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Silleria del Coro de la Catedral de León

Silleria del Coro de la Catedral de León

La Sillería del Coro de la Catedral de León es una de los más antiguos de España; fue ejecutada en la segunda mitad del siglo XV por el flamenco Jusquín, si bien la talla de las sillas, de nogal negro del Bierzo, corrió a cargo del imaginero Juan de Malinas y de Diego Copin de Holanda.

No cabe duda de que la sillería responde formal e iconográficamente al estilo de las restantes sillerías de Europa, incluidas las españolas ejecutadas por aquellos años por maestros flamencos y alemanes. Se trata de una de las más bellas e interesantes sillerías españolas, como sirvió como punto de referencia de las de Oviedo, Zamora y Astorga. La sillería de la catedral de León es de planta rectangular con tres lados, cerrándose cara al altar mayor por una gran reja artística. Consta de dos órdenes de asientos, el segundo en un plano más alto, al que se accede por pequeñas escaleras de escasos peldaños. El orden inferior está dedicado a los beneficiados y cantores y tiene sobre los respaldos pequeños tableros sobre los que descansan los atriles de las sillas altas destinadas a los canónigos y huéspedes, que van recorridas en la parte superior por un dosel corrido o crestería. Los tableros que forman el asiento en ambos órdenes son giratorios, de abajo para arriba, dejando sitio para quedar ocupante en pie, dentro del espacio libre, apoyándose en una especie de repisa o ménsula que recibe el nombre de «paciencia o misericordia», pieza sumamente interesante, junto con los relieves y pomos de los brazos laterales, por los motivos de carácter profano que en ellos se tallaron. La profusión demás tanto religiosos como profanos tallados en ella hace pensar en un taller trabajando bajo la dirección y modelos del Maestro Malinas. Este taller se evidencia muy principalmente en los relieves de los brazos y de las misericordias, por carencia de espontaneidad y tallado más plano que en las obras que consideramos del maestro. En cuanto a los relieves en general todos ellos demuestran una capacidad de abstracción importante, ya que, en espacios muy reducidos se sabe expresar con escasos trazos lo esencial de una historia a veces prolija. En estas partes de la sillería es donde se observa una mayor participación de taller, que actuaría por separado con modelos grabados o dibujados.

Coro de la Catedral de León

El programa iconográfico de la sillería se debió de hacer de común acuerdo entre el cabildo y los artistas quienes, sin duda, ofrecerían su repertorio para determinar los temas profanos que se fueran a tallar, eligiendo el cabildo y proponiendo los temas religiosos a representar, que respondían más a la devoción de la época y a la de la catedral en particular. Lo religioso, representado junto a lo profano, no escandalizaba en aquellos años ni una centuria antes. Son frecuentes los motivos profanos de animales, parejas desnudas, saltimbanquis, etc. en las orlas de Psalterios, Libros de Horas y, cómo no, Libros corales, que estaban al alcance y eran usados por los clérigos. Lo mismo ocurría en los capiteles de los claustros y en relieves en el interior del templo, del que la catedral de León no era una excepción como puede apreciarse en el friso de la capilla del Santísimo. La Iglesia, en estos años de crisis, de confusionismo de ideas y de subversión de valores que precedió a la Reforma y que alcanzó a todos los estamentos sociales, incluida ella.
Por todo ello, no nos debe chocar la presencia de este sentir en las sillerías de coro, respondiendo al criterio del humanista Marsilio Ficino en su Teología Platónica de la inmortalidad de las almas, en la que habla de la conciliación de lo profano con lo religioso subrayando la similitud del mensaje y sus objetivos didácticos moralizadores.

