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Calle Conde de Barcelona

La verdad es que siempre tuvieron buena fama en los mercados leoneses los productos hortelanos de La Serna y San Lorenzo. ¿Pero de qué estamos hablando?, se preguntarán algunos de los lectores más jóvenes. Pues simplemente recordamos aquel León de antaño, considerado como una gran huerta salpicada de árboles, aquellos tiempos de blusa y pantalón de pana que vestían las gentes de este barrio labrador que antes se llamó de La Payana y titulado después de San Lorenzo, al construirse la iglesia de idéntico nombre.
Situándonos en la realidad urbana de este León moderno, dejando atrás lo que fueron presas de regadío y hermosas huertas, nos encontramos hoy en una reciente calle que comienza en el Paseo de Quintanilla para concluir en La Serna. Una vía más de este León que progresa y va enterrando en su suelo la riqueza huertana y labrantina, característica de aquella ciudad que conocimos y diseñaron nuestros antepasados.
Como queriendo preservar recuerdos de lo que antes fue, se inicia dejando a su lado izquierdo un área verde que conforma el primer tramo de nuestra arteria. La acera de enfrente, muy por el contrario, está compuesta por una hilera de modernos y bien presentados bloques de viviendas, que llegan en algunos casos hasta las seis alturas. Entre ambas aceras, una despejada calzada que absorbe el tráfico de la zona.
Este primer tramo es recto, pero a partir del cruce con la calle Buen Suceso irá dibujando un amplio giro a la derecha. Más adelante la mano izquierda presentará un considerable y arbolado muro, que acoge las viviendas de la antigua Tabacalera. El lado derecho presentará en su final el único edificio de todo este trecho, ya con vuelta a La Serna, que dignifica un tanto su término.

Para rastrear los orígenes históricos del linaje del Conde de Barcelona, título lucido con orgullo por un listado de ilustres personajes, debemos remontarnos a la configuración del Condado de Barcelona, iniciada en el año 801 como consecuencia de la conquista de la capital catalana por las tropas francas de Luis el Piadoso. Años más tarde surge la mítica figura de Wifredo I el Velloso, nominado ya Conde de Barcelona desde el año 878, hijo de Sunifredo y esposo de Winilde, heredera del conde de Flandes, Balduino V.
Wifredo el Velloso, fundador del linaje de los condes de Barcelona, se hizo cargo como gobernador de las regiones Urgel-Cerdaña y Barcelona-Gerona, obteniendo el núcleo más importante de jurisdicciones de la Marca Hispánica. Ratificado en sus privilegios, el primer objetivo de su mandato fue la repoblación de la Cataluña Central, devastada tras años de revueltas y conflictos.
Así refundaría la comarca de Cardona, garantizando personalmente a los nuevos colonos la protección jurídica de sus bienes y posesiones, al tiempo que les le eximía de determinados tributos. Decidido a consolidar la religión de Cristo en sus territorios, Wifredo restauró la sede episcopal de Vic y fundó el carismático monasterio de Ripoll, centro espiritual de Cataluña en la alta Edad Media. Pero su logro más importante, al menos en la faceta sentimental, fue el ataque y conquista a los árabes del macizo de Montserrat.
Fallecido en el año 897, los descendientes de Wifredo asumirían la tarea de reorganizar las comarcas y territorios de la Cataluña Central, en torno a ciudades como Vic y Manresa. Fenomenal tarea para la que contaron con el apoyo activo de un grupo de nobles, a los que, en pago a su fidelidad e importantes servicios, se les concederían distintas propiedades con derecho a herencia y transmisión libre.
La dinastía conocida como «Casa de Barcelona», con el correspondiente y sucesivo conde a la cabeza, se afianzó con los distintos reyes de apellido Berenguer, que incluyeron entre sus muchos y brillantes logros las conquistas de Ibiza y Mallorca.
Y a partir de la unión con el reino de Aragón, en el siglo XII, el condado de Barcelona se convertiría en hereditario, reconocido y consolidado como el gran linaje hegemónico de la vieja Cataluña.


Fuente: Diario de León

Una respuesta a «Calle Conde de Barcelona»

Un saludo amigo, gracias por visitar La Iberia Mágica -acabo de ver tu comentario- y sobre todo por no poner impedimento en el uso de tu texto.
Muy curioso lo de conocer el origen de los nombres de las calles, es un buen método para aprender sobre historia, literatos, personajes ilustres o no tan ilustres, etc.
Muy curiosa tu página.

Un abrazo

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