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Calle Obispo Almarcha

El 29 de octubre del año 1944, fiesta de Cristo Rey en el santoral católico y del Patrono San Marcelo en nuestra ciudad, llegaba a León otro sucesor de San Froilán, un eficiente obispo levantino a quien la Santa Sede le había confiado la dirección espiritual y material de esta diócesis. Entre grandes exclamaciones de júbilo y el vivo entusiasmo de aquellas gentes leonesas de mediados de siglo, hacía su entrada en León el nuevo obispo don Luis Almarcha Hernández.
Llegó por la calle de Ordoño II, en coche bellamente engalanado y tirado por briosos caballos del Depósito de Sementales. El pueblo leonés, presto a recibirle, le vitorea incesantemente durante todo el trayecto. Así se desplazará hasta San Marcelo, donde le espera el Cabildo y se reviste de pontifical. Semejante celebración se repetiría casi por igual veinticinco años más tarde, con ocasión de las bodas de oro sacerdotales, presagio de que poco tiempo más tarde renunciaría al obispado y algo después nos abandonaría definitivamente.
Vicario Capitular de la diócesis de Orihuela y Dignidad de Chantre de la Catedral, sería preconizado el 11 de julio de 1944 con festejo en su villa natal de Orihuela, consagrado el 24 de septiembre de ese año y finalmente, tomaría posesión el 28 de octubre, para hacer su entrada en la capital el citado 29 de octubre. Esta es una breve introducción a la biografía de don Luis Almarcha, de tan grato recuerdo para la ciudad de León. Pero no adelantemos acontecimientos y vayamos, a situar esta emblemática calle que homenajea a dicho prelado.
Si el nomenclátor callejero de la ciudad no cambia, pues siempre hay que estar preparado para imprevistos en esto de rotular las calles, seis de ellas dedican sus placas a «obispos» de mayor relevancia en la diócesis y significado para la feligresía. Quizá sea ésta la que más huella ha dejado en la ciudadanía por su proximidad en el tiempo, además de ser la más larga en cuanto a longitud.

Se inicia en la que homenajea en su rótulo a los valientes defensores Daoíz y Velarde, concluyendo en la de Miguel Zaera.
Es muy larga, como decimos, y parte de ella conforma lo que en otro tiempo se conocía como Solares de Selva, en el barrio del Ejido. Hoy, a pesar de su longitud, el eje comercial más relevante está representado por la conocida avenida de José María Fernández.
Iniciada la calle, hacia los números 22 y 24 de su lado derecho encontramos un compacto edificio al que se adhiere la conocida iglesia de Jesús Divino Obrero, que da su nombre a esta barriada y que en junio de 1964 fue inaugurada precisamente por el obispo Almarcha, como pórtico al VI Congreso Eucarístico Nacional celebrado en dicha fecha en nuestra ciudad. El referido edificio albergó desde 1963 el que fuera Colegio Menor Jesús Divino Obrero, institución diocesana también fundada por nuestro protagonista.
Clausurado en 1980, hoy es utilizado como residencia de sacerdotes. Pero antes de seguir adelante hemos de mencionar su salón de actos, utilizado durante buena parte de la década de los años 70 y 80 como cine club, con el nombre de «Candilejas». Era un claro exponente del cine menos comercial y al que asistieron muchos de los jóvenes de aquella época, ansiosos de nuevas experiencias cinematográficas y fines de semana de buen cine.
Por lo que respecta a su dibujo urbano, esta prolongada arteria se perfila en un ligero aunque apreciable ascenso desde su comienzo hasta el cruce con esa vía de tantas resonancias populares y simpático nombre como es el de Cantarranas. En ese punto hace un giro a la derecha, y tras salvar la citada avenida de José María Fernández, enfila de forma recta hasta concluir en Miguel Zaera.
En cuanto a su caserío, abundante por demás, podemos decir que hay mucho y muy variado donde elegir. Nos estamos refiriendo a un amplio catálogo de edificios en el que se incluyen desde viviendas de escaso tamaño y presencia, más bien propias de los primeros tiempos de una barriada que ha experimentado un auge espectacular, hasta edificios de tiempos mucho más actuales. Son bloques se casas pertenecientes a épocas diferentes tanto por su tamaño o antigüedad, no siempre uniformes y que se hacen más compactos hacia su principio y final.

