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Calle Fernando I

Calle Fernando I

Calle Fernando I placaEl Barrio de Santa Marina siempre ha sido de rancio abolengo. Precisamente la calle que hoy les comentamos tuvo su importancia por residir en ella conocidas familias leonesas, avecindadas en este enclave hasta bien avanzado el presente siglo. Se encuadra dentro de las arterias conocidas como las «tres carreras», siendo la Tercera Carrera aquella que conducía a las huertas. Ese dato bastó para que su nombre pasara a ser el de calle Las Huertas, hasta llegar a la actualidad con la denominación de Fernando I.
Perteneciente en nuestros días al populoso Barrio de San Mames, arranca de la Plaza del Espolón para encaminarse hacia el Barrio de la Palomera, concluyendo en la vía del mismo nombre. Estrecha y de trazado irregular, su dibujo va dejando paso a nuevas calles abiertas en su entorno. Conviven en ella las viviendas antiguas que aún permanecen habitadas, y a su lado, sin transición estilística alguna, edificios más modernos y cuidados, de mayor altura y superior valor estético, aunque no histórico, salpicado el conjunto con algunos solares en los que se empieza a edificar o se utilizan como improvisado aparcamiento de vehículos. A pesar de lo estrecho de su calzada y aceras, soporta bastante más tráfico del deseable.

La vida del rey Fernando I, primer monarca que compatibilizó las coronas de Castilla y de León, está íntimamente relacionada con la consagración, el 21 de diciembre de 1063, de la iglesia de San Juan Bautista a San Isidoro, el Doctor de las Españas, realizada durante su mandato. Mezclando historia, tradición y leyenda, el que fuera canónigo regular de San Isidoro a principios del siglo XIII, don Lucas de Tuy, nos relata la llegada a la capital de los restos de San Isidoro y el cadáver del obispo Albito, encargado del traslado de los despojos del santo desde Sevilla y en cuyo viaje falleció. Desde aquella fecha quedaría consagrado el antiguo cenobio de San Pelayo, luego de San Juan Bautista, a San Isidoro, declarado posteriormente Basílica en 1943.
Nacido en el año 1010, Fernando era hijo del rey Sancho Garcés III de Navarra y sobrino del conde de Castilla, García Sánchez. A la muerte de ambos tomaría el título de rey de Castilla, convertida en reino independiente tras un dilatado proceso político. Casado con Sancha, hermana del rey leonés Bermudo III, se enfrentó con su cuñado en el valle de Tamarón, dando muerte al joven e impetuoso Bermudo. De esta sangrienta forma, Fernando I se haría con los tronos de Castilla y de León.

Calle Fernando I

A pesar de las reticencias con que don Fernando fue acogido en León, negándose incluso el gobernador a abrirle las puertas de la ciudad, por fin fue coronado el 22 de junio de 1038 y en la Catedral, presidiendo el acto el obispo don Servando. Los siguientes años los dedicaría a granjearse las simpatías de sus súbditos, incapaces de olvidar que se trataba del asesino del rey Bermudo. Finalmente triunfó la personalidad de su esposa doña Sancha, hermana de Bermudo y con muchos partidarios en el reino. Así fue como Fernando I, al menos primeramente, pueda ser considerado como una especie de rey consorte.
Una de sus primeras medidas políticas fue la convocatoria del relevante Concilio de Coyanza, celebrado en el año 1050. Toda una Asamblea Magna, de tipo religioso-civil, que trataba de consolidar la difícil situación social. Se trataba, en fin, de que Fernando I se sentara en el trono con toda la plenitud de poderes, apoyado, según los «Archivos Leoneses» de la época, en «el arraigo popular que iba conquistando al lado de su esposa». Las consecuencias inmediatas del Concilio de Coyanza, de enorme repercusión popular, fueron el restablecimiento de las antiguas leyes góticas, además de reformar la disciplina eclesiástica.
A partir de entonces, don Fernando dedicaría todos sus esfuerzos a proseguir la monumental tarea de la Reconquista. Así tomaría la importante plaza de Coimbra, en tierras lusitanas. Luego el ejército se dirigió en son de guerra, conquistando las ciudades de Madrid, Guadalajara y Salamanca. También cercaría Sevilla, donde recuperó los restos de San Isidoro.
Durante la campaña del año 1065, don Fernando se sintió enfermo y tuvo que regresar apresuradamente a León. Tras abdicar solemnemente y despojándose de los atributos reales, fallecería el día de San Juan Evangelista. A los nueve siglos de su fallecimiento, en 1965, se celebró en San Isidoro un funeral, seguido de una velada necrológica en la Sala del Pendón.

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Fuente:
Diario de León

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