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Calle Juan de Badajoz

Calle Juan de Badajoz

Calle Juan de Badajoz placa

Nuestra calle protagonista está dedicada a alguno de los dos arquitectos que trabajaron en León, padre e hijo, pero por la variedad y categoría de sus obras se asigna a Juan de Badajoz el Mozo, formado artísticamente gracias al buen hacer de su progenitor.
Esta calle comienza en la Avenida de Suero de Quiñones, para concluir en la verde y ajardinada plazoleta que adorna el emboque entre la calle de Colón y el Paseo de la Condesa de Sagasta. Es una vía recta, de mediano trazado y abundante tránsito de vehículos, integrada en la zona que se ubica entre el Paseo de la Condesa y el remodelado entorno de San Marcos. Corresponde a una calle que ya figuraba en el plano inicial del Ensanche de la ciudad, con las mismas características en sus viviendas que las travesías aledañas, significadas por su limitada altura y la sencillez en las obras. Su desarrollo comienza a finales de los años treinta, quedando configurada en su totalidad hacia la mitad de siglo. Cabe destacar el edificio que encontramos en su inicio; una amplia casa de vecindad levantada en 1947 y que, dado su volumen, ocupa la totalidad de una manzana, con vistas a nuestra calle y a la de Rodríguez del Valle y Avenida de Suero de Quiñones, por cierto, muy mejorada y arreglada en los últimos tiempos. En realidad, la calle Juan de Badajoz presenta dos tramos bien diferenciados. El primero, salvo por el edificio antes comentado, está configurado por viviendas modernas y en general bien cuidadas. Por el contrario, la segunda queda conformada por edificios erigidos hacia mediados de siglo, rematada unos pasos más allá por el eterno Paseo de la Condesa.

Tal como dijimos, dos son los Juan de Badajoz que han dejado su huella de artistas y arquitectos en León. Comencemos, pues, por las obras del conocido como Juan de Badajoz el Viejo. Nacido en la segunda mitad del siglo XV, llegaría a León hacia el año 1498 en calidad de maestro de obras de la Catedral. Para 1515 tendría perfectamente rematada la que hoy conocemos como capilla de la Virgen del Camino o capilla de Santiago, en aquel tiempo librería catedralicia. Igualmente y hacia 1513, será la librería de la Real colegiata de San Isidoro la que plasmarán sus manos.
Posteriormente Juan de Badajoz se volcará de nuevo en la traza de la «Pulchra Leonina», diseñando y concluyendo la llamada Puerta del Cardo, apreciándose en su decoración el modelo hispanoflamenco que ya había dejado entrever en las líneas y elementos arquitectónicos de San Isidoro. En los años siguientes y hasta el mismo momento de su muerte, trabajará en los edificios religiosos más importantes de la época. Así recorrerá varias provincias, de Compostela a Salamanca, Granada y Sevilla.
Como es natural, cuando Juan de Badajoz consideró que su trabajo había acabado en la Catedral, fue sustituido por su hijo de idéntico nombre. El muchacho estaba inmerso en el proyecto catedralicio desde 1512, identificado con el apelativo de «El Mozo».
Nacido en León a finales del siglo XV, fue nombrado maestro de obras de la Catedral en 1525. Sus trabajos en el templo como escultor y reputado arquitecto, coincidirían en el tiempo con el mandato en la silla episcopal legionense del obispo Pedro Manuel, a la que había accedido un año antes. Atendiendo los deseos de la suprema autoridad eclesiástica, Juan trabajará en la apertura del arco que comunicaba la capilla de San Andrés con la actual de Santiago.
Un trabajo que ha soportado abundantes críticas, pues algunos autores la consideran una copia de las realizadas por Alonso de Covarrubias en Alcalá de Henares y Toledo. Teoría que parece caer por su propio peso si tenemos en cuenta que la escalera leonesa es anterior en el tiempo a las antes citadas. Suyo también es el sepulcro construido en honor de San Alvito, en la girola, y que supuso un importante cambio arquitectónico al romper con el estilo gótico predominante hasta entonces en el templo. Como no podía ser menos, las armas del obispo Pedro Manuel figuran por doquier, en clara alusión a su patrocinio artístico. Juan de Badajoz irá evolucionando a partir de 1530 hacia esquemas claramente renacentistas. Se notan en su estilo las influencias franco-borgoñesas, aprendidas de los más de veinte extranjeros que dejaron su huella en la Catedral. Trabajará también en la librería de la Real Colegiata de San Isidoro, además de realizar en esta etapa el claustro catedralicio, concluido después de su muerte, y también los de San Pedro de Eslonza, San Vicente de Oviedo y el monasterio de San Zoilo, en Carrión de los Condes.
Nuestro protagonista también participó en la realización del claustro de San Marcos, ejecutado en tres etapas distintas. Inició la labor con la colaboración de Juan de Orozco, continuando el trabajo tras la muerte del maestro los arquitectos Pedro del Hoyo y Toribio de la Teja. La parte de norte la terminaría Pedro Salgar y Sota, ya en el siglo XVIII. Con anterioridad ya existía un pequeño claustro del siglo XII, pero los canónigos necesitaban uno más amplio para pasear, realizar sus procesiones y rezos, por lo que se le encargó a Juan de Badajoz.
Debemos destacar que el antiguo asilo y hospital de peregrinos de San Marcos se encontraba, en aquella época, en un estado lamentable de ruina y abandono. El papa Alejandro VI había cedido la administración del mismo a los Reyes Católicos, mandando llamar los monarcas a los arquitectos y escultores más afamados de entonces, como Pedro Larrea, Juan de Orozco, Guillermo Doncel, Juan de Juni, Juan de Auger y el propio Juan de Badajoz el Mozo.
Asimismo se le atribuye la restauración de la Plaza de la Regla, como consecuencia de que las pequeñas casas existentes, por su cercanía al templo, convertían aquello en una estrecha calle. Se derribaron las viejas viviendas para construirse otras nuevas y más acordes con el entorno catedralicio, quedando un amplio espacio donde el cabildo, desde la terraza del pórtico, podía presenciar todo tipo de fiestas, tanto religiosas como profanas.

Calle Juan de Badajoz en León

Fuente: Diario de León

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