A pesar de su fallecimiento en el aparentemente lejano 1974, cuando la desaparición física del general Franco estaba a punto de precipitar un proceso de democratización y consolidación de las libertades, muchos son los leoneses que aún recuerdan al popular y eficiente obispo Almarcha.

Don Luis Almarcha Hernández, así era su nombre completo, nació el 14 de octubre de 1887 en la localidad alicantina de Orihuela. Tras ingresar a los 11 años en el Seminario de su localidad natal, seguiría los cursos de Humanidades, Filosofía y Teología. La tradición religiosa era una constante en la piadosa familia Almarcha, pues hasta cuatro de los hijos que trajo al mundo doña Saturnina, su querida madre, profesaron como sacerdotes.
De Orihuela pasaría Luis Almarcha a la famosa y selecta Universidad Gregoriana de Roma, donde se doctoraba en Derecho Canónico. Por fin, el 10 de julio de 1910 fue consagrado sacerdote por el ilustre cardenal español Merry del Val, perteneciente a una de las dinastías más descollantes de nuestro país. Afincado en la zona levantina, nuestro protagonista fue capellán del Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, párroco de la iglesia de Dolores, prefecto de disciplina del Seminario de Orihuela y fiscal general de aquel obispado. Al morir el doctor Irastorza, el entonces obispo de Orihuela, sería elegido vicario capitular por el Cabildo de la diócesis.
Pero sus objetivos no eran exclusivamente pastorales, pues Luis Almarcha siempre se significó por profundas inquietudes sociales. Allí en Orihuela fundaría el Centro Obrero de Nuestro Padre Jesús, el Instituto Social y la Federación Católica Agraria de los sindicatos de labradores de la diócesis. El estallido de la guerra Civil, en 1936, le sorprendió en Barcelona, desde donde pudo refugiarse en Francia y aguardar hasta que pudo entrar nuevamente en España e instalarse en Zaragoza.

OBISPO LUIS ALMARCHA

Don Luis Almarcha fue consagrado obispo de León el día 13 de julio de 1944, haciendo una brillante entrada en nuestra capital el 29 de octubre de aquel mismo año, festividad del patrono San Marcelo. Según les adelantabamos, el acto revistió gran solemnidad y enorme prestancia estética, recibiendo el religioso levantino el apoyo entusiasta del pueblo leonés. Integrado desde el primer momento en la vida local, los logros de Almarcha no tardaron en hacerse patentes.
No hay más que darse una vuelta por la populosa y cosmopolita avenida del Padre Isla, para contemplar la espléndida fachada de la iglesia de Renueva. Perteneció en su día al monasterio de San Pedro de Eslonza, siendo restaurada e instalada por iniciativa de Almarcha en el templo capitalino. Otro tanto ocurrió con el soberbio frontispicio del palacio de los marqueses de Prado, en Renedo de Valdetuéjar, que en la actualidad sirve de pórtico a la Obra Hospitalaria de Regla, también instituida por nuestro protagonista.
Además de abrir un nuevo Seminario Menor en la carretera de Asturias y reformar el Mayor, las actividades de don Luis Almarcha se extendieron a distintos puntos de la provincia. Así, rehabilitó y abrió al culto el monasterio e iglesia de Arbas, fundó la Escuela Preseminario de Santibáñez de Porma y la Casa de Santibáñez del Condado.
Otros de los logros del inquieto y popular obispo fueron la creación de un magnífico Museo Diocesano de Arte Sacro, además de la inauguración de la iglesia de Jesús Divino Obrero, ubicada precisamente en la calle que lleva el nombre de Almarcha, abierta al público en junio de 1964, dentro de los actos piadosos incluidos en el VI Congreso Eucarístico.

