerzo de imaginación para acercarnos juntos al lago Truchillas, un enclave de enorme interés botánico y acusada personalidad. Si pasamos de las palabras a los hechos, la mejor forma de acercarse a aquellos contornos es viajar hasta La Bañeza y adentrarnos en tierras de La Cabrera.
La romántica ruta nos llevará a la sierra de La Cabrera, dotada de una peculiar musculatura de escarpaduras y tajos que en ocasiones superan los dos mil metros de altitud. Un rosario de farallones y cumbres con nombres como Peña Trevinca, Peña Negra o el propio Vizcondillo, que constituyen en conjunto un acorde perfecto de color, luz, sonido y fantasía.
Allí, entre dos valles que predisponen al encuentro con uno mismo, con la propia verdad, se ubica el lago Truchillas.
Idílico paraje donde abundan los abedules, alisos, sauces y chopos, conformando un marco idóneo para el pequeño y escasamente profundo lago. A pesar de su escaso tamaño, apenas 0,04 km2, el lago Truchillas se configura como el perfecto refugio para multitud de especies animales, avecindadas en este entorno que supone un habitat idóneo.
Un paraíso casi secreto, saturado de la grandeza y majestuosidad de los espacios abiertos, en el que se multiplican reptiles como lagartijas serranas, culebras bastardas y de collar, víboras y distintas familias de lagartos.
Si hablamos de anfibios, encontraremos salamandras, sapos y las simpáticas ranas de San Antonio. También es coto particular de lobos, zorros, nutrias, águilas y garduñas. Y a modo de remate final, los cazadores pueden toparse de frente con corzos, conejos, perdices y jabalíes.
En fin; un eterno jardín que a pesar de lucir con orgullo el honorífico galardón de Monumento Natural, con el que se trata precisamente de preservar su sensacional biodiversidad, también se encuentra amenazado por la irresponsabilidad e insensatez de los humanos.
Distintos grupos ecologistas han avisado del peligro que supone para el lago Truchillas, pleno de embrujo y carisma, las conflictivas explotaciones mineras a cielo abierto. Algo que no se merece un enclave donde la Naturaleza ha sido capaz de superarse a sí misma.


Fuente: Diario de León

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