Coro de la Catedral de León

Sillas bajas. Comenzando por la sillería baja, las figuras, dado el tamaño de los asientos, aparecen de medio cuerpo con una inscripción debajo de cada una de ellas identificándolas. Esta parte de la sillería, la baja, está dedicada a los protagonistas del Antiguo Testamento: sibilas, profetas, héroes y heroínas que se corresponderán, en la sillería alta con los apóstoles y santos del Nuevo Testamento, en una concordancia profética y apostólica que responde a un mensaje teológico que se enriquecerá con lo que podríamos llamar «catecismo» popular o profano, al que ya nos hemos referido, representado en los brazos y misericordias. El orden de colocación no es el del texto bíblico debido, sin duda, a los diversos traslados a que fue sometida la sillería o, sencillamente al desorden que parece reinar en los ciclos iconográficos de las sillerías en general. Queremos destacar de ellas, en primer lugar, la primera figura representado la Lex Scripture o Antiguo Testamento, y la última Nova Lex, que representa al Nuevo en la figura de la Iglesia y de la Fe con la cruz y el cáliz. Otra figura importante de este ciclo y de bellísima ejecución es la Sibila Tibuitina (silla 2), que profetizó sobre la venida y Pasión de cristo, simbolizadas por el Pelicano que decora el medallón de su diadema. Jeremías(silla 6), incluido entre los «grandes profetas, que profetizó sobre la ruina de Jerusalén, de Egipto y la matanza de los inocentes, pero, su objeto principal fue exhortar al pueblo a la penitencia, anunciándoles los castigos del Señor. Tobías (silla 10), quien caminó con el ángel portando un pez con cuyas escamas curó la ceguera de su padre. Dios le reveló sucesos futuros y es ejemplo de la fe en las palabras divinas, en el espíritu de oración, y en el desprendimiento de los bienes terrenos. San Juan Bautista (silla 15), señalando al Cordero y con una filacteria con las palabras «Ecce Agnus Dei», representa al último profeta del Antiguo Testamento y primero del Nuevo como precursor de Cristo. Moisés (silla 17) es el protagonista del libro del Éxodo y representa a la Jerusalén (luego Iglesia) militante con las tablas de la ley como enseñanza que conduce a Jesucristo y los cuernos como resplandores que prefiguran el Evangelio. David (silla 23) aparece con el arpa en el momento de entonar el himno de acción de gracias al Señor cuando le libró de sus enemigos y finalmente, Judith (silla 26), es una de las mujeres fuertes de la Biblia que se ofreció a matar a Holofernes, enviado por Nabucodonosor para subyugar a su pueblo. De ella los padres de la Iglesia celebran su fortaleza y firme esperanza en Dios.

Sillas altas. Destinadas a los evangelistas, apóstoles, padres de la Iglesia, diáconos, fundadores de órdenes religiosas, santos universales y locales, según la jerarquía eclesiástica y que se organizará y confirmará en las sillerías postridentinas. En la sillería de León no aparecen organizadas atendiendo a esta jerarquización, tal vez debido a las causas ya señaladas. Mezclados con este santoral aparecen también alusiones al Antiguo Testamento. Como nos ha ocurrido con la sillería baja, debido al limitado espacio de este trabajo no podemos detallar todas las representaciones de santos. Por ello nos vamos a limitar a reseñar un ejemplo de cada una de las jerarquías aludidas. En el testero dos relieves importantes, el de la Visitación dé la Virgen a Santa Isabel, en cuyas entrañas se hallan el primer profeta del Nuevo Testamento según se deduce de las filacterias que sujeta santa Isabel, en su mano izquierda: San Juan Bautista, el precursor, y, de otro lado en el vientre de la Virgen, Cristo el Mesías. Junto a este relieve, otro representando a Cristo bajando al limbo para liberar a Adán y Eva y otros personajes del Antiguo Testamento, que no tuvieron la posibilidad de beneficiarse en vida de la redención. Antiguo y Nuevo Testamento se dan la mano en esta zona. Las figuras más representativas del apostolado de Cristo fueron san Pedro y san Pablo, aunque este último no formara parte de los doce (sillas 59 y 50). San Pedro, el primer discípulo de Jesús, fue a Roma convirtiéndose en el primer Papa, y crucificado bajo Nerón, aparece con sus atributos personales, el libro y las llaves. San Pablo lleva como atributo el libro de las Epístolas y la espada con la que persiguió a los cristianos antes de su conversión. Figura muy próxima y familiar en la vida de Cristo es san Juan apóstol y evangelista, quien después de escuchar al Bautista fue llamado por Cristo convirtiéndose en discípulo predilecto. Escribió en el exilio de la isla de Patmos el Apocalipsis (silla 62). Entre las figuras de santas familiares próximas a Jesús, encontramos a la Magdalena (silla 72), que derrama un tarro de perfume sobre los pies de Cristo en casa de Simón y que se convierte en su atributo. De los padres de la Iglesia destacamos a san Jerónimo (silla 70) quien se retira al desierto a hacer penitencia, pero al que sus méritos intelectuales -en su cueva del desierto tenía una importante biblioteca- lo convierten en cardenal doctor de la iglesia. Tradujo la Biblia del hebreo al latín, La Vulgata, y se le representa en el arte -como en esta sillería- vestido de cardenal, con el libro, y con un león a sus pies evocando uno de sus milagros. También hubo santas doctoras, y hemos elegido a Santa Catalina (silla 37), con su atributo real -la corona-, el de doctora -el libro- y la rueda con cuchillos con que fue martirizada. Entre los diáconos que ayudaron a los apóstoles en su ministerio representamos a san Esteban (silla 65). Sus atributos son su indumentaria de diácono, el libro y las piedras con que fue martirizado a su lapidación. Como fundadores de órdenes, san Francisco de Asís (silla 38), de la mendicante, y santo Domingo de Guzmán de la de predicadores (Silla 71). El primero muestra los estigmas y el segundo el lirio de la pureza, el libro, y el perro que sujeta la antorcha alusiva, como la estrella de su tocado, a su sabiduría divina. Aunque podría haberse incluido en el grupo de los apóstoles a Santiago (silla 61), preferimos incluirlo entre los santos de devoción universal, de la que son buena prueba las peregrinaciones a su sepulcro en Santiago de Compostela. Como peregrino se le representa aquí con las veneras y el zurrón. San Sebastián (silla 66), es otro de los santos más populares a través de la historia de la iglesia y del arte. Oficial de la guardia de Diocleciano, generalmente aparece desnudo y atado a un árbol, herido por las flechas de su martirio. Aquí, cubierto totalmente por hábito y manto, pero con los atributos del arco y la flecha. Finalmente, una santa de devoción más local, santa Cristina (silla 74) con los símbolos de su martirio, la piedra de molino y las flechas como san Sebastián. Entre los temas bíblicos que se incluyen en este santoral citaremos a Noé portando el Arca (silla 58), en el que el tallista ha mostrado gran capacidad de abstracción.
Como hemos dicho, el orden jerárquico de los santos no se sigue con normalidad pero hay concordancia entre ellos, unas veces colocándolos seguidamente o, más frecuentemente, enfrentándolos a ambos lados de la sillería. Para completar los temas, tanto de la sillería baja como alta, sugerimos la consulta del libro de Teijeira sobre la sillería, en el que también, existe una relación entre los temas tallados, profanos y sagrados en cada silla.

