Calle Pedro de Dios

Por documentos del Archivo Histórico Municipal, sabemos que la Comisión Gestora de nuestro Ayuntamiento, reunida en sesión el 27 de noviembre del año 1935, acordó que las calles denominadas hasta la fecha como C y D, recibieran conjuntamente el nombre de calle de la Nevera.
Algunos se preguntarán qué tendrá que ver esta historia con el enunciado de la calle del hoy, aunque presumiblemente piense que se trate de la misma vía. Y tienen toda la razón, porque la que desde esa fecha comenzó a llamarse la Nevera pasaría, con el correr del tiempo, a denominarse calle Pedro de Dios. Les hemos metido en un buen lío, pues ahora mismo no sabemos el porqué de ambos nombres, pues el último y salvo que perteneciera a algún santo, no parece tener explicación.
Paciencia, que poco a poco vamos a ir desgranando ambos términos y así conocer un poco más de este León donde vivimos. La Nevera, y cuánto tendrían que contarnos los que trabajaron en aquel café de tantos recuerdos, la «Granja Victoria», era una gran depresión emplazada a la altura de donde estuvo la Casa de Maternidad infantil, al lado de la Avenida de Asturias. Allí, en aquel agujero o pozo, se recogía la nieve, acudiendo incluso carros de los pueblos próximos para depositar sus cargas de nieve.
Una vez pisada, se obtenía un enorme bloque cilindrico de varias toneladas de peso,que suficientemente acondicionado, servía para atender las necesidades de hielo pata todo el año, cuando aún no se fabricaban aquellas populares barras de hielo y la Granja Victoria iba adquiriendo fama por su «leche helada». Aquel «pozo para la nieve», más conocido como la Nevera, desapareció hace mucho tiempo, como desaparecen tantas cosas que ya sólo se conservan en el recuerdo. De él se decía que procedía del tiempo de los romanos, siendo cierto que siempre fue el mejor suministrador de hielo a la ciudad.
La calle que hoy nos ocupa está en el barrio de San Esteban, en una de sus calles que se inicia precisamente en una rinconada un tanto anacrónica, con una huerta que invade la calzada, justo en el punto donde finaliza la vía que da nombre a la barriada.
De suficiente anchura, toda la calle discurre en fuerte subida y con enorme flujo de vehículos en su tramo final, ya en el enlace de la Avenida de Asturias con Dama de Arintero. Allí dejará a su mano izquierda el Colegio Público San Isidoro, mientras su lado contrario queda conformado por el lateral del nuevo y atractivo parque, con entrada por la inmediata calle Paseo de Ronda.
La peripecia vital de Pedro de Dios, avecindado en León allá por el lejano siglo XII, está íntimamente ligada a la iglesia de San Isidoro, que aún conserva el estilo primitivo que le supo imprimir nuestro gran protagonista del día. La historia de la basílica comienza a finales del siglo X, siendo restaurada posteriormente por Alfonso V en 1020 y luego por Fernando I. La vitalista reina doña Sancha ordenó la construcción de una nueva y enriquecida fábrica, consagrada a San Isidoro el 21 de diciembre del año 1063.
Tras ser ampliada por la zamorana y polémica doña Urraca, en el siglo XII se realizaba la gran obra que dirigió precisamente nuestro Pedro de Dios, siendo consagrada la iglesia el 6 de marzo de 1149. La solemne ceremonia fue oficiada por el arzobispo de Toledo, don Raimundo, estando presentes el emperador, su hermana doña Sancha y muchas otras dignidades civiles, militares y eclesiásticas.
Con respecto a Pedro de Dios, fallecido durante el transcurso del año 1157, algunos autores le atribuyen la autoría de los planos correspondientes a la iglesia de Nuestra Señora del Mercado, aunque no existen registros que lo prueben en forma definitiva. Fue enterrado en el mismo templo de San Isidoro, debajo del coro, con una lápida que le recuerda como edificador de la basílica. La inscripción en piedra, que aún puede verse, resalta asimismo la santidad y enormes virtudes personales de este gran personaje del León de la época. Uno de aquellos hombres que, a base de fe y de talento, construyeron maravillosos iconos artísticos y religiosos.

Fuente: Diario de León