El obispo Almarcha también tuvo un gran peso político en Madrid, siendo nombrado procurador en Cortes desde la primera legislatura, según decisión del propio general Francisco Franco. Asesor de Sindicatos y consejero nacional de Educación, fue recompensado por el dictador con la Cruz Meritísima de San Raimundo de Peñafort en 1945; Cruz de la Orden de Cisneros en 1952; Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio en 1961; y la Gran Cruz de Isabel la Católica en 1969.
Desde luego, tampoco en León pasaron desapercibidas su muchas iniciativas sociales y culturales. Sin pretender entrar en una relación exhaustiva de sus proyectos y realizaciones, no debemos olvidar las Semanas de Estudios sobre el Milenario de la Biblia, patrocinadas por Almarcha, además de la creación del Centro de Estudios e Investigación de San Isidoro, y otros actos relacionados con personajes tan nuestros como San Fructuoso o Santo Martino. Aunque la celebración más recordada por la memoria colectiva de los leoneses es aquel Congreso Eucarístico Nacional, que llevó a
nuestra capital a las primeras páginas de todos los medios de comunicación mundiales.
El 20 de agosto de 1964, siendo alcalde el recordado don José Martínez Llamazares, la corporación municipal acordaba nombrar dijo adoptivo de la ciudad al «Excmo. y Reverendísimo Sr. Obispo de la Diócesis Dr. D. Luis Almarcha». También se le entregaría un artístico pergamino que atestiguaba este título, previa comunicación de dicha concesión a la Dirección General de la Administración Local.

No todo fueron plácemes y satisfacciones durante el tiempo en que el buen obispo Almarcha permaneció en León. ¡Menudo susto se vivió en la madrugada del 20 de octubre de 1960, cuando se apercibió la existencia de fuego en el Palacio Episcopal! Producido en una de las calderas de calefacción instaladas en el sótano, el incendio llegaría a adquirir alarmantes proporciones, e incluso las llamas llegaron a asomarse por los balcones de la planta alta. Gracias a la eficaz labor de los seminaristas y la policía, el fuego quedaba sofocado hacia las 4 de la madrugada, estando al frente de las operaciones el propio obispo.
A la una del mediodía del 29 de octubre de 1969, y en la Catedral, se celebró una brillante solemnidad religiosa en honor de don Luis Almarcha, con motivo de cumplirse el veinticinco aniversario de su llegada a León para hacerse cargo de la diócesis. Multitud de fieles se congregaron en el marco incomparable de la Pulcra Leonina, presididos por autoridades y corporaciones, para sumarse al acto de homenaje que los fieles tributaron a su obispo. Tomaron parte en la concelebración 54 sacerdotes, que auxiliaron al señor Almarcha.
Con una oración de perdón terminaba su alocución el prelado, dándose seguidamente lectura a la carta que el Papa envió al doctor Almarcha. Finalmente, se le entregaron una serie de presentes, como un anillo pastoral, un tríptico regalado por el Consejo Diocesano de Acción Católica, y en nombre de la provincia, el presidente en funciones de la Diputación, señor Arguello, ofreció un busto al prelado homenajeado. Al término de la misa desfilaron todos ante el obispo, besando su anillo y haciendo patente su simpatía y afecto. Bien merecido se tenía un descanso, así que en abril de 1970 su Santidad Pablo VI aceptaba, por motivos de edad y salud avanzada, la renuncia de monseñor Almarcha. Desde entonces alternaría su residencia entre Alicante y León, hasta su fallecimiento el 17 de diciembre de 1974, a la edad de 87 años.

Fuente: Diario de León

4 respuestas a «Calle Obispo Almarcha»

Interesante tu blog,Un tipo interesante el obispo Almarcha, se de buena fuente que en privado tenía un humor increible y como buen eclesiástico adoraba el buen yantar, hizo muchas cosas por León y por mucha gente, más de lo que se sabe.

Desde luego que hizo grandes cosas por León pero tambien hay quien le achaca que por su culpa la FASA Renault no viniera a León y se instalara en Valladolid.

parece ser que este buen hombre solo hizo el bien para su ciudad pero que paso con el auge economico de Leon lo dejo por tierra o mejor dicho bajo tierra arruino el barrio de elejido y desmonto un hermoso edificio para construir otro y estropear nuesto casco historico, pero esto de estropear no es solo de origen eclesiastico sino tambien de algunos arquitectos que optuvieron el titulo en alguna tombola que paso por leon

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