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Calle Brianda de Olivera

Calle Brianda de Olivera

Calle Brianda de Olivera placa

La calle de hoy, rotulada en honor de la dama leonesa doña Brianda de Olivera, es una de las vías más represen­tativas del espectacular auge que se ha vivido en los últi­mos tiempos dentro del en­torno correspondiente a la ba­rriada de La Chantría. Co­mienza en la calle dedicada al arzobispo Santos de Olive­ra, para concluir en la Avenida de José Aguado. Es una calle de considera­ble trazado y anchura, sem­brada de edificios modernos y muy cuidados, en total con­sonancia con el peso específi­co adquirido por toda esta franja ciudadana a raíz de la implantación del conocido centro comercial cuya silueta se eleva apenas a unos metros de esta calle.
Pues bien, su rótulo nos remite a uno de los personajes más destacados del pasado leonés. Habla­mos de doña Brianda de Olivera, una mujer bella y culta, educada en uno de aquellos selectos colegios de la época. Hija de don Andrés Valencia y de doña Brianda de Olivera, la pequeña Brianda nació en León a principios del año 1561. Natural del castizo ba­rrio de San Martín, ya que sus padres tenían casas en la calle Santa Cruz y en el llamado Corral de la Madera, la hija del mercader Valencia fue bauti­zada el lunes 13 de enero de 1561 en la misma parroquia de San Martín. Ofició la ceremonia religiosa el Ba­chiller Tenorio, siendo sus padrinos el Licenciado Pérez de Olivera, mé­dico de profesión, y su propia esposa. La familia de su madre, los Olive­ra, estaba emparentada con los Luna, Quiñones y Guzmán, por lo que cre­ció en un ambiente de empaque dis­tinguido y nobiliario. Así hasta que la muchacha contrajo un primer y afortunado matrimonio, auténtico acontecimiento social en el León de finales del siglo XVI,con el caballero don Hernando Núñez. Una unión tranquila y feliz, truncada fa­talmente al producirse el falle­cimiento de don Hernando en 1604. Fue enterrado en una capellanía de la iglesia de San Martín, hasta su posterior tras­lado a la capilla fundada por su esposa, años más tarde, en la misma Catedral. Poco después de la muerte de don Hernando, que por cierto legó una regular fortuna a su joven viuda, doña Brianda dejaba la barriada de San Martín para instalarse en unas casas ubicadas en la parte oc­cidental de la Plaza de Regla. Domicilio que estaba situado entre el antiguo edificio de Correos y las actuales y fre­cuentadas oficinas de Turis­mo. Por la misma época, en 1606, se casaba nuevamente con el Licenciado don Francisco Valdés y del Peso. Procedía don Francisco de una destacada familia noble con su propio escudo de ar­mas, dedicándose su bufete a importantes funciones admi­nistrativas relacionadas con el fabuloso patrimonio de los condes de Luna. Los dos cón­yuges, pues, se afincaron fren­te a la maravillosa Catedral leonesa, en un conjunto de tres casas que incluía capilla, salón, cuadras y caballerizas, además de numerosa servi­dumbre.Por influencias y ligazones de poder el matrimonio estaba muy bien relacionado, siendo un her­mano de doña Brianda el Corre­gidor de Villapadierna, mientras que su sobrina era abadesa en el convento cisterciense de Gradefes. También, a cuenta de los múltiples negocios de don Fran­cisco, tenían amistad con perso­najes tan destacados en la Corte como el duque de Medina, que gozaba de enorme influencia ante el rey Felipe.

En 1629, cuando doña Brianda había cumplido ya los 68 años de edad, recibió un particular encargo desde la Corte madrileña. Se trataba, nada menos, que encargarse de la crianza del niño Juan José de Austria, nacido de los amores ilícitos entre el monarca Felipe IV y la cómica María Calderón, «la Calderona».
Aceptada la delicada tarea de educar al hijo natural del rey de España, el pequeño Juan José vivió en León el período de su existencia que entonces llamaban de «puericia». Es decir, hasta los ocho o nueve años. Posteriormente sería trasladado a Ocaña y, aunque según las disposiciones iniciales de su padre estaba destinado al sacerdocio, pronto destacó por sus muchas aptitudes bélicas y militares. Así sería nombrado almirante de la escuadra española, participando en la toma de Nápoles, Barcelona, Portugal y Sicilia. Personaje simpático y con enorme gancho popular, Juan José de Austria llegaría a ser nombrado gobernador tanto en Flandes con en la propia España. Falleció en 1679.
El año 1638 resultó muy triste para doña Brianda de Olivera. Además de ver partir al muchacho cuya crianza se le había encomendado, «por la satisfacción que de su virtud» tenía Felipe IV, sufriría la muerte de su esposo don Francisco Valdés. A partir de entonces, olvidadas las antiguas y honestas distracciones de leer, escribir, tañer y danzar, la dama leonesa incrementó sus habituales prácticas religiosas. Muy devota de la santa abulense Teresa de Jesús, canonizada en 1622, doña Brianda decidió la compra y fundación de la capilla de Santa Teresa en la Catedral leonesa.
No era la primera vez que esta gran dama patrocinaba una construcción religiosa, pues a ella se debe la bonita capilla de «El Cristo de las Ánimas de San Martín de Afuera». Es decir, la capillita situada en el exterior de la iglesia de San Martín y que da a las calles de Ramiro II y Plegaria. Precisamente en San Martín estaba enterrado don Hernando Núñez, el primer esposo de doña Brianda.
Tras el fallecimiento de su segundo esposo, la anciana Brianda, que ya se acercaba a los 80 años de edad, quiso poner en orden los intereses económicos de la familia antes de su propio fin. Entonces sacó a la venta los bienes del desaparecido abogado, una larga lista de artículos de uso doméstico que fueron publicados por Juan de Asturias, el pregonero público de León. Así se liquidaron juegos de mesa, de cocina, objetos de plata, cuadros y artículos de escritorio.
Poco después quedaba redactado su propio testamento, testificado de su puño y letra ante el notario Gregorio González. En el documento se legaba cierta cantidad de dinero a los criados que la sirvieron durante años, además de disponer que su cuerpo fuera acompañado por doce «hachas», que llevaran doce pobres de la capital, a los que se darían dos varas de paño a cada uno, para vestirse decorosamente. Finalmente, doña Brianda de Olivera falleció el día 25 de noviembre de 1643, siendo enterrada junto a sus dos esposos y otra serie de allegados en la capilla catedralicia de Santa Teresa.
Calle Brianda de Olivera en León

Fuente: Diario de León

3 respuestas a «Calle Brianda de Olivera»

Muy buen blog, casi me atrevo a decir que imprescindible para conocer aún mejor nuestra tierrina.
Saludines paisanu.

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