Coro de la Catedral de León detalle

Escenas Profanas. Vamos a ver al describir a continuación las escenas de tallas profanas de la sillería, que los asuntos son de origen muy diverso: bestiarios, alegorías, literatura -culta y popular-, historia, costumbres, etc. que critican vicios y exaltan virtudes, no poniendo reparos en expresar los primeros en la forma más realista sin rehuir lo obsceno y lo erótico. En resumen, el contexto de la sillería es el de moralizar y advertir al hombre por medio de ejemplos, edificantes algunas veces en los relieves religiosos y evidenciando la fealdad del pecado en los profanos. Los temas profanos no se limitan a predicar sobre los pecados capitales y los mandamientos de la Ley de Dios y de la Iglesia, sino también destacan aquellas faltas y virtudes cotidianas, sin diferenciar edad, sexo y condición social. En entorno histórico, religioso y social en que fueron ejecutadas las sillerías queda magníficamente expresado en ellas; nada escapa a su intención aleccionadora, y de ahí su carácter universal, atemporal y su vigencia, como testimonio de un espíritu de época que se caracteriza, sobre todo, por percibir un vacío que no se sabe cómo se va a llenar, y frente al que la gente reaccionó con dos fenómenos típicos, el ansia de los goces sensuales y la desvalorización de la muerte. Este enloquecedor estado de la humanidad fue reflejado en el Elogio de la locura de Erasmo de Rotterdam, en la Nave de los locos de Sebastián Brandt, y en una forma literaria menos conocida en la actualidad pero sí muy difundida entonces hasta bien entrado el siglo XVI, El Mundo al revés, del que existe representación en la sillería de León. Por ello hay que pensar que los temas de las sillerías son una actualización del mensaje y contenido bíblico adaptado a las necesidades de la época, pues en ambos son comunes los pasajes bíblicos, los profetas, los héroes, las parábolas, los proverbios, las alegorías, el simbolismo animal, los sucesos históricos contemporáneos y la no exclusión del realismo y lo erótico, si están al servicio de una enseñanza moralizadora. El carácter universal y atemporal de las dos no se puede poner en duda, pues ¿no hay que llamar la atención hoy día sobre la soberbia, la avaricia, la mentira, la ira, la hipocresía, la pereza, la gula, la lujuria y la envidia?; ¿no hay que criticar y prevenir contra la astucia, el odio, el rencor, la indecisión, el oportunismo, el favoritismo, egoísmo, la irresponsabilidad, etc.?; y, por último ¿no hay que invitar al hombre a ser justo, prudente, reflexivo, sincero, laborioso, honesto, a pedir consejo y a estar en paz con sus semejantes?

Fuente: Diario de León

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