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Calle Cascaleria

Difícil y espinoso nombre este de Cascalería, tanto en su pronunciamiento como por su significado. Primeramente, porque durante muchos años y como aún puede verse en los antiguos rótulos, se la tituló de «Cascalerías» en plural, lo cual es incorrecto. Sin embargo, el término prendió de alguna manera en el pueblo llano y generalmente se dice en plural.
Y en segundo lugar, su significado. Aquí la cosa se complica bastante más. Por similitud fonética, «cascalería» parece venir de casquero, aquella persona que vende visceras u otras partes comestibles del ganado y que no son carne. Don Máximo Cayón Waldaliso, quien tanto amó y escribió sobre esta ciudad, decía que el nombre de la calle ya venía de muy antiguo y que probablemente en otra época se llamara de «Casquería» o también de «Cascabelería».
El pueblo, por corrupción del habla y según mencionamos con anterioridad, acabaría deformando la expresión hasta llegar a ese «Cascalería» que todos conocemos.
Actualmente el investigador Roberto Cubillo de la Puente, en su interesante y documentado libro «Comer en León. Un siglo de Historia: 1700-1800», nos habla de la «casca, que no es otra cosa que el hollejo de la uva después de pisada y exprimida, aunque también podía tratarse de la corteza de ciertos árboles utilizada para curtir pieles. Quizá en esta palabra: casca, esté la explicación de la etimología del nombre, aún no aclarada, de una calle leonesa: Cascalerías (muy cercana está la conocida calle Zapaterías, antigua Boteros); podría tratarse del lugar dónde se almacenaba la casca y se curtían pieles o, quizá, dónde se destilaban los orujos de uva o casca».
Empezaremos situando en el callejero urbano capitalino una vía tan castiza como ésta, castigada no sólo en su pronunciación sino a veces en su exacta localización. De ella sabemos que hace más de doscientos años tenía corrales, paneras y algunas viviendas deshabitadas, siendo propiedad del hospital de San Antonio Abad, de la marquesa de Prado o de don José de Gavilanes. Así nos lo menciona el recordado y añorado don José Luis Martín Galindo, en su libro «La ciudad de León en el siglo XVIII. Biografía de una ciudad».
La arteria comienza en la que homenajea a uno de los caballeros más reputados del viejo y nobiliario León, bautizada como Conde Rebolledo, concluyendo en la que homenajea al recordado alcalde Fernández Cadórniga. No cabe duda de que nos encontramos en una de esas vías tradicionales y gremiales que, por simple asociación de ideas, ubicamos en el entorno del popularmente conocido Barrio Húmedo, la referencia lúdico-festiva más famosa de la ciudad. De regular trazado y perspectivas, transcurre en su menor detalle en sentido paralelo a la carismática y populosa calle de La Rúa, antiguo camino de los peregrinos que entraban por este lado de la capital.
Su dibujo urbano es prácticamente recto y lineal en lo que son sus dos terceras partes. A partir de ahí, conforma un suave giro a la izquierda que coincide con un pronunciado declive que se perpetúa hasta desembocar en Fernández Cadórniga. Será en este último e irregular trazado de donde parte la única arteria, si así puede llamarse en justicia, que desde nuestra protagonista conduce a La Rúa. Curiosamente y aunque sólo sea por su caduco esplendor, lleva el nombre de calle La Plata.
De aceras estrechas, su caserío es fácil de describir con tan sólo parafrasear ese popular refrán de «que de todo hay en la viña del Señor». Porque existe un atractivo conglomerado de casas nuevas con otras de mediana edad, algunas renovadas y remodeladas, conviviendo con vestigios urbanos de mayor altura y más cuidados, pero en definitiva de otras épocas. Todo ello se adorna con bonitos faroles de época, a tono con el ambiente de la misma y el conjunto urbano de la zona.
Pero no acaba aquí toda la historia de la calle, así que vamos a descubrirles alguna cosilla más. Fuera del antiguo recinto amurallado romano que circunda la ciudad, se han encontrado importantes hallazgos de dicha época imperial y uno de ellos se localiza precisamente en esta vía y presenta sorpresas como el «criptopórtico» o pórtico semi-subterráneo romano que apareció en los solares ahora ocupados por los números 3 y 7 de la arteria. De construcción abovedada, parece pertenecer a algún edificio civil que incluso podría ser un anfiteatro o circo romano. Puestos de acuerdo el Ayuntamiento y el constructor para preservar el hallazgo, se llegaron a pensar distintas alternativas para su integración en la nueva construcción. También se especuló con crear una «ruta de las criptas» que permitiera la exposición al visitante de los restos encontrados, sin influir para nada en el uso que pudiera tener el edificio. El tiempo sigue pasando, pero de aquellas atractivas ideas…
Un poco más adelante, y con vuelta a la ya citada calle de Zapaterías, encontramos un hermoso edificio plenamente rehabilitado. Se le ha denominado como «Edificio Plaza Don Gutierre» y a nuestro modo de entender, la rehabilitación exterior a que se le ha sometido le hace digno de figurar entre las mejores construcciones de la ciudad. Considerado la vivienda de vecindad más grande del casco antiguo, ha tenido que soportar y aguantar toda una serie de penalidades para su permanencia.
De todos es sabido que las cosas bien hechas duran para siempre, siendo un claro ejemplo este grandioso edificio que cumplio los cien años edad en el 2001, debido a la mano de Manuel de Cárdenas. Pero sobre este solar se levantó antaño el palacio del que fuera noble caballero don Gutierre Fernández, que no debemos confundir con su pariente y más conocido don Gutierre de Villasinta. Sí, ese que da nombre a la vecina casona de la plaza.
Don Gutierre Fernández fue paladín de los reyes Alfonso VI y VII, alcanzando gran fama de piadoso por su tenaz oposición a los secuaces del rey de Aragón, Alfonso I, ante el expolio sacrilego y desmanes cometidos por sus tropas en la colegiata de San Isidoro. Pero no terminan aquí las explicaciones, porque recientes estudios arqueológicos citan al llamado palacio de Don Gutierre como perteneciente al linaje de don Diego Villafañe y Tapia, y no al citado Don Gutierre como hasta ahora se creía, situando su heredad en el solar que ocupa el edificio de Cárdenas.
Nuevas investigaciones aclararán algún día el entramado de construcciones de épocas pasadas que se halla en el subsuelo de la ciudad, todo ello antes de que puedan desaparecer para siempre como ha ocurrido en infinidad de casos. Cayón Waldaliso también nos habla de que el citado palacio era una hermosa mansión solariega con gran fachada que miraba a la plaza.
Hacia 1860 estuvo instalado aquí el conocido casino «La Amistad», en cuyos salones se celebró con gran júbilo la toma de Tetuán por las tropas españolas. Luego sería habilitado como cuartel de la Guardia civil y, posteriormente, como escuela de enseñanza primaria. Cuando Manuel de Cárdenas construyó el edificio actual, en sus bajos se instalaría el primitivo bazar Pallares y más tarde el que fuera popular salón de baile «El Charlestón».


Fuente: Diario de León

2 respuestas a «Calle Cascaleria»

He estado buscando la historia del conde de Rebolledo. Creo que no habeis incluido esta calle todavía.En mi opinión, la figura, historia y hazañas de este notable leonés ha sido ninguneada por la ciudad de León y por los leoneses.Tiene una calle insignificante y ha sido una de los hombres mas ilustres de LEÓN.Merece la pena leer cómo un pais llamado Dinamarca y una ciudad como Copenhagem le entrega la defensa de la ciudad cuando está sitiada por los suecos, a él, a un español que era un as en artillería y un gran estratega. Esto, además de otras hazañas en toda Europa. En Copenhagem tiene una calle y en la casa donde vivió está su escudo de armas.Y n.osotros como siempre…unos desagradecidos y envidiosos.

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